Lectura bíblica: Lucas 24:1-12
Tristes… perplejas… aterrorizadas… sorprendidas… emocionadas… esperanzadas. Estas mujeres experimentaron toda una gama de emociones en tan solo unos momentos. ¡Esta escena es de película!
Después de haber pasado dos noches y un día entero encerradas en sus casas en obediencia a la ley, salen con prisa hacia el sepulcro. Están preocupadas porque el cuerpo de Jesús no se preparó correctamente por la presión del tiempo el viernes. Realmente las admiro. No tienen idea de cómo van a quitar la enorme piedra que tapa la entrada al sepulcro, pero van con determinación. No saben lo que les espera.
Lucas dice que ellas estaban perplejas, pero yo también me quedo perpleja con ellas. Fueron testigos de los milagros de Jesús. Vieron cuando sanó a los enfermos, cuando echó fuera demonios, y cuando levantó muertos. Además, sabían que Él había dicho que sería crucificado y que al tercer día, resucitaría. ¡Y ellas iban a preparar su cuerpo con especias aromáticas para su descomposición!
¿Sabes? Yo hago lo mismo. Dios me ha salvado de mis pecados. Ha mostrado su amor incondicional hacia mí. Ha obrado de una manera maravillosa al proveer para mis necesidades espirituales y materiales. Y ¿qué hago a la primera cuando hay una crisis? «Dios, ¿dónde estás? Te has olvidado de mí. ¡Ya no me amas! Es más, ¡ya ni creo que existes!».
Jesús anunció cómo sería su muerte, y qué sucedería al tercer día. Y al llegar a la tumba, los ángeles les recuerdan a estas mujeres las palabras de Jesús. Ellas empiezan a acordarse. Los recuerdos llenan sus mentes. Algunas cosas empiezan a tener un poco más de sentido. Buscan a los apóstoles para contarles lo sucedido, pero ellos las consideran locas. Pues, se entiende, ¿no? Con tantas emociones en un día, me imagino que parecían estar un poco fuera de sus cinco sentidos. Ya las puedo escuchar… varias mujeres hablando al mismo tiempo, corrigiéndose y hablando unas por encima de otras. Los apóstoles no les hicieron caso.
Excepto Pedro. Me encanta Pedro. Me identifico con él muchas veces. (Creo que mi nombre debió haber sido Pedrita). Pedro el disparatado y espontáneo. El apasionado y orgulloso. Él habrá entendido un poco mejor a estas mujeres que los demás apóstoles. Él fue el que dijo, «Tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente». Había una semilla de fe en Pedro que Cristo mismo puso ahí. Esa fe, junto con su naturaleza impulsiva, llevó a Pedro corriendo a ese sepulcro. El texto dice que después se fue a su casa pensando. ¿A su casa? ¿Por qué no fue con los demás apóstoles? ¿Por qué no fue a gritarle a todo el mundo que Cristo había resucitado? Quizás le faltaba ver a Jesús para poder seguir adelante. Pero Pedro lo sabía, las mujeres lo sabían, ya todo había cambiado.
La resurrección cambia todo.
- La resurrección cambia el escandaloso alumbramiento de una mujer soltera en un acto de honor.
- La resurrección cambia el asqueroso pesebre de un establo en un trono.
- La resurrección cambia la trágica muerte sobre una cruel cruz en una victoria.
- La resurrección cambia una supuesta secta en la religión verdadera.
- La resurrección cambia el rumbo completo de la historia. Es el clímax de la trama. Es el elemento esencial que no podía faltar.
Piénsalo por un momento. ¿Cómo te podría dar vida eterna alguien que está muerto? Jesús pudo haber nacido de una virgen, haber vivido sin pecado, y haber muerto en una cruz, y todo habría sido en vano si no hubiera resucitado. La resurrección hace único al cristianismo verdadero. Mi Salvador no está en una tumba como Joseph Smith, Mahoma o Buda. ¡Él resucitó! ¡Él vive!
Esta navidad, al pensar en ese Bebé en el pesebre, recuerda la tumba vacía y siente la esperanza que esas queridas mujeres sintieron al entender que todo había cambiado.
Reflexiona
- ¿El nacimiento, la muerte, y la resurrección de Cristo, te han cambiado? ¿Has puesto tu fe exclusivamente en Él y hay evidencia de esa fe en tu vida diaria? (Sant. 2:17)
- En momentos de confusión y temor, ¿en qué piensas? ¿De qué te acuerdas? Si las mujeres hubieran recordado las palabras de Jesús, su experiencia habría sido muy diferente. ¿Estás atesorando la Palabra en tu corazón? (Sal. 119:11)
- ¿Cómo cambia la resurrección tu perspectiva de la Navidad?
Ora
- Pasa un tiempo expresando gratitud a Dios por resucitar a Jesús, por cerrar el ciclo que empezó con ese Bebé en un pesebre.
- Pídele a Dios que te dé una fe que recuerde Sus palabras en momentos de dificultad y confusión.
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