Cinco memorias de la Navidad que deseo que mis hijos atesoren y recuerden aun en su vejez

Cada familia tiene una forma particular de celebrar y recordar las cosas que para ellos son importantes. Estas cosas se van desarrollando a través de experiencias propias o heredadas y le dan sentido de pertenencia a los miembros de la familia. Como madres cristianas es de gran importancia poder dejar una huella en la memoria de nuestros hijos sobre lo verdaderamente significativo y verdadero.

Deuteronomio 6:6-7, y 11:18-20 nos lo recuerda junto con muchas otras porciones de las Escrituras. Debemos invertir tiempo, esfuerzo, creatividad y gozo en instruir a nuestros hijos en los caminos de Dios.

La navidad es una época muy propicia para enseñarles debido a todo lo que representa, es el Evangelio mismo, el centro del amor de Dios, la dádiva en Su Hijo que señala al Calvario y posteriormente a la gloria. Pero como es de esperarse el mundo no acepta las cosas espirituales sino que las banaliza y reduce a mero comercio y frivolidad, es por esto mismo que en nuestro hogar hemos ido creando tradiciones familiares que puedan señalar a la Verdad y así no permitir que nuestros hijos se diluyan con el resto de la sociedad en HO!HO!HO y en comida decadente.

Quiero compartirles lo que hacemos sabiendo que no es lo único que se puede hacer y que está arraigado a quienes somos como familia, a las edades de nuestros hijos pero que también gozan de una profundidad que dejará su huella en su visión de estas fiestas y su en su carácter al pasar de los años.

1.  Devocionales de Adviento:

Todos los años en el mes de diciembre hacemos un devocional especial para preparar, tanto el corazón de los niños como el nuestro para recibir el gran regalo de amor, el Salvador Jesús. Hacemos lecturas diarias y usamos imágenes para enseñarles sobre el escenario e historia y puedan ubicarse en el tiempo y cultura. También hacemos manualidades que estén relacionadas y hojas de colorear (para los más pequeños).

2.  Cantamos himnos, canciones y villancicos navideños:

A muchas nos gusta cantar villancicos y canciones navideñas sin importar la edad, así que esta puede ser una buena herramienta para que recordemos las verdades de la Palabra de Dios en una forma sencilla y divertida, ¡cantándola!

Somos muy intencionales en escoger canciones que apunten a Cristo y a lo que es verdadero en lugar de diluirnos en muñecos, elfos y demás banalidades que no son necesariamente malas, pero no pueden ser el centro de nuestra celebración. El Evangelio es buenas noticias, las mejores noticias que el mundo puede recibir, merece ser cantado con gran gozo y entusiasmo. 

3.  Nos hacemos regalos:

La Navidad nos apunta al mejor regalo jamás entregado, ¡la salvación! Así que queremos recordar este hecho y celebrar ese regalo. En nuestra casa ponemos un árbol navideño y debajo vamos colocando los regalos de cada uno y esperamos el día de navidad para abrirlos juntos en familia, esto nos ha ayudado a estimular la paciencia y el dominio propio sobre todo de los niños. Ellos saben que no es Santa Claus que los hace ni los trae en trineo, sino que sus padres quieren darles un recordatorio de afecto y amor.

Queremos que sepan que "la bendición del Señor es la que enriquece y no trae tristeza con ella"(Proverbios 10:22) así que les compramos regalos de acuerdo a nuestras posibilidades sin opacar lo que hay detrás del regalo: Que "el Padre envío a su Único Hijo para que quien Le reciba tenga la vida eterna y jamás se pierda" Juan 3:16 (paráfrasis).

4.  Decoramos nuestra casa

Cada año decoramos nuestra casa para preparar el ambiente, vestimos el corazón y los rincones de fiesta para recibir al Rey de reyes. Recordamos que Él dejó el trono de gloria para nacer en forma de hombre, como un bebé en un establo rodeado de animales (esta ha sido una realidad cruda que ha impactado grandemente el corazón de nuestros hijos) el gran contraste de cambiar el cielo por la suciedad de la tierra nunca deja de confrontarnos y humillarnos. 

Así que ponemos uno o más pesebres (tenemos algunos para formar con bloques y otros para jugar).

Les recordamos que Jesús ya no es un bebé sino un poderoso Salvador resucitado que ahora intercede por los suyos.

La estrella siempre es el tope de nuestro árbol y ponemos luces alrededor recordando que "El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz"(Isaías 9: 2)

5.  Compartimos de lo que el Señor nos ha dado:

El Señor no vino para servirse sino para servir, se dio a Sí mismo y ese es el legado que queremos dejarles, que hay buenas obras preparadas para nosotros en las que debemos andar. Entonces compartimos de todo lo que el Señor nos da sea mucho o poco, al final siempre será más de lo que merecemos.

A nuestro alrededor hay tanta necesidad que podemos escoger entre comprar regalitos para niños que no tienen con qué jugar, comprar comida para la cena de navidad de familias en nuestro entorno. También sacamos de nuestros propios juguetes y ropa en buen estado para aquellos que no gozan de tenerlos.

Estas son algunas de las cosas que más nos gustan y que hemos hecho a través de los años y nos han funcionado, pero imagino que hay muchas más que podrían hacerse.

¿Cuáles son las memorias navideñas que quieres dejar en el corazón de tus hijos y que las sigan aun cuando fueren viejos?

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Sobre el autor

Sydel Pérez de Dorrejo

Esposa y madre de tres hijos que busca glorificar a Jesús mi Salvador a través de mi familia y mi comunidad.


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