“Vivamos en este mundo sobria, justa y piadosamente”. Tito 2:12b.
Al igual que para cada hombre creyente, para un pastor o líder de ministerio, mantenerse puro es un reto diario. No debe ser fácil conducirse de manera irreprensible como ministro de Dios en un mundo gobernado por la sensualidad y saturado por todos los medios de mensajes con un alto contenido inmoral. De hecho, según la revista Leadership Magazine, 1 de cada 8 pastores reconoce que ha cometido adulterio o realizado algo sexualmente inapropiado.
¿Dónde empiezan estos casos? Muy probablemente en conversaciones sencillas, miradas, afirmaciones o simplemente con una mujer que no cuidó su escote. Creo que es muy oportuno y necesario que en este tiempo de tanta “libertad cristiana”, las mujeres nos detengamos para analizar el gran poder de influencia que tenemos y los peligros a los que nos enfrentamos por no cuidar de manera intencional la pureza en nuestro corazón.
Estamos llamadas a vivir en este mundo sobria, justa y piadosamente, y eso incluye nuestra manera de vestir y la forma en la que nos conducimos con aquellos que tienen la responsabilidad de velar por nuestro cuidado espiritual. Acercarnos a este tema de manera práctica puede tener implicaciones diferentes para cada mujer, pero lo más importante es que estemos dispuestas a rendir cualquier área en la que Dios nos esté dando convicción de pecado.
Aquí te comparto algunos principios que pueden ayudarnos a cuidar la pureza de nuestros pastores y líderes:
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Cuida tu manera de vestir (sobre todo tu corazón) y dale el permiso a una mujer mayor de evaluar la forma en la que vistes y te conduces (1 Ti. 2:9 ).
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Evita encuentros a solas, aunque sea en la iglesia, en tu casa o en un vehículo. Si es necesario que tengas que reunirte o conversar con alguno de tus pastores o líderes, hazlo en lugares públicos donde hayan personas que los conozcan. Si él es casado, invita a su esposa o un tercero.
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Haz participe a su esposa de las conversación que has tenido con él.
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Evita enviarle mensajes privados o llamarlo a su móvil para asuntos que no sean urgentes o que pueden comunicarse en la congregación.
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Identifica una persona de tu confianza a la que puedes copiar en los correos electrónico que le envíes. Si es casado, considera a su esposa.
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Evita conversar negativamente acerca de tu pareja o de su esposa. Tampoco prestes tus oídos si él lo hace.
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Cuídate de no darle cumplidos o halagos que un hombre anhele escuchar de su esposa.
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Evita el contacto físico inapropiado, o abrazos muy fuertes. Pon una mano en el hombro al momento de dar un abrazo para evitar un contacto con tu pecho.
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Rinde cuentas honestas acerca de tu trato con tus líderes a una mentora, si eres casada también habla con tu esposo.
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Ora por tus pastores y líderes.
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Ora al Señor para que despierte en tu corazón un genuino anhelo por la pureza.
Estas pueden parecer recomendaciones muy pasadas de moda, pero la realidad es que nuestros corazones tropiezan con las mismas mentiras de antaño. No subestimes el peligro de la impureza, corre a Cristo en arrepentimiento si has pecado, vive cada instante a la luz de su santidad y gracia, y permanece conciente de la presencia de Dios en cada momento de tu vida.
¿Dónde estás con relación a este tema? ¿Hay algún área que debas rendir al Señor? ¿Hay algún ajuste que debas hacer a partir de hoy?
Examina y medita en los siguientes versículos de la Palabra de Dios y procura obedecer al llamado que encuentres en ellos.
“Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre vosotros, como corresponde a los santos; ni obscenidades, ni necedades, ni groserías, que no son apropiadas, sino más bien acciones de gracias”.
“Sed de espíritu sobrio, estad alerta. Vuestro adversario, el diablo, anda al acecho como león rugiente, buscando a quien devorar”.
“Porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias”.
Compromete tu corazón a amar y cuidar de tus líderes al caminar en pureza delante de Dios.
Adaptado de la publicación original en Coalición por el Evangelio .
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