«El gozo del Señor es nuestra fortaleza» (Neh. 8:10b).
«En ti están todas mis fuentes de gozo» (Sal 87:7b).
El que me conoce sabe que me encanta leer. Tengo estantes llenos de libros, todavía no me acostumbro a los libros digitales. Aunque estos son tan convenientes y fáciles de llevar a todos lados, aún disfruto tener los libros físicos para marcarlos y escribir en ellos. Pero todo el que tiene muchos libros sabe que para «mantenerlos en pie»en el estante hace falta tener buenos sujetalibros a cada lado, de lo contrario se deslizan y se caen.
Organizando mis libros recientemente meditaba, ¿qué es lo que hace al cristiano permanecer de pie y firme (Ef. 6:13)? ¿Cuáles son esos «sujetalibros» que nos ayudan a mantenernos firmes en medio de los altibajos y las diversas etapas que Dios en Su plan perfecto tiene para cada una de nosotras? Sabemos que Dios nos llama a regocijarnos en todo tiempo y que mucha de nuestra fortaleza se deriva del gozo con que enfrentemos cada día y cada circunstancia. Pero ¿qué necesito para que esto sea una realidad en mi vida? ¿Qué necesito para permanecer de pie?
Primer sujetalibros: GRATITUD
La palabra de Dios nos manda a ser agradecidas en todo tiempo; independientemente de las circunstancias (1 Tes. 5:18). Como hijas de Dios, tenemos dos razones fundamentales para tener corazones agradecidos:
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Gratitud por Su salvación
Dios ha derramado Su gracia sobre nosotros, nos ha perdonado en Cristo y nos ha llamado para vivir eternamente a su lado.
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Gratitud por las bendiciones diarias.
La fidelidad de Dios es evidente en nuestra vida y solo tenemos que abrir los ojos para verla. Como Padre bondadoso y lleno de amor, Él hace llover sobre nosotros misericordias nuevas cada mañana y suple todas nuestras necesidades. En ocasiones he puesto mis ojos en lo que no tengo y se me olvida contar mis bendiciones; pero cuando vuelvo a enfocarme en ellas, mi corazón rebosa de agradecimiento.
Segundo sujetalibros: ESPERANZA
Dios, en su sabiduría, no permite que Sus hijos estén satisfechos con cosas terrenales. Él sabe que fácilmente pudiéramos ser distraídos y desviados a buscar satisfacción en cosas que no pueden darnos la plenitud que solo Él nos puede ofrecer. Por eso en ocasiones nos hace pasar por pruebas y desiertos para que corrijamos la fuente y el fundamento de nuestra esperanza. ¿Y dónde debe radicar nuestra esperanza?
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Esperanza en Sus promesas para nuestra vida aquí y ahora.
Dios no nos ha dejado solas y sin esperanza en medio de nuestro peregrinar. Él nos ha dejado cientos de promesas en Su Palabra; promesas que son certeras y garantizadas por Aquél que es todopoderoso para cumplirlas. Cuando mi corazón desfallece, lleno mi mente y mi corazón de esas promesas que me devuelven la esperanza, aun en las situaciones más confusas e inciertas.
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Esperanza en la gracia venidera.
Vivimos en un mundo caído y Dios no nos ha garantizado una vida libre de dificultades. Pero algo que sí nos ha garantizado es un futuro eterno a Su lado, disfrutando de delicias para siempre en compañía de Él. Un mundo donde no habrá más lágrimas ni dolor; un mundo donde el pecado ya no tendrá victoria sobre nosotros ni donde Satanás podrá alcanzarnos. ¡Esa es nuestra más grande esperanza! ¡Nos espera un gran futuro a Su lado!
- ¿Te sientes fortalecida con Su gozo o te sientes descorazonada? ¿Estás de pie y firme o te sientes como un barco en alta mar llevado de aquí para allá?
- ¿Cómo está tu nivel de gratitud? ¿Dónde radica tu esperanza?
- ¿Tienes estos sujetalibros en su lugar?
- ¿Qué cambios en perspectiva necesitas hacer para mantenerte de pie y firme en tu vida cristiana?
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