“… sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” 1ª P. 1:15.
¿Cuántas de nosotras luego de tomarse fotografías, escogemos aquella donde lucimos “más bonitas”, para publicarla en Facebook o colocarla en el perfil de WhatsApp?
Todas podríamos decir a una voz ¡Yo! porque siendo sinceras, debemos admitir que nos agrada que los demás vean lo mejor de nosotras, mientras que no nos gusta tanto que vean quienes somos realmente; como aquella foto nunca publicada debido a que, a pesar de muchos intentos, nuestra apariencia no fue la mejor, por ser tomada en aquellos días en los que pensamos ¡Hoy no estoy para fotos! ¿Les ha pasado?
Al escuchar el programa “Llega a la cruz en el matrimonio” de la serie Momentos contigo, con Dennis y Barbara Rainey, pude recordar mi propia historia de amor, la que Dios sigue escribiendo hoy. Volvió a mi memoria lo importante que fue para nosotros (Andrés y yo), conocernos antes de iniciar el cortejo, tanto lo bonito de cada uno como la parte no tan bonita, o mejor dicho “la foto más fea”, aquella que pude haber ocultado los primeros meses de cortejo de no haber existido una previa amistad.
Es por eso que me atrevo recomendarles abiertamente a enfocarse en dar espacio a disfrutar de una valiosa amistad, antes de cualquier preparación para el cortejo. Donde puedan conocer un poco más de cerca a esa persona con la que podrían pasar el resto de su vida, evaluando así su compromiso con el Reino de Dios, sus respuestas frente a las presiones, y conocer su lucha contra el pecado. Este ambiente de confianza fraternal previa podría disminuir las siguientes expresiones de muchas mujeres comprometidas y casadas ¡Si hubiese conocido que luchaba con eso, lo habría pensado mejor! ¡No sé con quién me casé!
¿Quiere decir esto que haber tenido una amistad previa te ayudará a conocer 100% el corazón de tu hermano y que nunca tendrán desacuerdos? No; nuestro corazón es muy engañoso y sólo Dios lo conoce (Jer.17:9-10). Pero, si llegara a convertirse en una valiosa relación podría ayudarnos a tomar la decisión de iniciar otra etapa con los pies en la tierra y la mirada en el cielo, siendo una herramienta de santificación mutua, ya que el reconocimiento de nuestras luchas nos ayudará a ser precavidos y a no proveer para los deseos de la carne, siendo un estímulo en la mortificación del pecado.
El proceso de noviazgo, al igual que el matrimonio, no se trata de nosotras; sino de glorificar el nombre de Dios sirviéndole a nuestro prometido. No es una historia de novelas, sino algo mucho mejor. Es la introducción a la historia donde dos pecadores redimidos se preparan para pasar la vida juntos, y expresar en su unión matrimonial, la imagen terrenal del Evangelio de Jesucristo. Y es aquí precisamente, en el desarrollo de esta historia, en que estos dos pecadores redimidos dicen ¡sí! y crecen a la imagen de Cristo; en otras palabras, son santificados.
Recordando entonces lo que dice el Señor en Su Palabra “… sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir” ¿Podrías compartir con nosotras, ¿cómo tu relación de noviazgo o matrimonio te santifica o santifica a tu pareja?
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