El arrepentimiento es una actitud

Debido a que crecí siendo una niña de iglesia, no veía el arrepentimiento como algo bueno.  Sino más bien que, así como se toman medicamentos para la gripe, el arrepentimiento era recomendable cuando estabas enfermo. Pero era mejor mantenerte bien. Evitar el pecado era mejor que tener que arrepentirse.  Con lo santurrona que yo era, para mí ésa se trataba de una buena noticia. Era muy buena obedeciendo y siguiendo las reglas por el libro.

El costo de conocer a Jesús

En algún momento, durante esos años en que iba a la iglesia tuve un destello de Dios en Su Palabra: Su carácter, Su belleza, Su santidad. Seguir las reglas perdió su brillo pues, fue sustituido por conocer a Dios, lo que se convirtió en la fuerza motora de mi vida. Pero el conocimiento de Dios vino con un precio doloroso: exponerme. Mientras más me acercaba a Él, más capas de maquillaje eran quitadas de mi corazón. En la medida en que veía con más claridad Su belleza, se hacía más evidente que yo no tenía ninguna.

Esto me devastó. Durante muchos años, pensé que era muy buena en mi interior. Había estado decorando el interior de mi corazón con un foco. Por lo que podía decir, lucía muy bien. Pero la luz brillante de la presencia de Dios reveló que el corazón a cuyo embellecimiento había dedicado tanto esfuerzo, estaba cubierto de moho negro. Como le ha ocurrido a muchos antes que a mí, contemplar a Dios es contemplarte a ti misma con una claridad dolorosa.

Isaías vio a Dios sentado en Su trono y vio sus labios impuros. En visiones, Daniel vio que el dominio y la gloria pertenecían al Hijo del Hombre, mientras que, en oración y ayuno pudo ver que el vituperio y el pecado le pertenecen a Él.  Josías encontró a Dios en el olvidado Libro de la Ley y al mismo tiempo descubrió la gran ira provocada por su pecado.  Pedro vio a Jesús hundir sus botes con una pesca milagrosa de pescado y se percató de que su propia pecaminosidad lo hundía en vergüenza ante los pies de Jesús.

Conocer al Dios Viviente es exponerse como un pecador sin esperanza. Y ser un pecador sin esperanza ante el Dios Viviente es adoptar una actitud de arrepentimiento; volviéndonos del pecado a abrazarlo a Él. El arrepentimiento es la única postura adecuada del cristiano.

Todo mi terreno es malo

Verme expuesta ante un Dios Santo, no es un asunto de una sola vez. Sino que es parte de mi vida diaria mientras camino con Él.  Acercarme a Él, expone toda falsa esperanza que pueda tener en mi propia justicia.

Y mientras se manifiesta mi naturaleza egocéntrica de tratar de ser buena por mí misma surge una elección: ¿Me aferraré a Él o a mí misma?  

Desafortunadamente, en realidad me gusta aferrarme a mí misma. Alguna parte de mí está convencida de que, si tratara con muchas fuerzas y tuviera suficiente tiempo, produciría algún fruto estelar en mi terreno. El problema es que Jesús sigue quitando mi terreno y reemplazándolo con el Suyo. Él planta cosas en mi vida; Él las riega, Él les da el crecimiento. ¡Y eso es hermoso!

Amo Su fruto y me gozo en el mismo. Pero a veces arranco alguna de las plantas sembradas por Jesús y la traigo a lo que queda de mi terreno. La replanto en el suelo de mi propia autosuficiencia y con entusiasmo sueño sobre cuán grande se volverá. ¡Cuán hermoso será saber que la hice crecer! Pero a veces pienso ¡que mi terreno fue que hizo posible ese crecimiento!

