Cuando las personas a tu alrededor te observan, ¿qué es lo que más se resalta en ti? ¿Tu adorno externo o el adorno de tu corazón?
El diccionario define la palabra «adorno» como todo aquello que sirve para embellecer o dar mejor aspecto a algo o a alguien. Es decir, todo aquello que usamos para lucir más hermosas y agradables físicamente.
Por mucho tiempo, antes de conocer a Cristo, me adorné de manera equivocada, imité las modas que la cultura dictaba en cuanto a la manera de vestir y conducta, siendo la intención de mi corazón ser aprobada y captar la atención de otros. En la dureza de mi corazón, nunca imaginé el impacto negativo que eso podía provocar en otros.
Por causa de la condición de mi corazón, mi enfoque en lo externo no podría haber sido diferente, estaba muy lejos de Dios y ni siquiera tenía la más mínima idea de que a Dios le importaba cómo me adornaba. Por la misericordia y gracia de Dios, fui salva y todo comenzó a cambiar, especialmente mi corazón.
Cuando creemos en Cristo, somos hechas nuevas criaturas, las cosas viejas quedan atrás y todo es hecho nuevo (2 Co. 5:17). Esto incluye un nuevo corazón que trae de la mano una nueva vestimenta (Gal. 3:27). Dios, en Cristo, nos adorna hermosamente con vestiduras de salvación, nos viste de la justicia de Su Hijo (Is. 61:10). ¡Esto es maravilloso!
Una vez en Cristo, por amor a Aquel que nos salvó, tenemos la responsabilidad de «andar como es digno del Señor, haciendo en todo, lo que le agrada, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios» (Col. 1:10). Esto requiere que diligentemente nos veamos al espejo de la Palabra para escudriñar nuestros corazones y evaluar si nuestra manera de adornarnos honra y da gloria a Dios. ¡A Dios le importa cómo nos adornamos!
La Palabra de Dios es útil para enseñarnos e instruirnos acerca de todo lo que necesitamos saber para vivir piadosamente. Dios nos dejó escrito lo que quería que supiéramos acerca de este tema, es más, nos dejó claro el corazón del asunto.
La instrucción
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Cómo no debemos adornarnos (belleza pasajera)
«Que el adorno de ustedes no sea el externo: peinados ostentosos, joyas de oro o vestidos lujosos». -1 Pedro 3:3
El apóstol Pedro nos instruye a no enfocarnos de forma excesiva en la belleza pasajera, es decir, en la apariencia externa, a no buscar llamar la atención sobre nosotras por nuestra manera de peinarnos, vestirnos y/o adornarnos.
Él no está prohibiendo que las mujeres se adornen modestamente, es una advertencia para que las mujeres no se enfoquen demasiado en aquellas cosas que se desgastan o cambian con el tiempo.
Vemos también al apóstol Pablo hablando algo muy similar, reafirmando la instrucción de parte de Dios. «…no con peinado ostentoso, no con oro, o perlas, o vestidos costosos» (1 Ti. 2:9b).
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Cómo sí debemos adornarnos (belleza verdadera)
«…sino que sea (el adorno) lo que procede de lo íntimo del corazón, con el adorno incorruptible de un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios» (1 Pd. 3:4).
El apóstol Pedro nos habla acerca de un adorno especial que procede del corazón, un adorno que no se desvanece que se ve reflejado en un carácter tierno y sereno. Un corazón sumiso, casto y respetuoso que pone su confianza en Dios (1 Pd. 3:2, 5).
El apóstol Pablo nos da un poco más de luz a continuación, acerca de cómo luce esto, tanto en la apariencia externa como en el carácter, y es importante señalar que el énfasis está más en la actitud del corazón de la mujer que en lo que usa para embellecerse, dado que un corazón piadoso refleja externamente la belleza de lo íntimo de su corazón.
«Asimismo, que las mujeres se vistan con ropa decorosa, con pudor y modestia…» (1 Ti. 2:9 a).
«… con buenas obras, como corresponde a las mujeres que profesan la piedad» (1 Ti. 2:10).
Esta es la evidencia de la obra transformadora del evangelio en el corazón de una mujer, que puede aun sin decir palabras atraer la mirada de otros hacia Su Salvador y no hacia su cuerpo, ropa, peinados o accesorios. Una mujer que una vez ha sido embellecida por Cristo, se expone al espejo de la Palabra más que al espejo en su cosmetiquera, donde es santificada y dotada por el Espíritu Santo de poder y gracia para vivir coherente a lo que dice creer, reflejando la belleza y el carácter de nuestro Señor Jesucristo.
No es una mujer descuidada y desaliñada, es una mujer que a medida que crece, su apariencia externa honra y glorifica cada vez más a Dios, a la vez que cuida el corazón de los hombres a su alrededor. Es cuidadosa al escoger lo que se pone, su ropa y su conducta no es sensual, por lo cual no facilita que se despierten deseos ilegítimos en el corazón de un hombre.
Todo lo que fue escrito en tiempos pasados, para nuestra enseñanza se escribió
¿Qué aprendemos de la Palabra de Dios y cómo deberíamos aplicarlo en nuestras vidas?
Que una mujer verdaderamente adornada es aquella que:
- Está vestida de Cristo. En Génesis 3 se nos dice que por causa del pecado se hizo necesario que Dios le hiciera vestido al hombre para cubrir su vergüenza por medio del sacrificio de un animal inocente. Esto tipifica lo que Cristo hizo en la cruz, llevando en Él nuestra vergüenza por el pecado y vistiéndonos de Su justicia al creer en Su sacrificio.
Aplicación: Si aún no conoces a Cristo, cree en Él para que sea borrada tu vergüenza por el pecado y seas vestida con la justicia que Él te da por gracia.
- Tiene un corazón alineado a la voluntad de Dios acerca de todo en su vida, incluso en la manera en que se viste y se relaciona con los demás.
Aplicación: Mírate en el espejo de la Palabra con diligencia y sé una hacedora de Su Palabra.
- Escoge embellecerse con el adorno que es precioso delante de Dios.
Aplicación: Enfoca más tu atención en la condición de tu corazón y pídele a Dios en oración que te ayude a tener un carácter tierno y sereno. Un corazón sumiso, casto y respetuoso.
- Atrae la atención de los demás, no por su sensualidad, sino por sus buenas obras (fruto de la salvación).
Aplicación: Anda en las buenas obras que Dios preparó para ti. Lee y medita en toda la Biblia y las descubrirás.
Dios está más interesado en tu corazón que en cómo te adornas externamente, pero Él te ama tanto que ha dejado Su Palabra escrita, para que a medida que lo contemplas y te deleitas en Él, tu corazón se vaya transformando y puedas conocer cuál es Su buena, agradable y perfecta voluntad. Esto permitirá que en tu exterior se vea reflejado la belleza incorruptible de un corazón que confía y se somete al Señor. Un espíritu tierno y sereno, lo cual es precioso delante de Dios.
Para profundizar: libros recomendados.
- «La apariencia. ¿Le importa realmente a Dios mi forma de vestir?» por Nancy DeMoss Wolgemuth
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