¡Ayúdenme! La maternidad no me deja tiempo para Dios

 Este artículo corresponde a una carta que Holly Elliff le escribió a una madre frustrada quien parecía no encontrar tiempo para pasar con Dios. ¿Te identificas?

Querida madre:

Te voy a permitir dar un vistazo a mi vida. Tengo ocho hijos y dos en el cielo a los cuales nunca llegué a conocer. Actualmente mis hijos se encuentran en las  edades 32, 30, 27, 23, 21, 18, 15 y 13 años. Además cuido de mi madre que tiene Alzheimer y tengo cuatro nietos de dos o menos años. Aunque en este momento no me encuentro en tu posición, entiendo cómo te sientes y lo que significa estar “cansada”.

Cuando mis primeros 4 ó 5 hijos eran jóvenes, me enfocaba en sobrevivir (tanto para mí como para los demás),  había pocos huecos en mi día para enfocarme en mi tiempo con el Señor. Quisiera decirte que manejé esta situación como una gigante espiritual y que no tuve ninguna lucha, si hago eso tendría que confesar mi pecado la próxima vez que Nancy hable sobre honestidad.

Me gustaría que pudiéramos sentarnos en algún lugar tranquilo y visitarte un rato. Debido a que probablemente eso no ocurrirá, quisiera compartir algunas reflexiones que son el resultado de vivir donde te encuentras hoy, y tener ahora una perspectiva de alguien que está un poquito más adelante en el camino.

Dios declara en Su Palabra que los hijos son una bendición y un regalo. No son una interrupción ni un error, ni un obstáculo a la voluntad de Dios para tu vida. Eso aplica a tus hijos, en las edades que se encuentran en este momento, ellos son la voluntad de Dios para tu vida; ¿crees que Él no pretende hablar contigo hasta la próxima década cuando tengas tiempo libre? Claro que no. Entonces, ¿cómo ocurrirá si tienes muy poco tiempo bajo tu control?

A continuación algunas ideas prácticas para ayudarte a crear espacio para escuchar al Señor:

1. Primero, piensa en las últimas 48 horas. ¿Algún ladrón de tiempo viene a tu mente?  ¿Facebook, Twitter, TV, email, Internet, llamadas telefónicas, o mensajes de texto? Asegúrate de que el enemigo no esté robando tu tiempo con Dios al ofrecerte sustitutos “inofensivos”

2. Tiempo con el Señor requiere planificación intencional: en especial cuando tienes la casa llena, ruidosa y ocupada.  Algunos días, reúne a los chicos y lee un pasaje de la Biblia con ellos. Si logras hacerlo interesante para ellos, podrías leer varios versículos.  Escribe algunos versículos y déjalos en la cocina, el área de lavado, o en el carro de manera que puedas contemplarlo en la medida en que cocinas, doblas la ropa o esperas por los niños.

3. Coloca Biblias en diferentes lugares de tu casa de manera que cuando logres sentarte puedas dar una ojeadita a uno o dos versículos para meditar.  

4. Usa los primeros minutos de tu siesta para tomar un descanso espiritual. Probablemente no podrás leer capítulos ni libros completes con frecuencia pero el Señor puede usar cualquier fragmento para instruir y animar tu corazón.  Si algunos de tus niños ya no toman siesta, crea una zona de quietud donde puedan leer o colorear mientras los más pequeños toman la siesta y tú puedas refrescarte. ¡Ocasionalmente funciona!

5. Si te es posible, escápate unos minutos cuando tu esposo llegue a la casa o luego de la cena. Tuve tiempos de quietud en mesas del parque, en mi carro frente a un centro comercial, o en mi acera sentada en mi carro, y hasta en mi área de lavado o en el armario.  

6. Practica la presencia de Dios en medio de tus ajetreados días. Él no te abandona porque tu vida esté acelerada. Él puede ministrar gracia a tu corazón en la medida en que acomodas a tu hijo o cortas vegetales para la cena u organizas las medias. Cristo supo lo que era lavar pies sucios.  Él no está ausente cuando estás rodeada de muchos de ellos.  Recuerda que el Señor buscaba momentos para apartarse a solas con el Padre. A veces lo lograba y en otras, mostraba compasión y regresaba a las multitudes. Su corazón quería hacer la voluntad del Padre en todo momento, cada día; pero Él no vivió apartado, sino en medio de todo.

7. Pide al Señor que te dé sabiduría y discernimiento mientras buscas lo que puede funcionar para tu familia. Su voluntad es que lo conozcas más, por eso pídele que te capacite a buscarlo de una manera creativa en esta época de tu vida. Su Palabra es eterna. Las vidas de quienes lo buscan, es eterna. La casa,  los utensilios, y hasta el tiempo dejarán de ser.  

No lamentaremos el tiempo que hayamos invertido en Su Palabra y en criar a nuestros hijos para que amen a Cristo.

Proverbios 2:1–10 dice:

(Hija mía), si recibes mis palabras, y atesoras mis mandamientos dentro de ti, da oído a la sabiduría, inclina tu corazón al entendimiento; porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conocimiento de Dios. Porque el Señor da sabiduría, de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia. El reserva la prosperidad para los rectos, es escudo para los que andan en integridad, guarda las sendas del juicio, y preserva el camino de sus santos. Entonces discernirás justicia y juicio, equidad y todo buen sendero; porque la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento será grato a tu alma.

Espero que sea de ayuda.

Holly

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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com

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