Por:Kelly Needhman
Es difícil no disfrutar el principio del libro del Éxodo. Con la zarza ardiente, el Nilo convirtiéndose en sangre, la dramática salida a través del Mar Rojo, ¿Qué más podemos pedir? Con tantos eventos grandiosos, es fácil pasar por alto los detalles. Detalles como el hecho de que la mayoría de los personajes principales citados en los primeros dos capítulos son mujeres.
Sifra y Puá son las primeras en entrar en la escena. Se les asigna la terrible tarea de matar a todo niño varón nacido de los hebreos. El faraón les ordena a estas parteras hacer la antítesis de su vocación de ayudar a las embarazadas a traer sus niños al mundo. Sin embargo, con gran valor, ellas deciden no obedecer tal mandato por temor a Dios.
A continuación, se nos presenta otra mujer valiente, la madre de Moisés, Jocabed. Hebreos 11:23 dice que por su fe ella no tuvo miedo de desobedecer la orden de Faraón y esconder a su hijo durante tres meses, luego lo colocó en una canasta a orillas del rio Nilo esperando preservar su vida.
La cuarta mujer es una jovencita, la hermana de Moisés, Miriam. Ella se mantuvo vigilando a su pequeño hermano recién nacido colocado en el Nilo por quien sabe qué tiempo. Y en su astucia, hace más fácil que la hija de Faraón adopte a Moisés y lo mantenga vivo al sugerir una solución creativa para cubrir las necesidades del bebé del cual tuvo compasión.
Este suceso nos lleva a la quinta mujer en la historia, la hija de Faraón. Cuando ella vio a este bebé llorando, tuvo compasión de él y valientemente desobedeció el mandato de su padre, pagando para que el bebé fuera cuidado y tratándolo como si fuera su hijo.
Estas mujeres no solo tienen en común su lugar en la historia, sino también su compasión por los niños. Cada una de ellas actuó por el bien de los niños, incluso cuando su propia seguridad se vio amenazada. Sin estas cinco mujeres, la historia de redención del pueblo de Israel no ocurriría. Sin estas cinco mujeres, Moisés no sobreviviría al infanticidio ocurrido en Egipto, por lo que no hubiésemos tenido un líder que fue instrumento de Dios para la liberación de este pueblo.
Cuidar a los niños es fundamental
Mientras meditaba en estos hechos, otra historia de redención que inició con mujeres y niños vino a mi mente:
En esos días María se levantó y fue apresuradamente a la región montañosa, a una ciudad de Judá; y entró en casa de Zacarías y saludó a Elisabeth. Y aconteció que cuando Elisabeth oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabeth fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz y dijo: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Por qué me ha acontecido esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Lucas 1: 39-43 (énfasis de la autora)
Las mujeres cuidando niños. Ambos momentos de redención y liberación inician con mujeres cuidando niños. Si esto no nos hace ver la importancia a la maternidad y de los niños, no sé que lo hará.
La promesa inicial de redención que Dios nos hace en Génesis 3 viene representada en la descendencia de la mujer. Desde el principio, la maternidad ha sido fundamental en la historia redentora. ¿No es de extrañar que en ambos casos el ataque del enemigo esté dirigido a niños? Tanto el inimaginable mandato de Faraón en Éxodo como el de Herodes en los tiempos de Jesús para que se cometiera una masacre de bebés inocentes. ¿Te suena eso familiar a cualquier masacre de niños inocentes hoy día en Estados Unidos?
El aborto en nuestros días ha sacrificado a millones de bebés, y la violencia contra los niños también prevalece. Pero el ataque a los niños y a la maternidad no es sólo físico. El cuidado de los niños, una tarea que solía apreciarse como un privilegio y una señal del favor de Dios, hoy día es vista como el escalafón más bajo en la pirámide de puestos deseables. Este ataque es más sutil, pero igual de perjudicial, a medida que más niños crecen siendo cada vez más, atendidos de una niñera a otra, del Ipad a la televisión, de un hogar sustituto a otro.
Sí importa.
Pero estas cinco mujeres en Éxodo son un fresco recordatorio de que defender y cuidar de los niños sí importa. De manera interesante, sólo una de estas cinco mujeres es madre biológica. Las parteras, actúan a favor de niños que no son sus hijos. Miriam por su hermano, y la hija de Faraón, como madre adoptiva. Pero todas sienten el llamado de lo importante que es proteger a los niños, tanto como para arriesgar sus propias vidas por ello.
Para la que pierde su sueño por arrullar a un bebé llorando, su labor importa.
Para la estéril que sirve en la sala de cuidados de bebés, atendiendo los hijos de otros, su labor importa.
Para la madre exhausta que cuida a su hijo con necesidades especiales y se pregunta qué impacto tiene, su labor importa.
Para aquellas que sirven como madres sustitutas y se afligen con cada despedida, preguntándose si hicieron alguna diferencia, sí importa.
Para aquellas mujeres que dan su tiempo como voluntarias en centros para embarazadas, su labor importa.
Para las abuelas que se mantienen en oración y se preguntan si ello hace la diferencia, su labor importa
Para aquellas temerosas de perder su libertad por decir “sí” a la maternidad; sí, vale la pena.
Para aquellas mujeres que están considerando la adopción, pero se sienten temerosas de los riesgos, su decisión sí vale la pena.
Para las madres que trabajan y prefieren sentarse a leer con sus hijos antes de prender la televisión, su decisión vale la pena e importa mucho.
Para las madres solteras que se preguntan si el poco tiempo que toman para estar con sus hijos a pesar de haber tenido un día cargado hace la diferencia, sí la hace.
Para los israelitas, la redención inició con un bebé y cinco mujeres valientes que creyeron en la importancia de cuidar de los bebés. Es mi oración que podamos ser tan contraculturales como lo fueron ellas, diciendo de tantas maneras como podamos, que sí, cuidar de los niños importa.
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