Por Courtney Reissig
«Sé por qué ella piensa de esa manera» dijo con desprecio. «Es una feminista».
Escuché un grupo de mujeres hablando sobre un artículo reciente que animaba a las mujeres a abrazar el feminismo y su influencia, y todas estuvieron de acuerdo que el feminismo era malo para las mujeres y que no era una palabra bienvenida en su vocabulario. Éstas eran mujeres piadosas involucradas en sus iglesias. Amaban la Palabra de Dios y las verdades sobre Su diseño para la mujer. Pero su desdén con los de afuera era evidente.
En algunos de nuestros círculos el feminismo se trata como si fuera una mala palabra ¿no es cierto?
En parte, porque deleitarse en el diseño de Dios para la mujer no es una idea popular en nuestra cultura actual. Dondequiera que miramos, el mundo a nuestro alrededor nos dice que rechacemos las enseñanzas de la Biblia sobre la feminidad. Para aquellas de nosotras que estamos dispuestas a nadar contra la corriente postmoderna y feminista, nuestro radar siempre está atento a las ideologías del día. Estamos listas para denunciar cualquier cosa que sea contraria a Su diseño, y a veces sin darnos cuenta pensamos que ya llegamos a capturar todo el sentido de la feminidad bíblica.
Si vemos una mujer que vive diferente a nosotras, la miramos por encima del hombro. Pensamos que su ideología falsa, principalmente el feminismo, no se encuentra en nuestra vida.
Es posible que sea verdad que el feminismo no te domina. Alabado sea Dios por eso. Pero en mi libro The Accidental Feminist (solo en inglés), trato de demostrar cómo el feminismo nos ha impactado a todos, ya sea que lo podamos ver o no. Incluyendo a aquellas que están un poco más adelantadas en el tema, por lo que ninguna podemos vanagloriarnos.
Cómo vemos a nuestros esposos
Quizás estás casada y crees que no puedes ser una feminista. Gozosamente te sometes a tu esposo. Lo amas. Le sirves. Disfrutas estar casada, y quizás te casaste joven (¡rechazando la mentira del feminismo de que necesitas encontrarte a ti misma antes de encontrar un esposo!).
Pero ¿cómo te refieres a tu esposo cuando te ha herido? ¿Cómo hablas acerca de los hombres en general? Si tu esposo no sabe manejar la tostadora o deja los calcetines tirados en el piso, ¿lo etiquetas de que no es “más que un hombre”? Si tan solo fuera una mujer, la vida sería mucho más fácil.
Una de las maneras sutiles en que el feminismo nos ha alcanzado, hasta a la más conservadora de nosotras, es al tratar a los hombres como inútiles y estúpidos porque no son mujeres. Puede que lo respetes de palabras y en hechos, pero ¿lo respetas in tu corazón, especialmente cuando las diferencias más obvias entre los géneros se ponen de manifiesto en tu matrimonio?
Cómo vemos a los hijos
Quizás eres madre y es lo que siempre habías soñado. Ves a las mujeres elegir una carrera por encima de los hijos y entonces, internamente las pones en una categoría de mujeres que no han llegado como tú sí lo has hecho. Observas que los hijos del vecino van todos los días a la escuela, y piensas qué dichosos son tus hijos de estar en casa contigo, en lugar de ser supervisados por cualquier otra persona.
Pero en los días más difíciles de la maternidad, esos cuando la mantequilla de maní termina en el pelo antes de las 9 a.m. y tu hijo mayor no deja de discutir ¿secretamente resientes la vida que te ha tocado? ¿juzgas a la mujer con una vida diferente a la tuya solo para mirar con un fuerte anhelo su vida, desde las cuatro paredes de tu pequeño y bendito caos?
Quizás no estás afuera apoyando el feminismo en la esfera pública o usando una camiseta que lea “Soy una feminista”. Amas a tu esposo y a tus hijos. Abrazas el diseño de Dios para tu vida. Pero la lucha contra nuestro propio egoísmo y deseo de autonomía personal no desaparece cuando nos casamos o tenemos un bebé.
La esperanza para todas nosotras no se encuentra en una adherencia externa a los mandatos de Dios. Se encuentra en la cruz de Cristo. Solo podemos vivir como mujeres piadosas, en cada etapa, en cada contexto, debido a la vida perfecta de Jesús, el Dios hecho Hombre por nosotras. En la medida en que confiamos en Él, dependemos de Él y Lo atesoramos por encima de todo lo demás, recibimos las herramientas que necesitamos para obedecerlo. Deleitarte en el buen diseño de Dios para ti, como mujer no se debe a tus propios méritos, sino a los méritos de otros. Esto es liberador, ¿verdad?
Significa que cuando caes, tienes un Abogado ante el Padre y el Espíritu Santo para darte esperanza de arrepentimiento y restauración significa que cuando estás haciendo lo correcto, tienes una razón para adorar, sabiendo que las buenas obras que haces son una provisión de gracia de nuestro Todo-competente Salvador.
Si Dios te ha dado ojos para entender Su Palabra y abrazar Su diseño para ti como mujer, alábalo por eso. ¡Es un precioso regalo! Pero cuando mires a esa mujer que todavía no ha podido ver lo que Dios por Su gracia te ha permitido entender, recuerda estas palabras:
Porque ¿quién te distingue? ¿Qué tienes que no recibiste? Y si lo recibiste, ¿por qué te jactas como si no lo hubieras recibido? - 1ª Co. 4:7.
Es todo por gracia, hermana. Solo gracia.
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