«Den gracias al Señor , porque Él es bueno;
Porque para siempre es Su misericordia.
Díganlo los redimidos del Señor,
A quienes ha redimido de la mano del adversario».
-Salmos 107:1-32
El tema del salmo 107 (expresado en los primeros dos versículos) está seguido de «testimonios personales», ilustraciones de aquellos que han sido redimidos por el Señor y tienen razón para darle gracias a Él. Cada testimonio incluye un desarrollo similar: problemas (las vicisitudes en las que se encontraba la persona), un grito desesperado al Señor para que les ayudara, y la liberación divina. El pasaje está marcado por una respuesta, un «coro de acción de gracias» que se repite al final de cada testimonio.
Hoy te animamos a leer Salmos 107:1-32 y escribir tu testimonio personal de la gracia salvadora de Dios, siguiendo el desarrollo que encontramos en este salmo.
- ¿Cómo era tu vida antes de que Él te redimiera?
- ¿Cómo te llevó Dios al final de ti misma, cuando no podías más, al lugar donde clamaste a Él por misericordia?
- ¿Qué ha cambiado desde que Él te libró de la esclavitud de pecado?
Si tienes tiempo, escribe un testimonio breve de alguna circunstancia que sucedió después de tu salvación inicial, cuando estuviste bajo presión, clamaste al Señor y Él vino en tu rescate. Luego comparte tu historia (Su historia) con alguien hoy. Dile cuán agradecido estás de que el Señor te haya salvado eternamente así como diariamente.
Una y otra vez
«Bendice, alma mía, al Señor,
Y bendiga todo mi ser Su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Él es el que perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus enfermedades;
El que rescata de la fosa tu vida,
El que te corona de bondad y compasión;
El que colma de bienes tus años,
Para que tu juventud se renueve como el águila».
-Salmos 103:1-5
Al reconocer e identificar las bendiciones específicas que hemos recibido de Dios y de otros, descubrimos innumerables razones para expresar gratitud. El salmista tomó tiempo para bendecir al Señor por beneficios específicos. ¡Él no quería olvidar ni uno de ellos! Al abrir hoy tu corazón en oración a Él, pídele a Dios que te revele cuán grande ha sido tu «paquete de beneficios».
Haz dos listas con estos encabezados: «Regalos de Dios» y «Regalos de otros». Escribe bajo esos títulos todo lo que venga a tu mente. No trates de forzarlo a que sea un ejercicio de diez minutos en una sola vez, detente y empieza de nuevo cada vez que te resulte natural. Continúa agregando a estas listas todo lo que recuerdes en los próximos días.
Cuando acabes de enumerar tus bendiciones, toma tiempo para leer tu lista, línea por línea, agradeciendo a Dios por cada uno de estos beneficios. Luego, lee en voz alta el salmo 103. Trata de memorizar y meditar por lo menos los primeros cinco versos en esta semana.
Ahondemos un poco más
«Por tanto, tengan cuidado cómo andan; no como insensatos sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Así pues, no sean necios, sino entiendan cuál es la voluntad del Señor. Y no se embriaguen con vino, en lo cual hay disolución, sino sean llenos del Espíritu. Hablen entre ustedes con salmos, himnos y cantos espirituales, cantando y alabando con su corazón al Señor. Den siempre gracias por todo, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios, el Padre. Sométanse unos a otros en el temor de Cristo».
-Efesios 5:15-21
Luego de empezar a enumerar algunas de tus bendiciones, espero que estés más consciente de las muchas razones por las cuales debes estar agradecida. Recuerdo escuchar a un amigo que mientras cepillaba sus dientes y meditaba en el verso 20, se sorprendió del uso de la palabra «todo». De pronto reflexionó en la importancia de dar gracias a Dios aun por aquellas «pequeñas cosas» que muchas veces pasamos por alto. Esto lo hizo pausar y ser agradecido por… bueno… ¡el cepillo de dientes! Y… ¡la pasta de dientes! Y ya que estaba en eso, le dio gracias a Dios por sus dientes, ¡probablemente por primera vez en su vida!
Puede que tengas que hacer una lista de estas cosas separada de las que hiciste previamente, pero definitivamente es una categoría que vale la pena considerar. Debido a que todo lo que tenemos es un regalo de Dios, ese «todo» amerita también nuestro agradecimiento. Dice Santiago 1:17: «Toda buena dádiva y todo don perfecto viene de lo alto…». Mi amigo me dijo que también se preguntó a sí mismo: «Si el suministro de mañana dependiera de mi agradecimiento de hoy, ¿Cuánto me suministraría el Señor mañana?».
¿Qué «pequeñas cosas» puedes agregar a tu lista? Quizás algunos de esos objetos de gratitud te llevan a darte cuenta de que has dado por sentado a algunas personas en tu vida sin valorar lo que significan. A ellos, ¡dales las gracias de algún modo!
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