Jesús dijo: «En verdad les digo, que si piden algo al Padre en Mi nombre, Él se lo dará» (Juan 16:23). Me pregunto cuántos cristianos leen este versículo con escepticismo, pensando: «Bueno, eso ciertamente no es como funciona para mí. Todo el tiempo le pido cosas a Dios y nada ocurre».
Creo que muchas de nosotras somos escépticas, y lo entiendo. Yo también he lidiado con la desilusión cuando Dios no provee la respuesta que deseo. Entonces, ¿cómo puede Jesús prometer cosas tales como: «Si me piden algo en Mi nombre, Yo lo haré» (Juan 14:14).? Jesús puede prometerlo porque es verdad.
Pedir cosas en el nombre de Jesús no significa que podemos exclamar «en el nombre de Jesús» al final de cualquier oración y esperar que Dios nos responda en las próximas veinticuatro horas. Cristo no es una máquina dispensadora o una tienda multiservicio. Él es el Santo y Majestuoso, Soberano, Rey de reyes, digno de constante gloria, honor y alabanza.
¿Con qué frecuencia consideramos realmente la santidad de Dios? Imagina, si entráramos en este momento en el resplandor de la gloria de Dios, podríamos instantáneamente desaparecer en el olvido. Sin embargo, por la purificadora sangre de Cristo, Dios nos invita mediante la oración a entrar delante de Su Trono.
A pesar de ser cierto que podemos pedir cualquier cosa, cerrar nuestra oración con las palabras «en el nombre de Jesús», no engaña a Dios para que nos conceda nuestra petición. Orar en el nombre de Jesús reconoce que nos presentamos delante del Padre a través de Su Hijo. También es un llamado a que nuestra oración esté alineada con el carácter de Dios, Su gloria y la expansión de Su reino, en todas las cosas en las que Jesús se deleita y desea. Si la oración es así, Jesús nos asegura que el Padre dirá sí.
La oración efectiva comienza con la Palabra
Entonces, ¿cómo sabemos lo que Jesús desea? Leamos la Biblia. Dios no nos hace adivinar aquello que le agrada. Dios reveló Su corazón en sesenta y seis libros inspirados por el Espíritu Santo e infundidos a la existencia por Cristo.
La Biblia no es anticuada, porque Dios no es anticuado. La Biblia es la voz de Dios escrita para que nos alimentemos de ella, para aferrarnos, disfrutarla y abrazarla hasta el día en que estemos presentes con Dios en el cielo. La Biblia proclama quién es Dios, lo que Él ha hecho, y lo que todavía está por venir. Su Palabra proclama la voluntad de Dios para la humanidad y Su esperanza para los creyentes.
¡Y eso no es todo! La Biblia revela la gracia de Dios, Su Justicia, Su misericordia y santidad; junto con Su plan y propósito de redención. Explica el problema (el pecado) y la solución (la salvación) y nos ofrece ánimo a montones.
Podemos usar la Biblia como una plantilla para hablar con Dios. Podemos orar a Dios las Escrituras, asegurándonos que estamos orando Su voluntad. Podemos pedirle que cumpla Sus promesas. Podemos regocijarnos en conocer que Dios es fiel en todo lo que dice.
La conclusión es esta: Mientras mejor entendamos la Palabra de Dios, más efectivas serán nuestras oraciones. Y entre más conozcamos a Dios, será más posible que pidamos las cosas que Él quiere.
La oración efectiva está centrada en Cristo.
Si decimos que queremos conocer a Dios, pero no estamos dispuestas a pasar tiempo en Su Palabra, la verdad es, que no queremos conocer a Dios. Sería absurdo recibir una carta de un amigo por correspondencia e inmediatamente escribirle de vuelta sin haber leído su carta. Sin embargo, eso es lo que hacemos cuando buscamos tener una relación con Dios separadas de las Escrituras:
¡Hola! Soy yo otra vez. No saqué el tiempo para leer lo que decías, así que voy a adivinar. Por cierto, me serviría tener un poco de dinero extra, quisiera irme de vacaciones. Esto significa que necesito más tiempo de vacaciones, así que ¿te importaría usar tus conexiones para que consigas un nuevo trabajo para mí? ¿Me ayudarías también a perder diez kilos? De acuerdo, bueno, hasta la próxima. En el nombre de Jesús, adiós.
Creo que todas estamos de acuerdo en que esa carta (u oración) suena egocéntrica. Santiago 4:3 dice esto acerca de nuestras peticiones egoístas: «Piden y no reciben, porque piden con malos propósitos, para gastarlo en sus placeres». La clave para una vida de oración efectiva es fijar nuestros ojos en el Señor en lugar de nosotras mismas.
Señor, ¿qué quieres para mí? ¿De qué manera estás obrando en mi vida? ¿Cómo puedo expandir Tu reino hoy?
Ora por lo espiritual, no solamente por lo temporal
Colosenses 3:2 dice: «Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra». Este versículo se ha convertido en un salvavidas para mí. En cualquier momento en que esté atravesando alguna dificultad, recuerdo este versículo. Pero también es la forma en la que trato de acercarme a la oración. Detrás de cada problema terrenal hay una batalla espiritual. Sin embargo, tendemos a pedir soluciones temporales en lugar de respuestas con mentalidad celestial.
Estoy segura de que la iglesia de Éfeso estaba atravesando por muchos problemas cuando el apóstol Pablo les escribió. Sin embargo, la oración de Pablo se enfocó en su bienestar espiritual. Pablo fijó su mente en las cosas de Cristo en lugar de los asuntos terrenales.
En Efesios 1:17-19, él le pide a Dios que les dé «espíritu de sabiduría y de revelación en un mejor conocimiento de Él». Luego le pide a Dios que ilumine sus corazones para que conozcan la esperanza a la cual Dios los había llamado y «la extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que creemos». Es una oración poderosa, una oración que no me cabe dudas que Dios no podía esperar para responder.
No estoy diciendo que no debemos pedir cosas temporales a Dios. (Créeme, yo presento a Dios peticiones de todo tipo). Pero cuando le pedimos a Dios que mejore nuestro bienestar espiritual, podemos estar seguras de que estamos orando alineadas a todo lo que Cristo desea para nosotras.
Jesús les enseñó a los discípulos que, al orar, debían pedir que el reino de Dios venga y que la voluntad de Dios sea hecha (Mateo 6:10). En otras palabras, Jesús les enseñó a tener una mentalidad espiritual porque no importa lo que está sucediendo en nuestro mundo (o en el mundo de nuestra familia y amigos), la batalla es espiritual.
No hay necesidad de que seamos escépticos hacia la oración. Cuando pedimos por aquello que Jesús desea y en lo que se deleita, la respuesta de Dios es un sí resonante. Santiago 5:16: «La oración eficaz del justo puede lograr mucho». La oración funciona. Pero solamente es efectiva cuando pedimos por cosas alineadas con la voluntad de Dios, con nuestros ojos puestos en Dios y no en nosotras mismas.
Si te sientes desanimada de tu vida de oración, te animo a pasar más tiempo meditando en la Palabra de Dios. Basándote en las Escrituras, ¿qué desea Dios? Luego, pídele por eso. Acércate en oración con una mentalidad espiritual no solo terrenal. Fija tus ojos en Jesús, y ora para que el Reino de Dios venga y Su voluntad sea hecha.
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