Belleza incorruptible

Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Ésta sí que tiene mucho valor delante de Dios. 1 Pedro 3:3-4

Moda, maquillaje, lociones, perfumes, zapatos, joyas, carteras, estilos de cabello, peso corporal, imagen, todas estas palabras a través del tiempo se han convertido en elementos "imprescindibles" para la mayoría de las mujeres en todo el mundo. El tenerlos o no determina en muchos casos nuestro estado de ánimo y cómo nos desarrollamos aun desde nuestra infancia.

Todos los años los diseñadores fijan nuevas tendencias que intentan definir la estructura de la belleza, cómo debe ser y cuáles objetos o actitudes debemos adquirir para conseguirla y de esa forma estar atadas a un sistema que nos promete felicidad y aceptación.

En medio de este torbellino, las mujeres cristianas estamos expuestas a tales ideas y muchas veces hemos sido sumergidas en el mar de la vanidad que esta corriente trae.

La "belleza" que este mundo nos presenta ha impulsado un sistema de corrección de la imagen, de superación personal, dejando como efectos secundarios: depresión, anorexia, bulimia, deudas y mujeres con mentes colmadas de una idea ilusa de perfección, creada de manera masiva por el photoshop.

¿Quién define la belleza? ¿Cómo se puede mantener una mujer bella? ¿Por qué la necesitamos?

Dios definió la belleza.

Él nos creó, fuimos formadas a Su imagen y semejanza (Génesis 1: 26, 31). Gorditas, altas, bajitas, flaquitas, con ojos azules, marrones, así nos hizo Dios. Debemos aprender a darle gracias por la persona que vemos en el espejo todos los días y por ofrecernos la garantía de desarrollar una belleza eternal, incorruptible por medio de Su Hijo Jesucristo. Si Dios el Creador del universo el autor de la belleza me hizo, mi cuerpo no necesita más nada para ser bello (Salmos 139:13 -14). Comprar revistas o accesorios con el propósito de ser más bella y tratar de ser aceptada por una sociedad cuya imagen de la belleza está distorsionada, es atar nuestros cuerpos a un castillo de arena.

¿Cómo me puedo mantener bella?

Yo no me puedo mantener bella por mí misma. Puedo intentarlo, pero la belleza externa tiene fecha de vencimiento, sin embargo, la belleza incorruptible, se desarrolla en lo interno, con el auxilio constante del Espíritu Santo.

Para mantener una belleza incorruptible debemos no excedernos en nuestro cuidado externo, y sí tener como misión diaria el cuidar nuestro corazón de todo lo que lo corrompa (orgullo, mentiras, envidia, ingratitud, celos, chisme, etc.)

Nuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo. Adornar nuestros cuerpos de manera organizada y sencilla no es malo, cada mujer debe preguntarle al Espíritu Santo, si estamos administrando Su templo, de manera agradable al Señor. Esto nos ayudará a responder las interrogantes de si debemos usar trajes de baños de dos piezas, si el pantalón está muy entallado, si la falda está muy corta, si estamos obsesionadas con mantenernos maquilladas y en forma, si tenemos mucha ropa en el closet, etc. ¡Pregúntale al Señor!

De forma práctica una mujer desarrolla la belleza incorruptible cuando se rinde a los propósitos de Dios, en cada etapa de su vida. Su mente y corazón obedecen la Palabra de Dios. Su boca está pintada con dichos dulces y edificantes, sus ojos están activos enfocando su mirada en Cristo, sus manos están dispuestas a servir, sus pies están calzados con el deseo de ir y llevar el mensaje de salvación a los que aún no conocen el Evangelio. Este es el resultado de una belleza incorruptible, un carácter, una vida, que reflejan a Cristo.

¿Por qué necesitamos desarrollar la belleza incorruptible?

Porque es una de las pruebas que demuestran en Quién hemos creído. Sara fue una mujer hermosa, pero no apareció en el grupo de los héroes de la fe por su apariencia física (Hebreos 11). Ella fue una heroína de la fe porque creyó en las promesas del Señor. En medio de sus luchas y faltas, se enfocó en vivir para Aquel en Quien había creído. Su belleza incorruptible impactó generaciones.

El mundo no necesita ver mujeres más bellas, ya las tiene. El mundo necesita más mujeres que muestren la belleza incorruptible del poder transformador de Cristo, día a día, en nuestros lugares de influencia (soltería, matrimonios, maternidad, lugares de trabajo, iglesia). Esa es la belleza que Dios estima. Solo lo que ha pasado por las manos de Cristo es absolutamente bello.

Este es el tiempo de decidir cultivar con la ayuda del Señor la belleza incorruptible, la cual nos sostendrá en cada etapa de nuestro caminar y dará fruto para vida eterna.

¿Estoy intencionalmente cultivando la belleza incorruptible? ¿Cuáles son los ídolos (objetos de belleza) que considero indispensables para estar "bella"? ¿Es mi anhelo que vean a Cristo en mí?

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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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Sobre el autor

Alejandra Cardoza de Slemin

Que la foto no te engañe, Alejandra es una pecadora que esta siendo transformada por Cristo y Su Palabra. Fue atrapada en la montaña rusa del matrimonio y la maternidad, re-definiendo el mandato de tomar su cruz y seguir a … leer más …


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