Confía en tu Salvador, no en una resolución

Soy escéptica con las resoluciones de Año Nuevo. ¿Por qué? Porque algunos días no quiero ser dependiente de Dios, y un sistema de reformarme me facilita regresar a mi autosuficiencia.

A menudo depender de alguien resulta doloroso. Probablemente me parezca así debido a que he vivido la mayor parte de mi vida dependiendo de mi capacidad de ser buena en un mundo que celebra la autosuficiencia. Aun siendo cristiana, disfrutaba las maneras cómo aprendí a ser buena y no necesitar de nadie. Amaba sentirme que yo tenía todo lo que necesitaba para ser piadosa en mi interior. Eso me daba seguridad y comodidad. Bueno, esos días hace mucho tiempo que pasaron. 

La presencia de Dios es como el removedor de pintura, quita las capas de dolor que gustosamente apliqué a través de los años para asegurar que mi pecado fuera cubierto. Pero ahora lo único que queda es un corazón quebrantado que no puede latir sin el soporte vital de Jesús y Su Espíritu en mí.

El milagro de necesitar

¡Esto es un milagro! Soy la farisea de corazón duro y engañoso y que confía en sí misma, que caminaba en el templo dando gracias a Dios por las maneras en que me ayudaba a ser santa. Rechazaba al colector de impuestos que gritaba “Dios, ten misericordia de mí, pecador”.

¡Lo que parece retroceso para mi carne es en realidad un avance para mi alma! Dios se deleita en los corazones quebrantados y estos son un regalo precioso que Él nos ha dado. En momentos de claridad Le ruego con todo mi corazón que nunca me quiete ese regalo.

Pero algunos días miro hacia atrás, con envidia, a esa época de mi autosuficiencia. Y es por esa razón que soy escéptica con las resoluciones de Año Nuevo.  Me tientan como el sonido de la sirena a abandonar mi condición de necesitada y a unirme a ellas en la peligrosa isla del control. Una vida que yo pueda manejar mediante la planificación cuidadosa y estructurada, ¡me parece un sueño! Pero Dios sabe que sería la muerte para mi alma... y entonces, dependo de Jesús.

Antes de que te imagines que mis días transcurren como una llorona rodeada por el caos (aunque no quiero que te equivoques ¡sí tengo días así!) déjame aclararte que yo planifico mis semanas, trabajo cuatro a cinco días a la semana, y tengo un plan de lectura de la Biblia. Estructura, metas y propósitos son buenos. Son medios de gracia en mi vida para mantener el ritmo en la dirección de obedecer a Jesús. No tener ningún propósito no es algo bueno.

Pero. Pero . . .  reconozco que tengo la tendencia a confiar en que esas metas externas “arreglen” mi pobreza interior. Y no pueden hacerlo. Porque al final del día mi principal problema es el pecado. Y al final, solo hay una solución a mi problema: un Salvador.

Quizás seas propensa a lo mismo también. Tal vez todas lo tenemos. Creo que por esa razón Pablo advirtió a la iglesia en Colosas “Mirad que nadie os haga cautivos por medio de su filosofía y vanas sutilezas, según la tradición de los hombres, conforme a los principios elementales del mundo y no según Cristo”. ~Colosenses 2:8

Pablo vio una amenaza real para estos creyentes en cosas que “tienen a la verdad, la apariencia de sabiduría en una religión humana, en la humillación de sí mismo y en el trato severo del cuerpo, pero carecen de valor alguno contra los apetitos de la carne” ~Colosenses 2:23

Por eso en una época de resoluciones, donde prevalece la actividad religiosa de autoayuda y de prácticas de autonegación ¿cómo asegurarnos de que no seamos atrapadas? Las palabras de Pablo en Colosenses 2 nos dan la respuesta.

