Cómo ayudar a los adolescentes a estudiar la Biblia

Tener una mamá graduada en Literatura ciertamente tiene sus ventajas. 

Ella me presentó a Jane Austen a través de las miniseries de Orgullo y prejuicio. Yo estaba leyendo ficción nivel adultos de C.S Lewis a los once años. Cuando le preguntaba cuál era el siguiente libro que debía leer, ella me mostraba el estante lleno de libros de Brontë y Dickens. Ella me desafiaba a leer a un nivel más alto, y más pronto de lo que yo seguramente lo hubiera hecho por mi cuenta. Esa experiencia tuvo un profundo impacto en mi forma de leer e interactuar con la literatura. 

Sin embargo, lo que más me impactó durante mi niñez y adolescencia fue la manera en que fui desafiada a leer mi Biblia. Era diferente en diferentes etapas. Mis padres me desafiaban a mí y a mis hermanos a luchar contra la corriente, a esforzarnos y a conectarnos con la Palabra en un nivel cada vez más profundo, incluso cuando no queríamos. 

Los adolescentes necesitan ser desafiados. Necesitamos ser llevados a un estándar más alto, con expectativas más altas de las que nuestra cultura espera de nosotros. Esto es especialmente cierto en nuestra vida espiritual. Necesitamos ser desafiados a amar la Palabra, a pasar tiempo en ella y a examinar a profundidad las verdades que contiene. Aquí hay tres maneras prácticas en las que puedes ayudar a tus adolescentes:

1. Dale preguntas para responder

Llegó un punto donde mi mamá nos dio a mí y a cada uno de mis hermanos un cuaderno y nos pidió que lo dividiéramos en tres secciones. Cada sección estaba encabezada por una pregunta:

¿Qué aprendo sobre Dios?

¿Qué aprendo sobre mí misma?

¿Qué debo hacer al respecto?

Después de leer un capítulo de la Biblia, debíamos escribir las respuestas a cada una de esas preguntas en la sección correspondiente. Hacerte preguntas te obliga a pensar sobre lo que estás leyendo. Las preguntas hacen que tengas que bajar el ritmo para que puedas profundizar en el pasaje. Además, te dan un nivel de responsabilidad: puesto que es imposible pasar el capítulo por alto y decir que sí lo leíste. 

Sin embargo, lo que más aprecio de este enfoque es que le da prioridad a lo más importante. Cuando era niño, solía saltarme la última pregunta: ¿Qué debo hacer al respecto? Pero la Biblia no es principalmente sobre nosotros. Es sobre el Dios que nos dio la Biblia. Por eso, cuando inicias preguntando ¿qué aprendo sobre Dios?, colocas el enfoque de tu lectura bíblica en el lugar correcto. 

2. Dales un plan

Una de las razones por las cuales fallamos al leer nuestras Biblias es que no sabemos por dónde empezar. ¿Empiezo por el principio? ¿Y qué pasará cuando llegue a Levítico? Quizás solo deba quedarme en los Salmos por ahora…

Sin un plan que seguir, es fácil solo saltar entre nuestros pasajes favoritos, o nunca dejar de leer el mismo libro. Después de todo, los Salmos y los evangelios son más fáciles de leer que el segundo libro de Crónicas.

Los planes de lectura bíblica pueden ayudar a evadir ambas dificultades. Muchos planes te llevarán por toda la Biblia poniéndote a leer diferentes libros al mismo tiempo para mostrarte cómo las diferentes secciones de la Biblia encajan y conforman la historia de la redención. Los planes de lectura pueden ayudarte a visualizar el gran panorama de la historia bíblica.

Hay planes de lectura muy buenos y diferentes para cada lector. Ayuda a tus adolescentes a encontrar el que se ajuste a ellos y evita convertirlo en una oportunidad para ser legalista. Puede resultar muy fácil para nosotros como adolescentes ver nuestra lectura bíblica diaria como una cosa más que hacer en nuestra lista de tareas, como un indicador de cuánto realmente nos ama Dios. Por supuesto, la disciplina es parte esencial de nuestra vida cristiana, pero debe ser motivada por nuestro amor a Dios, y no por un sentimiento de culpa o vergüenza.

Motiva a tus adolescentes mediante el amor y la emoción por la Palabra de Dios, en vez de hacerlo usando la culpa. Podrías incluso considerar unirte a ellos y ser su compañera de viaje. 

3. Dales responsabilidades

Mi mamá me hacía enseñarle los conceptos de matemáticas que yo estaba aprendiendo. Ahora que recuerdo, no estoy segura cuál de las dos estaba aprendiendo más en ese punto; pero, aunque a mi mamá y a mí no nos gustaban las matemáticas, yo sabía que aprendía mejor los conceptos cuando tenía que explicarlos a alguien más. 

Una persona sabia dijo una vez que cuando puedes enseñar algo a alguien, sabes que realmente lo has aprendido. Asimismo, dar a tus adolescentes la oportunidad de enseñar o compartir lo que ellos están aprendiendo puede ser un buen reto que motive su propio estudio y lectura bíblica. Ya sea asignándoles que lideren el tiempo devocional familiar, que compartan lo aprendido a los otros niños en la escuela dominical de tu iglesia o que ayuden con la escuela bíblica vacacional de verano a niños más pequeños. Reta a tus adolescentes a edificar a otros con la Palabra. 

Obviamente, el nivel de responsabilidad va a variar según el nivel de madurez de tus adolescentes. Mucha sabiduría y tal vez la supervisión de los líderes de la iglesia, deberían estar especialmente involucrados si van a estar enseñando a niños pequeños. Sin embargo, los adolescentes se emocionan cuando reciben responsabilidades. Puede ser algo tan simple como pedirles que compartan algo con su familia, pero dales la oportunidad de aprender mejor la Palabra al servir y enseñar a otros. 

Lidera con amor

Todas estas son maneras en las que el liderazgo de mis padres nos ayudó a mi hermano y a mí en nuestra interacción con la Biblia mientras crecíamos. Sin embargo, pocas cosas retarán a tus adolescentes más que tu propio ejemplo de amor por la Palabra. Pregúntales que están aprendiendo en sus lecturas bíblicas y comparte lo que el Señor te está enseñando a ti también. Incluso podrías unirte a su estudio y lectura. Muéstrales cómo la Palabra de Dios es parte esencial de tu propia vida. 

Por último, no te desanimes si tus adolescentes no parecen seguirte, o si no tienen el deseo de tomar el desafío. A lo largo de mi adolescencia, ha habido muchas temporadas en las que lo único que me mantuvo en la Palabra fue el hábito inculcado por las reglas de nuestra casa a lo largo de los años. Pero incluso la Escritura que encontré a regañadientes, en contra de mi voluntad, funcionó en mi vida. Dios puede usar su Palabra en cualquier corazón, incluso en aquellos que son apáticos o resistentes. No te rindas. Sigue orando y desafía a tu hijo adolescente con la Palabra de Dios. Dios puede usar esa Palabra en formas que no puedes imaginar.

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