La depresión posparto no era para mí nada por lo cual preocuparme. De hecho, trabajé hasta el último día de dar a luz y planeé una licencia postparto mucho menor a lo establecido y no vi como necesario, en parte, buscar a alguien que me ayudara en algunas tareas mientras me enfocaba durante las siguientes semanas en la maternidad.
Al tercer día de mi cesárea me senté a una computadora a realizar un poco de trabajo y el dolor en mi herida era tan agudo que no podía permanecer por mucho tiempo en mi escritorio. Fue ahí entonces, cuando sentí que mi vida había dado un nuevo giro. Y es así que chocamos con la realidad misma y nos sentimos muy abrumadas y confusas.
En la primera parte de este artículo analizamos algunos posibles escenarios que pueden conducir a la depresión posparto y cómo el evangelio puede tornar dichas circunstancias para meditar en Su perfecta obra en nosotras. Puedes leer el artículo aquí.
En el día de hoy trataremos sobre algunas sugerencias para superar la depresión posparto. ¡Aquí vamos!
- No «acariciar» los pensamientos que no sean aprobados por el filtro de Su Palabra; sino más bien reprenderlos. Alguien una vez dijo, «Los pensamientos son como las aves, no podremos evitar del todo que se posen en nuestra cabeza, pero sí somos responsables de que hagan un nido allí» Para ello, tenemos que enfocarnos en «todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad…» (Fil.4:8) y someterlos a la obediencia de Cristo (2ª Cor. 10:5), ya que de por sí es una etapa en la que estamos muy susceptibles física y emocionalmente.
- No descuidarnos en la oración y la meditación de Su Palabra. En los primeros días después de dar a luz, nos vemos a merced del horario del bebé; y si teníamos una disciplina espiritual en horarios específicos, se hace muy difícil retomarla. La alimentación en Su Palabra es vital para que podamos renovar nuestras fuerzas en Él.
Mis tiempos de oración vinieron a ser, mientras lacto a mi bebé, durante el día, y la lectura de la Palabra en las madrugadas. También, le pedí a mi esposo que orara con más frecuencia conmigo y a una amiga que me estuviera preguntando cómo iba mi tiempo de oración hasta que pudiera regularizarme.
- No te niegues a aceptar la ayuda. La asistencia de tus amigos y familiares es de mucha importancia para mantenerte un poco más descansada en tus tareas; delegar es una decisión sabia.
- Si notas que tu espíritu va desfalleciendo y sientes con frecuencia mucha tristeza, no te lo calles, exprésalo a tu cónyuge, familia más cercana o hermanas en la fe para que te ayuden a superar este tiempo con su presencia, palabras de aliento y oración.
Te recomiendo leer en el artículo: ¿Cómo vencer el desánimo?
¿Cuáles verdades te ayudaron durante esta etapa? ¡Compártenos un poco de tu experiencia!
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