Que la meta sea la Sustancia, no la sombra

Después de su advertencia de apertura en el versículo 8, Pablo continúa usando la frase “en Él” o “con Él”. ¿Adónde se dirige con estas frases?

y habéis sido hechos completos en El (v. 10)

en El también fuisteis circuncidados con una circuncisión (v.11)

habiendo sido sepultados con El en el bautismo (v.12)

habéis resucitado con El por la fe (v. 12)

os dio vida juntamente con El (v. 13) 

Todo lo que alguna vez necesitaremos por el resto de nuestras vidas se encuentra en la persona de Jesús. Como cristianas, estamos unidas con Jesús y ya tenemos lo que cualquier resolución persigue

“Por tanto” dice Pablo, “que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida” (v. 16).

A menudo las resoluciones enfocan nuestro corazón en la sombra, los logros físicos. Pero la sustancia de estas cosas es Jesús. Si eres cristiana, ya Lo tienes a Él. Permite que toda transformación de este nuevo año persiga depender de la Sustancia, no de las sombras.

Confía en tu Salvador, no en un sistema

Tenemos a Jesús. Eso es grandioso; pero ¿qué significa en términos prácticos? No podemos verlo, tocarlo ni escucharlo; por tanto, ¿qué significa en nuestra vida diaria que abracemos esta unión?

En los versículos del 20 al 22, Pablo explica Si habéis muerto con Cristo a los principios elementales del mundo, ¿por qué, como si aún vivierais en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: no manipules, no gustes, no toques(todos los cuales se refieren a cosas destinadas a perecer con el uso, según los preceptos y enseñanzas de los hombres?”

En resumen, si estás con Cristo, has muerto a este mundo y sus formas. Entonces, ¿por qué te sometes a la manera del mundo de hacer las cosas y a sus sistemas como si todavía pertenecieras al mundo?

Personalmente, mi respuesta a esta pregunta sería porque los sistemas parecen tan predecibles y efectivos. No comas carbohidratos, pierde peso. No toques el teléfono hasta las diez de la mañana, haz más cosas. Todas ponen el control de mi transformación en mis manos y como dije antes, mi deseo de control es una gran tentación para mí. Aunque estos preceptos humanos tienen valor y pueden ser útiles, no tienen el poder de tratar con mi pecado. A menudo estos sistemas de autoayuda solo enmascaran un problema más profundo.

No, no necesitamos un sistema de reforma porque ya hemos sido reformadas. Pablo nos recuerda que, aunque estábamos muertas en nuestros pecados, Dios nos dio vida con Cristo, “habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de Él”. (versículos 13 al 15)

No necesitamos un sistema para este nuevo año. Necesitamos un Salvador quien fue, es y será triunfador, Él es nuestra victoria. Él es nuestro éxito. No importa cuán esperanzada te sientas en enero o cuán desesperada estés en junio, confía en tu Salvador no en un sistema.

Redefine el éxito

Jesús vio a través de la definición hueca de éxito del mundo y modeló algo diferente: uno de dependencia (Juan 5:19, 30), servicio (Mateo 20:25-28) y muerte (Mateo 16:21-23). Por tanto, no te desanimes si te das cuentas que eres más necesitada y quebrantada.  En la economía de Dios, ésas son las marcas de una verdadera madurez espiritual. Veamos la victoria cuando Dios esté quitando de nosotras la autosuficiencia y en su lugar, estemos creciendo en nuestra fe en Cristo.

Sin importar cuáles sean tus metas este año, recuerda que la meta de Dios será la que triunfará al final: conformarnos a la imagen de Su Hijo. Y con gratitud, podemos confiar Aquel que empezó en nosotras la buena obra la perfeccionará. ¡Aleluya!

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Sobre el autor

Kelly Needham

Kelly Needham espera persuadir a tanta gente como sea posible que nada se compara con conocer a Jesús. Está casada con el cantante y compositor, Jimmy Needham, cuyo ministerio de compartir el Evangelio a través de sus canciones lo ha … leer más …


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