Para mi desaliento, no solo la planta se marchita y se muere, sino que también crecen malas hierbas, grotescas y feas. Asfixian la planta y amenazan con dominar todo mi jardín.  Volver a mi autosuficiencia siempre me hace fracasar porque no hay nada bueno en mí. Mi terreno es malo en su totalidad. Aunque sé esto, ver el fruto de en mi vida, a veces le da una falsa esperanza a mi carne haciéndome pensar que quizás toda esa abundancia de fruto en mi vida, tiene que ver conmigo. Seguramente esto sea una señal de que soy buena en este asunto del cristianismo ¿verdad? Pero la presencia de buen fruto no es una declaración sobre mi persona sino una señal de que el Espíritu Santo está presente en mí. Es Su fruto, no el mío. Separada de Él, no puedo hacer nada.

El arrepentimiento es una actitud

Conocer a Dios expone mi depravación interna. Por tanto, conocer a Dios, requiere arrepentimiento.

El arrepentimiento es más que una acción; es una actitud. En los días en que pertenecía al grupo de jóvenes, veía el arrepentimiento como el antídoto perfecto para los casos cuando pecaba intencionalmente. Pero ahora, está claro que no tengo un problema solo con las acciones pecaminosas, sino que, lo tengo con todo mi interior y naturaleza pecaminosa, ya sea que se haga manifiesto o no.

Conocer a Dios ha expuesto mi permanente quebrantamiento separada de Él, mientras me brinda arrepentimiento como la vía para ir de regreso a Sí mismo.  

Porque así ha dicho el Señor Dios el Santo de Israel: En arrepentimiento y en reposo seréis salvos; en quietud y confianza está vuestro poder. Pero no quisisteis (Is. 30:15).

El arrepentimiento no tiene que ver tanto con aquello de lo que huyes sino con aquello hacia donde te diriges. ¿De qué sirve correr del pecado si en lugar de dirigirme hacia Dios corro hacia mis propios recursos?

La más grande amenaza para que se dé un verdadero arrepentimiento en mi vida, es mi tendencia de confiar en mí misma. Si no estoy activamente aferrándome a Dios, seguramente estaré aferrándome a mí misma. Aun en el contexto de crecer en santidad, elegirme a mí misma como el medio para ese crecimiento es pecado.  

Ése era precisamente el problema de los fariseos: Preferían sus propios esfuerzos de justicia sobre la justicia perfecta que Dios ofrece como regalo. Y es también mi problema. Pero Gálatas 5:4 me advierte de que no confíe en mi propia habilidad de trabajar duro en separarme de Cristo y caer de la gracia. Santidad. ¡Ay!

Aunque el motivo sea remover por mí misma el pecado, la autoconfianza es pecado.  Aferrarme a la autosuficiencia, sin importar cuál sea la razón, es la esencia del pecado.

Un hábito diario

Esta es la batalla que peleó todos los días. ¿Me aferraré a Dios o a mí misma? ¿Reconoceré a Cristo como más confiable? ¿Dejaré de dar vueltas en mi quebrantamiento para regocijarme en Su justicia?  ¿Preferiré confiar en mis propias habilidades para ser espiritual?  Si no persevero activa y diariamente en aferrarme a Dios en arrepentimiento, terminaré aferrándome a mis propias fuerzas.

Pero tal como dije antes, he probado la bondad de Dios y no volveré atrás. El profundo placer de conocerlo a Él a través de Su Palabra y la oración es irresistible. 

Por tanto, el arrepentimiento es la única actitud aceptable para mí, pues, es debido a ésta solamente que realmente puedo conocerlo a Él.

Aferrémonos con fuerza a Él, el Autor y Perfeccionador de nuestra fe. Solo Él puede matar nuestro pecado a través de Su Espíritu que vive en nosotras. Te invito a que dejemos de descansar en nosotras mismas, y así asirnos de Él para conocerlo a Él y la plenitud de gozo que solo se encuentra en Su presencia.

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Sobre el autor

Kelly Needham

Kelly Needham espera persuadir a tanta gente como sea posible que nada se compara con conocer a Jesús. Está casada con el cantante y compositor, Jimmy Needham, cuyo ministerio de compartir el Evangelio a través de sus canciones lo ha … leer más …


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