El aborto y embarazos de alto riesgo

Por: Courtney Reissig

La decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos sobre las clínicas de aborto en el estado de Texas ha motivado que mucha gente escriba al respecto. Al igual que a muchos, estas noticias me afligen por lo que significa para las mujeres y niños en nuestro país. Junto con la tristeza sobre el aborto, me preocupa la manera en que amamos y servimos a las mujeres en embarazos difíciles o imprevistos.

No todas las mujeres que deciden terminar con su embarazo lo hacen debido a que no querían quedar embarazadas. Algunas mujeres se encuentran en embarazos complicados o de alto riesgo, y sienten que no tienen otra opción que terminar con el embarazo.

Si en este momento te estás preguntando cómo vas a lidiar con un embarazo difícil, e incluso cómo vivir con un hijo con necesidades enormes, espero que este artículo te anime.

Una palabra para madres embarazadas que se sienten atemorizadas

Madres con embarazos de alto-riesgo, sé que tienen temor.  Sé que cada mañana despierta llena de incertidumbre y muchas voces te dicen lo que debes hacer.  He estado ahí.

He estado embarazada cuatro veces y solamente en dos ocasiones llegué hasta la sala de partos. En la sala de ultrasonido, he oído las palabras “lo lamento, el corazón dejó de latir”. Y en la sala de cirugía he estado rogando que mis bebés prematuros respiren. He sostenido la mano de mi bebé mientras estaba sujeto a demasiados cables, y he llorado la muerte de bebés que nunca abracé.  El embarazo me infunde temor. También es increíblemente decepcionante.

Al enfrentar un embarazo riesgoso o particular, comenzamos a albergar muchas emociones. Puedes sentir amargura por ser quien está caminando por esta senda en lugar de la mujer embarazada sentada junto a ti en el consultorio del doctor.  Te puedes sentir tentada a dudar de la bondad de Dios.  Puedes caer en desesperación al leer la información que se te provee respecto a las necesidades de tu bebé.  Puedes resentir el hecho en sí de estar embarazada –simplemente no es lo que esperabas que fuese.

Probablemente la emoción que gobierna sobre las demás es el temor.

Pero tú eres valiente, hermana. Más valiente de lo que crees. Por cada día que llevas cargando ese bebé, le estás diciendo a un mundo perdido que la vida importa. Eres un vivo testimonio del valor de la vida. Tu disposición a darte físicamente por tu bebé, quien te necesita desesperadamente, es hermoso a los ojos de Dios.

Él ve.  Él te conoce y ama a tu bebé.  Él no se ha olvidado de tu vida.  Él no se ha olvidado de la vida de tu bebé.  El bebé que llevas está siendo formado por Dios, Quien sostiene todas las cosas por Su sola palabra. (Col. 1:17; Heb. 1:3) Puedes confiar en Él.

Cuando llegue el temor desgastante, puedes descansar en Su bondad, en Su cuidado de ti, y en Su plan soberano para tu vida.  Siendo una mujer que ha recibido malas noticias en más de una ocasión puedo decirte: “Él no te dejará ni te desamparará” (Dt 31:6).

La mentira del movimiento pro-aborto es que no vale la pena salvar este bebé en tu vientre, que su vida no vale la pena, o que no vale la pena que entregues tu vida por él. La Palabra de Dios nos dice que toda vida es preciosa para Él, -tanto la tuya como la del bebé.

Ahora, para aquellas que también desean amar a estas mamás de alto riesgo, vamos a darles un arma mejor que la que empuña el movimiento del aborto.

Pelea las batallas de las madres con un arma superior.

Como sabes, las batallas que las mamás enfrentan en el mundo del embarazo son muy reales. La lucha comienza antes de esa primera oleada de mareos matutinos. Lo que funciona para un embarazo normal puede no funcionar en uno de alto riesgo.

Si le han prescrito descanso en cama, no podrá decorar el cuarto del bebé. Si su bebé nació prematuro, es muy probable que no tuvo ni tiempo de abastecerse con pañales ni de lavar toda la ropa del bebé Si está enferma y no puede alimentar a su bebé, puede estar sintiendo el aguijón por el tema constante de que “la leche materna es la mejor.” Si su bebé tiene necesidades especiales, las sesiones de juego, muy probablemente sean reemplazadas por terapias para el desarrollo.

Mientras las guerras contra las madres arrecian a nuestro alrededor, nosotras contamos con una mejor arma para aquellas que nos rodean y son de alto riesgo.  En lugar de atiborrar su alma cansada con consejos del mundo, llénala de Cristo.

Dale el bálsamo de sanidad del cuidado de Cristo para su vida y la de su bebé. Llévala al Salvador que sabe lo que significa sufrir una muerte aparentemente sin sentido, Quien entiende de manera personal el dolor y las pérdidas; y puede compadecerse de nosotras en nuestras debilidades. (Heb. 4:15).

Cristo, quien vence a nuestros enemigos, también hace descansar las guerras contra las madres con Su obra completa y perfecta (1ª Co. 15:25). Por supuesto, ayúdale con sus necesidades prácticas. Todas sabemos que habrá muchas necesidades por satisfacer para una mamá de alto riesgo, pero en el proceso apúntala al Salvador quien no está sorprendido por su embarazo difícil y promete satisfacerlas conforme vayan surgiendo en el camino.

Acompañar a una mujer durante un embarazo de alto riesgo puede ser agotador. No siempre se verá como los embarazos inspiradores de Pinterest ni todos los artículos de bebés que consumimos regularmente.  Para algunas, resultará emocional y agotador.  Para otras, será de aflicción y desaliento. Pero siempre valdrá la pena.

El mundo nos dice que no tiene ningún valor celebrar a los bebés que son frágiles, enfermizos o no tienen muchas oportunidades, ni vale la pena salvarles, ni siquiera reconocerles. Pero nosotras tenemos una mejor respuesta.

Al amar a una mujer en embarazo de alto riesgo, le decimos a un mundo confundido que la vida importa, que cada bebé es un tesoro, y que aún la más necesitada, enfermiza entre nosotras, merece nuestro cuidado. El mundo no es digno de estos bebés ni de sus mamás. (Heb. 11:38)

Mientras lamentamos la decisión de la Suprema Corte de Estados Unidos, ¿cómo puedes amar a las mujeres a tu alrededor que enfrentan un embarazo difícil o atemorizante?

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