Después de escribirle un largo correo donde me quejaba del dolor en mi corazón, de las molestias en mi cuerpo, de lo horrible que me parecía todo, definitivamente estaba cayendo en una “depresión”. Esta fue su respuesta en esa ocasión:
La verdad que creo que la respuesta es muy simple: has quitado tus ojos de Cristo para ponerlos en Nath y sus feelings (sentimientos).
No es nada malo 'sentirse mal' y que el cuerpo duela en ciertos momentos. Just don't set your eyes on that (solo no fijes tus ojos en eso)
No era la primera vez que esa vorágine de sentimientos negativos me inundaba, como mujer llena de emociones ---que a veces la dominan--- he luchado con mayor frecuencia de la que desearía con la “depresión”. La respuesta de mi mentora siempre ha sido la misma: “Estás poniendo tus ojos en el lugar inadecuado”. Podríamos poner de música de fondo a esta entrada el himno… De hecho te invito a escucharlo mientras lees, aquí el link .
Fija tus ojos en Cristo
tan lleno de gracia y amor
Y lo terrenal sin valor será
A la luz del eterno Señor.
En una ocasión el dolor cruzó tan lejos en mi vida, que no fue suficiente un correo electrónico… Nos reunimos en su casa, después de escucharme durante un largo rato y verme llorar, ella levantó un cajón, sacó una lapicero y un pequeño pedazo de papel y dibujó esto:
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Y me dijo:
Esas flechas son en lo que enfocas la atención, cuando quieres que todo a tu alrededor se centre en ti, y haces de ti misma y tu dolor tu centro, entonces viene la depresión. Pero cuando quitas tus ojos de ti misma y los pones en Cristo y usas tus esfuerzos en servir a los demás y en sus necesidades más que en las tuyas, entonces vuelve el gozo.
Sé que parecería extraña la cura, pero comparto esto hoy contigo a pesar de que sé que puedes sentirte terriblemente mal, porque me ha dado resultado, tras resultado, tras resultado.
No fuimos creadas para ser el centro de nuestras vidas ni servirnos a nosotras mismas… Y cada vez que las flechitas vuelvan a apuntar a nosotras hemos de correr a Cristo y poner la flechas en su lugar. Y en medio del dolor, la desesperación e incluso la alegría: ¡Mirar a Cristo!
Como ella me recuerda constantemente citando a Robert Murray McCheyne:
"Por cada mirada a ti misma, mira 10 veces a Cristo."
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