Da gracias por la sanidad…a gran voz y claramente.
Lucas 17:11-15
“11Y aconteció que mientras iba camino a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea, 12y al entrar en cierta aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, que se pararon a distancia, 13y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro! ¡Ten misericordia de nosotros! 14Cuando El los vio, les dijo: Id y mostraos a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios. 15Entonces uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. Y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias; y éste era samaritano.”
Al leer este pasaje, notemos algunos detalles del leproso que se devolvió a agradecerle a Jesús. Primero, volvió glorificando a Dios en alta voz. No podía contener su gratitud. Esta ocasión requería un despliegue extremo, sin límite, público de gracias.
Segundo, este se acercó. Los diez leprosos “se pararon a distancia” (v.12) de Jesús – los leprosos estaban ceremonialmente separados y no podían acercarse a aquellos que estaban “limpios”. El leproso sano “cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias” (v. 16) fue el único que se acercó a Jesús. La gratitud nos coloca próximos a Cristo, donde vivimos la plenitud del poder de Su redención y disfrutamos la bendición de Su presencia.
Tercero, “el vino de lejos”, “éste era Samaritano” (v. 16). Este hombre nunca había conocido el Dios verdadero hasta que Jesús vino a su mundo y transformó su vida. Después de separarse de Jesús por una brecha religiosa, cultural y física, le encantó lo que vio en Jesús. La gratitud te atrae a Jesús.
Busca una oportunidad hoy de agradecer al Señor por lo que Él ha hecho en tu vida—en voz alta, en presencia de otros.
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