"Debes ser más amorosa", fueron las palabras que salieron de la boca de mi pastor cuando me senté frente a él. Ay. "¿Cómo podría decir eso de mí? ¿No ve todo el esfuerzo que hago para ser amorosa? ¿De qué estaba hablando?" Todas estas preguntas surgieron en mi mente justo después de que hizo su comentario. Él había programado un momento para reunirse conmigo porque quería exhortarme a caminar de una manera digna de llamarme una seguidora de Cristo.
¿Alguna vez has recibido una exhortación? ¿Cuándo alguien señala un área de crecimiento o incluso un pecado del que hay que arrepentirse? Si lo has hecho, conoces el aguijón, cuando tu orgullo está herido porque alguien ha visto un pecado en ti. Definitivamente no es una experiencia agradable. Y cuando nuestro orgullo está herido, respondemos de manera orgullosa. Pero el Señor nos llama a ser humildes y someternos a los líderes que ha puesto en nuestras vidas (Romanos 13:1), incluyendo a nuestros pastores. ¿Entonces cómo hacemos eso? Bien, primero debemos asegurarnos de entender qué es una exhortación, de quién proviene y cómo el Señor es soberano en las exhortaciones que recibimos. Cuando entendemos estas cosas, se vuelve más fácil responder con humildad.
¿Qué es una exhortación?
Una exhortación es un llamado, un llamado de una persona a otra para alentar en un área determinada, o puede ser una corrección. La exhortación en el Nuevo Testamento incluye exhortar a los creyentes a no tener divisiones entre ellos (1 Corintios 1:10), a caminar dignamente del llamado que han recibido en Jesús (Efesios 4: 1), para agradar a Dios (1 Tes. 4: 1), para advertir a aquellos que no están siguiendo el camino de Dios y para apoyar a los débiles (1 Timoteo 5:14), unirse al Señor (Hechos 11:23) y continuar en la fe (Hech. 14:22). Las exhortaciones pueden ser de ánimo, es decir, seguir creciendo en un área que necesita desarrollarse más plenamente. Y también puede ser de confrontación, en el sentido de que debemos dejar de involucrarnos en algún tipo de pecado.
¿Quién puede exhortarnos?
Las exhortaciones deben ser impartidas por otros creyentes, incluyendo nuestros líderes, ancianos, ancianas y amigos cristianos. En el Nuevo Testamento, vemos cómo Pablo exhortó a las iglesias a las cuales escribió, y exhortó a Timoteo porque era un pastor más joven. Pero no solo proviene de los líderes, puede venir de un compañero creyente a otro. Hebreos 3:13 dice que debemos exhortarnos unos a otros a evitar que nos endurezcamos por el engaño del pecado. Es parte de nuestro deber de estar en el cuerpo, ayudarnos unos a otros a crecer y parecernos más a Cristo.
¿Cómo es el Señor soberano en la exhortación?
Una de las características del Señor es que Él es soberano, y que Él tiene el control de nuestras vidas y de lo que ocurre en ellas. Esto incluye a las personas que Él ha puesto como líderes y amigos. Entonces, si el Señor es soberano sobre eso, y también le ha ordenado al cuerpo que se sirvan unos a otros por medio de exhortaciones, debe estar claro entonces que una exhortación bíblica es del Señor. Esto es algo para tener en cuenta, cuando alguien te presente una exhortación, asegúrate de que sea realmente bíblica. Si no estás segura, pregúntale a la persona: "¿Puede mostrarme dónde se apoya la exhortación en la Palabra de Dios?" Y antes de hacer esa pregunta, revisa tu corazón y pide en oración al Señor que te ayude a preguntar de una manera que desea aprender en lugar de impugnar o hacer una refutación.
¿Cómo debemos responder ante la exhortación?
Ahora la parte difícil. Una vez más, a la mayoría de nosotras no nos gusta que nos digan que necesitamos crecer o que tenemos que arrepentirnos. Nuestra inclinación natural y pecaminosa es enojarse, negar y discutir. Volviendo a mi historia, no respondí humildemente esa vez. Pero desde entonces, por la gracia de Dios, he crecido. Así que las siguientes seis sugerencias provienen de mi propio viaje al tratar de responder a las exhortaciones de una manera más humilde.
- El Señor nos llama a ser humildes, y por la gracia del Señor podremos responder de esta manera. Mientras escuchas la exhortación, escucha. No interrumpas.
- Si tienes preguntas, pide aclaraciones como, "¿Puede darme un ejemplo de cuándo no fui _____?". Y nuevamente, pídele al Señor que te ayude a hablar y preguntar de una manera que busca querer aprender y no refutar.
- Luego, una vez que hayas preguntado todo lo que necesitas preguntar, intenta agradecer a la persona que te exhorta y que aprecias su deseo de ayudarte a crecer.
- Si sientes de inmediato que sí es algo que tienes que cambiar y deseas compartir con esa persona, hazlo, al hacerlo le alentarás a continuar a ayudándote a crecer. Pero si no estás segura, hazle saber que necesita llevar esto al Señor y para que Él examine tu corazón. Entonces haz justamente eso.
- Lleva la exhortación ante el Señor y pregúntale qué verdad hay en el aliento de la persona. Cuando buscamos seriamente, el Señor nos mostrará.
- Estudia el tema en la Palabra de Dios. Acércate al Señor con el deseo de querer crecer y cambiar. Cuando lo hacemos, a menudo se da el caso de que hay margen de mejorar.
¿De qué formas has aprendido a responder a las exhortaciones con humildad?
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