Esta porción del Salmo 119 inicia con la declaración que seleccionamos para titula el recorrido, ¡Cuánto amo tu ley!, es mi oración que Dios inunde nuestros corazones con un profundo amor por su Palabra.
¡Cuánto amo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Tus mandamientos me hacen más sabio que mis enemigos, porque son míos para siempre. Tengo más discernimiento que todos mis maestros, porque tus testimonios son mi meditación. Entiendo más que los ancianos, porque tus preceptos he guardado. De todo mal camino he refrenado mis pies, para guardar tu palabra. No me he desviado de tus ordenanzas, porque tú me has enseñado. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca. De tus preceptos recibo entendimiento, por tanto aborrezco todo camino de mentira. (Salmos 119:97-104 LBLA)
¿Cómo logro amar la Palabra de Dios?
¿Cómo puedo alcanzar sabiduría y discernimiento?
El salmista nos da una respuesta clara a estas preguntas: él nos muestra la estrecha relación de su amor por la Ley de Dios y la meditación. La sabiduría y e discernimiento son frutos de mantener su mente ocupada con los Estatutos de Dios. Y es bueno aclarar que él no se limita con decir que pensaba en las cosas de Dios, o que pasaba tiempo con otros creyentes, ni siquiera que estaba ocupándose de las cosas de Dios todo el día. Todas esas cosas son buenas pero se pueden convertir en sustitutos de lo más importante, aquí él está hablando de meditar la misma Palabra de Dios, repetirla, considerarla, pensar en ella.
En estos días tan convulsionados tenemos que ser muy intencionales para meditar, no esperes tener el escenario perfecto, sin ruido ni distracciones. Anota en una tarjeta ese versículo esa promesa, ese texto que habla del carácter de Dios, quizás aquello que te confronta con tu pecado y llévalo contigo durante el día, léelo, memorízalo, conviértelo en tu oración o tu adoración.
¿Cómo puedo ser librado de tomar un mal camino o de desviarme de la ley de Dios?
La respuesta a esta pregunta apunta a nuestro pecado de autosuficiencia, el salmista nos dice que él era enseñado por Dios. La verdad es que aún siendo cristianos luchamos con el pecado de no ser enseñables, creemos que nuestra "sabiduría", nuestra experiencia, los conocimientos adquiridos por nuestros anos en la fe nos dan el insumo que necesitamos para resolver casi todos los problemas que se avalanchan hacia nosotros. Esto es un gran error, debemos acercarnos a la Palabra dispuestos a dejar a un lado la tradición, la religión, nuestra propia opinión y dejar que Dios mismo nos dirija hacia su , sólo así podremos desechar el camino de mentira.
El salmista nos da una respuesta clara a estas preguntas: él nos muestra la estrecha relación de su amor por la Ley de Dios y la meditación. La sabiduría y e discernimiento son frutos de mantener su mente ocupada con los Estatutos de Dios. Y es bueno aclarar que él no se limita con decir que pensaba en las cosas de Dios, o que pasaba tiempo con otros creyentes, ni siquiera que estaba ocupándose de las cosas de Dios todo el día. Todas esas cosas son buenas pero se pueden convertir en sustitutos de lo más importante, aquí él está hablando de meditar la misma Palabra de Dios, repetirla, considerarla, pensar en ella.
En estos días tan convulsionados tenemos que ser muy intencionales para meditar, no esperes tener el escenario perfecto, sin ruido ni distracciones. Anota en una tarjeta ese versículo esa promesa, ese texto que habla del carácter de Dios, quizás aquello que te confronta con tu pecado y llévalo contigo durante el día, léelo, memorízalo, conviértelo en tu oración o tu adoración.
¿Cómo puedo ser librado de tomar un mal camino o de desviarme de la ley de Dios?
La respuesta a esta pregunta apunta a nuestro pecado de autosuficiencia, el salmista nos dice que él era enseñado por Dios. La verdad es que aún siendo cristianos luchamos con el pecado de no ser enseñables, creemos que nuestra "sabiduría", nuestra experiencia, los conocimientos adquiridos por nuestros anos en la fe nos dan el insumo que necesitamos para resolver casi todos los problemas que se avalanchan hacia nosotros. Esto es un gran error, debemos acercarnos a la Palabra dispuestos a dejar a un lado la tradición, la religión, nuestra propia opinión y dejar que Dios mismo nos dirija hacia su , sólo así podremos desechar el camino de mentira.
¿Cómo puedo ser librado de tomar un mal camino o de desviarme de la ley de Dios?
La respuesta a esta pregunta apunta a nuestro pecado de autosuficiencia, el salmista nos dice que él era enseñado por Dios. La verdad es que aún siendo cristianos luchamos con el pecado de no ser enseñables, creemos que nuestra "sabiduría", nuestra experiencia, los conocimientos adquiridos por nuestros anos en la fe nos dan el insumo que necesitamos para resolver casi todos los problemas que se avalanchan hacia nosotros. Esto es un gran error, debemos acercarnos a la Palabra dispuestos a dejar a un lado la tradición, la religión, nuestra propia opinión y dejar que Dios mismo nos dirija hacia su , sólo así podremos desechar el camino de mentira.
Hoy vamos a permitir que estos ocho versículos nos respondan preguntas que son trascendentales en nuestro caminar con Dios.
Es mi oración que Dios ponga en nosotros un desesperado amor por Su Palabra y que podamos unirnos al salmista y decir: "Cuán dulces son a mi paladar tus palabras!, más que la miel a mi boca!
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