Cuando prefieres un cutis perfecto más que un corazón puro

«Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios». -Mateo 5:8

Puro. Limpio. Perfecto. Queremos respirar aire puro, tomar agua limpia, tener un cutis perfecto. Seguramente salimos de casa en un carro limpio, con cabello limpio y ropa limpia (a menos que nos despertemos tarde, entonces, si eres como yo, simplemente te pones una gorra sobre tu pelo sucio).

La mayoría de las personas no quieren verse ni oler desagradablemente en su exterior. Pero en su interior… es completamente otra historia.

¿Qué tan malo es realmente?

Nuestra cultura se burla de la pureza y celebra la obscenidad. No somos tan diferentes. Muy adentro, odiamos la pureza. Pensamos que Dios no está colaborando con nosotras cuando nos llama a ser santas como Él es santo. Irónico, ¿no es cierto? En cualquier otra área de la vida (excepto nuestros corazones) queremos ser limpias. ¿Por qué? Es porque nacimos con un corazón sucio (observa Génesis 3 para que leas la triste historia de cómo ocurrió). Y cuando digo sucio, quiero decir realmente sucio, es peor de lo que piensas. En Génesis 6:5, Dios expresó que cada una de las intenciones de los pensamientos de nuestros corazones es solo maldad, continuamente. ¡Chispas!

Así que, cuando Jesús dice: «Bienaventurados los de limpio corazón», nos preguntamos, ¿cómo podemos obtener un corazón limpio y puro? ¿Cómo obtener un nuevo corazón? ¡No puedes!

Tú sabes cómo es. Una lavada más no quitará las manchas en esa blusa blanca, necesitas una blusa blanca totalmente nueva. 

Ocurre de igual forma con nuestros corazones, necesitamos que sean completamente nuevos. Afortunadamente, Dios está en el negocio de trasplante de corazón… ¡y Jesús pagó tu cuenta! Observa Su promesa en Ezequiel 36:26-27: «Además, les daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de ustedes; quitaré de su carne el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Pondré dentro de ustedes Mi espíritu y haré que anden en Mis estatutos, y que cumplan cuidadosamente Mis ordenanzas».

Sin embargo, para obtener este nuevo corazón, tienes que quererlo. Primero tienes que ponerte a cuentas con Dios, aceptar que tienes un corazón sucio y después firmar aceptando el trasplante.

Cómo mantener limpio el nuevo corazón 

Obtener un nuevo corazón es solo el comienzo. Hace poco compré un par de tenis azul turquesa. Tenían suelas blancas y ya me había tocado limpiarlas varias veces. Los zapatos nuevos no se mantienen limpios mientras caminas por la vida. Los corazones nuevos tampoco. Entonces, ¿cómo puedes limpiar tu corazón? Con frecuencia necesitas permitir que la Palabra de Dios te muestre en dónde estás sucia (Juan 17:17). Después, cuando lo confiesas, Dios promete limpiarte de esas suciedades (1 Juan 1:9).

¿Cómo es esto posible? 

¿Pero por qué debes obsesionarte con la pureza interior cuando tienes proyectos de la escuela, la participación en el coro y ese trabajo de verano? La parte final de Mateo 5:8 explica por qué: «Bienaventurados los de limpio corazón, pues ellos verán a Dios».Eso es asombrosamente maravilloso. ¿Te acuerdas cómo en el Antiguo Testamento este santo, puro, limpio, inalcanzable Dios habitaba en una sección especial del tabernáculo llamado el Lugar Santísimo? Solamente el Sumo Sacerdote podía cruzar las cortinas gruesas hacia el Lugar Santísimo, solo podía hacerlo una vez al año, y solo si él traía consigo un sacrificio de sangre; si no, Dios lo mataría. Tenía que ofrecer un sacrificio de sangre para limpiar su corazón sucio.

Ahora, piensa que este santo, puro, limpio e inalcanzable Dios puede ser visto y conocido por ti. ¿Cómo? Las pesadas cortinas que te separaban de Él han sido rasgadas.

Sabemos por las Escrituras, que cuando las cortinas del templo se rasgaron justo después de la muerte de Jesús, eso representó que el cuerpo de Jesús fuera desgarrado por ti (Heb. 10:19-22). Su sangre fue puesta en ese lugar de misericordia para que Dios te diera la bienvenida en el Lugar Santísimo.

Si no puedes «ver» a Dios, ¿será porque nunca has tenido un trasplante de corazón? ¿Estás lista para pedirle un nuevo corazón? 

Puro. Limpio. Perfecto. Por dentro. Por fuera. Es posible, tener un nuevo corazón a través de Cristo. 

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Sobre el autor

Paula Hendricks Marsteller

Paula se graduó del Instituto Bíblico Moody en 2005 con una licenciatura en Comunicación Impresa. Dos semanas más tarde, ella comenzó a trabajar en Revive Our Hearts, donde actualmente se desempeña como Directora de Redacción y Editorial. Su … leer más …


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