Hoy, conectemos los puntos para ver por qué debemos vivir como “mujeres de la Palabra”.
Seremos mujeres de la Palabra, buscando constantemente crecer en nuestros conocimientos de las Sagradas Escrituras, y vivir de acuerdo a una sana doctrina en todos los aspectos de nuestras vidas. –Compromiso No. 3 del Manifiesto de la mujer verdadera.
Podemos etiquetar Tito 2:3-5 como “El Manual de la femineidad bíblica”. Pablo compila toda una vida de instrucción en estos tres versículos. Se encomienda a las ancianas a traspasar verdades importantes y enseñanza practica a las más jóvenes. Pablo concluye este pasaje con una seria advertencia. Exhorta a las mujeres a vivir de esa manera para que la Palabra de Dios no sea “blasfemada” (LBLA), “hable mal” de la misma (NVI), “deshonrada” (NTV). El fracaso en vivir las verdades de Dios convierte la Palabra de Dios en objeto de burla. La "vida no transformada" es la fuerza más destructiva que se opone al poder del Evangelio.
Quizás algunas de ustedes han escuchado mi testimonio en Revive Our Hearts. Dios usó este pasaje de Tito 2 para abrir mis ojos a la devastación que mi pecado había provocado en mi matrimonio. Enseñaba -solo de labios- las verdades de la Palabra de Dios de que mi esposo debía ser honrado y respetado como cabeza espiritual y líder de nuestro hogar. Pero en la práctica estaba determinada a ser el “cuello” que lo dirigía hacia donde yo quisiera.
Mis motivaciones eran buenas —siempre estaba enfocada en el crecimiento y mejoría espiritual—pero yo era quien ocupaba la posición de líder y no mi esposo.
Mi esposo, un pastor, tuvo una crisis de fe debido a su incapacidad de reconciliar su pregunta sobre el poder de Dios para transformar. ¿Saben por qué? El me veía empezar mi día de rodillas en oración y estudio diligente de la Palabra; sin embargo, resultaba terrible vivir conmigo. El luchaba con la inquietud de cómo el poder de la Palabra de Dios era tan inefectivo en transformar mi carácter. Luchaba con el hecho de que no parecía que Dios escuchaba sus oraciones de que ocurriera un milagro en nuestro matrimonio. ¡Comenzó a luchar con las dudas sobre el cuidado o interés de Dios!
Mi mayor gozo ha sido ver a Dios sanar nuestro matrimonio. Pero no ocurrió hasta que empecé a vivir –literalmente aplicando–las verdades de la Palabra de Dios. Esto es lo que realmente significa ser “mujeres de la Palabra” en todas las áreas de nuestra vida.
Soñemos juntas. ¿Cómo se vería que toda mujer regenerada viviera las instrucciones que encontramos en Tito 2 y 1 Pedro 3? ¿Qué pasaría si las mujeres solteras vivieran las instrucciones de Colosenses 3:12-17 en sus relaciones con los demás? ¡Me encantaría escuchar lo que piensas que pudiera ocurrir!
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