Cuando los deseos legítimos se vuelven ilegítimos

Mientras leía un estudio bíblico sobre la vida de Elisabet, salió a relucir una frase que no ha dejado de rondar mis pensamientos: «deseos legítimos satisfechos ilegítimamente». Nunca había escuchado ese concepto, aunque seguramente lo había puesto en práctica más de una vez.

Pero, ¿qué es «legítimo»? Pues bien, significa algo que es justo, genuino y razonable. En otras palabras, lo que estaba rondando por mi cabeza, era la idea de tener un deseo razonable, pero satisfecho de forma injusta.

La palabra de Dios nos enseña: «Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento» (Pr. 3:5). Por lo tanto, lo que quiero producir en ti y en mí al tocar este tema, es que juntas podamos confiar plenamente en la providencia de nuestro Dios todopoderoso y en sus planes perfectos.

¿Cómo podemos satisfacer nuestros deseos ilegítimamente?

Nosotras tenemos deseos legítimos que anhelamos sean cumplidos en nuestras vidas, como tener amistades, una posición laboral más alta, casarnos, ser madres, viajar, y así podríamos hacer una lista muy, pero muy larga.

¿Pero hasta donde estamos dispuestas a llegar por cumplir esos deseos? ¿Haríamos cosas injustas o indebidas para obtener lo que queremos?

Muchas mujeres han estado dispuestas a hacer de todo, hasta pasar por encima de quien sea, incluso de Dios, para ver realizados sus sueños. Muchas veces corremos tras los placeres y tesoros terrenales, porque no vemos que Dios es mejor que estos placeres y tesoros.

Veamos las historias de tres mujeres que hicieron todo por cumplir un deseo; dos de ellas con un final trágico y una con un final esperanzador: 

  1. Jezabel: «Su mujer Jezabel le dijo: ¿No reinas ahora sobre Israel? Levántate, come y alégrese tu corazón. Yo te daré la viña de Nabot de Jezreel» (1 R. 21:7). Jezabel fue una mujer idólatra, sin escrúpulos, incitadora, ambiciosa, hipócrita, corrupta, manipuladora, dominante y violenta. Ella hizo todo un plan malévolo para conseguir el viñedo de Nabot y, finalmente, murió comida por los perros.
  2. Atalía: «Cuando Atalía, madre de Ocozías, vio que su hijo había muerto se levantó y exterminó toda la descendencia real de la casa de Judá (…) y estuvo escondido (Joás) seis años, mientras Atalía reinaba en el país» (2 Cr. 22:10,12). Una mujer malvada, asesina, idólatra, manipuladora, violenta y usurpadora. Mujer que con tal de tener gloria y control, mató a sus hijos y nietos, mató a todo aquel que pudiera amenazar su posición. Mas ella fue muerta a filo de espada.
  3. Sara: ¿Recuerdas a Sara, la mujer estéril de edad avanzada? Ella fue una mujer incrédula a la promesa de Dios y un tanto manipuladora e incitadora con su esposo Abram por el deseo de tener un hijo. Gn. 16:2 nos relata este hecho: «Entonces Sarai le dijo a Abram: He aquí que el Señor me ha impedido tener hijos. Llégate, te ruego, a mi sierva; quizá por medio de ella yo tenga hijos». Esta historia tiene un final diferente porque Dios cumplió con fidelidad su promesa y ahora ella es llamada madre de todas nosotras (1 P. 3:6b).

Quizá puedes estar pensando «bueno, pero esas son cosas extremas»; sin embargo, déjame darte algunos ejemplos de deseos satisfechos de forma ilegítima. Tal vez con alguno de ellos te sientas identificada:

  • Amistad: hacer todo por encajar o ser aceptada.
  • Relación: entablar una relación con alguien comprometido, casado o inconverso.
  • Bebé o una familia más extendida: someterse a procedimientos que llevan a desechar óvulos fecundados. 
  • Viajar: gastar lo que no tienes.
  • Posición laboral más alta: maquillar resultados o relacionarse íntimamente con quien tiene la autoridad de elegir.

Es muy probable que para ti esto sea una advertencia o una confrontación porque has pasado por algo así. Seguramente, si eres cristiana, conoces el versículo de Romanos 8:28 o hasta lo sabes de memoria: «para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien»; pero dime, ¿realmente lo crees? ¿Crees que sus planes son mejores y más altos que los tuyos?

El Dios que nos creó tiene lo mejor reservado para ti y para mí aunque no lo podamos ver ahora. Por eso, cuando un deseo no es cumplido, deberíamos pensar que Dios nos puede estar protegiendo de alguna aflicción. ¿Recuerdas a Jesús en Lucas 22:42 orando en el Monte de los Olivos? Él dijo: «Padre, si es tu voluntad, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya». Dios guardó silencio y ahora esa vida, esa muerte y esa resurrección es nuestra mayor esperanza para hoy y para lo porvenir.

Te animo a seguir orando por tu deseo, pues tenemos un Dios que no acorta su oído para escucharnos. Su palabra nos afirma: «Claman los justos, y el Señor los oye, y los libra de todas sus angustias» (Sal. 34:17). Escoge con sabiduría las acciones que debes tomar, recuerda que nuestra vida está hecha para glorificar a Dios y ese debe ser el deseo legítimo más grande para nosotras.

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Sobre el autor

Sara Pérez de Antelo

Sara Pérez de Antelo

Hija de Dios por amor, misericordia y gracia, esposa de David y mamá de 2 hijas hermosas Sofía y Daira.

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