Por: Courtney Reissig
Todos tenemos nuestras excentricidades ¿Verdad? Si vives mucho tiempo con alguien, los patrones pecaminosos y rasgos irritantes salen a la luz rápidamente. Y el matrimonio no es la excepción.
¿Quizás piensas en alguna de esas excentricidades o pecados de tu esposo?
Quizás olvida el proyecto de la casa que le has pedido repetidamente que haga.
Quizás le gusta que sus camisas estén dobladas de cierta forma, y tú lo haces de una manera diferente.
Quizás solo come papas y carne mientras anhelas la variedad y la cultura culinaria.
Quizás se olvida de planificar una noche de cita.
Claro está, estas cosas no siempre te molestaban. Antes de casarse, quizás ni las notabas o pensabas que no eran importantes a la luz del gran amor que sentías por él. Pero tu deseo de que él cambie aumenta con el paso del tiempo en el matrimonio.
Bienvenida a la realidad de dos pecadores viviendo en un mundo bajo la maldición del pecado. Elisabeth Elliot dijo estas palabras que son de gran ayuda sobre cómo nos relacionamos con un esposo imperfecto.
"Mi segundo esposo dijo en una ocasión que una esposa, si era muy generosa, debía permitir que su esposo llenara el 80% de sus expectativas. Siempre hay un 20% que ella quisiera cambiar, y ella debería eliminarla poco a poco durante todo el tiempo de su matrimonio sin reducirla mucho. Por otro lado, ella debería decidir disfrutar el 80% y ambos estarían felices. "(El amor tiene un precio).
Soportándose unos a otros
¿Cómo se vería “disfrutar el 80%? Estás casada con el hombre que amas, quien es también tu hermano en Cristo. Los pasajes que se refieren a cómo debemos vivir la vida cristiana, también aplican a los matrimonios.
Debes soportar a un esposo que peca contra ti, perdonándolo como Cristo te perdonó (Col. 3:13) con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, ustedes deben soportarse uno a otro en amor (Ef. 4:2). Amar a tu esposo requiere soportarlo todo (1 Co. 13:7).
Esperanza para el corazón duro
Cuando se menciona que debemos soportar los pecados de otro, especialmente nuestro esposo, se entiende que se trata de pecados graves que requieren algo más que simplemente aprender a aceptar la imperfección del hombre con quien te casaste. Pero a veces no es el pecado grave que amenaza con destruirnos, ¿no es así? Son los pecados y molestias diarias que nos vuelven locas y nos dejan sin esperanza de cambio.
Allí es donde Elisabeth Elliot nos quería llevar. Ella lo sabía debido a nuestro pecado, nunca llegaremos a ser personas completamente arrepentidas y humildes. Todos tenemos un 20% que no vemos. Nuestra esperanza cuando pasamos otro día deseando que nuestro esposo fuera un poco diferente al hombre a quien dimos el beso de buenas noches antes de dormir, es confiar en la obra completa de Dios a su favor. Dios que empezó la obra de salvación en él, la completará un día (Flp. 1:6).
Si nuestros esposos están en Cristo, podemos llevar esta verdad al banco, sabiendo que el poder de Dios nunca se agota. El mismo Dios que llamó a nuestros esposos a Él, los está santificando día tras días (2 Co. 4:16). Aunque haya un pecado o excentricidad específica en tu esposo que él no es capaz de ver, puedes descansar en el hecho de que el poder de tu esposo para cambiar no depende para nada de él sino en Dios (2 Co. 3:4–6). Y si Dios creó el mundo (Gn. 1), levantó un muerto a la vida (Mc. 4:41–42; Jn. 11:43–44), e hizo que un ciego viera (Jn. 9:10), seguramente que podrá realizar la aparente imposible tarea de cambiar tu esposo.
Hay esperanza, amada hermana. Puedes amarlo por el 80%, sabiendo que tu Dios perfecto tiene el 20% en Sus manos soberanas.
¿Necesitas cambiar la manera de ver a tu esposo? ¿Cómo harás eso hoy?
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