Alegría ante Nuestro Rey

Uno de nuestros pastores ha estado predicando acerca del libro de Nehemías. Son muchas las lecciones que se nos han enseñado acerca del liderazgo, la oración, la planificación, la reedificación, la oposición a la obra del Reino, entre otras. El mensaje sobre el capítulo dos, llamó poderosamente mi atención, en especial el versículo 2. Percibí cómo el Espíritu Santo, quien nos enseña, aconseja y recuerda la Palabra, de inmediato traía a mi mente otros pasajes que me llevaron a ponderar lo que deseo compartir.

Este versículo dice: «Así que el rey me preguntó: ¿Por qué está triste tu rostro? Tú no estás enfermo; eso no es más que tristeza de corazón. Entonces tuve mucho temor». Para los reyes de la antigüedad, que alguien estuviera triste ante Su presencia era una tremenda ofensa, ya que dicha expresión podría considerarse como desagrado por el rey o por su forma de regir el reino. Cualquiera que diera a conocer esta emoción podía ser ejecutado. ¡A este semi-dios había que tenerlo contento!

Aquellos que le rodeaban o servían, debían hacer un gran esfuerzo por mostrar alegría, aunque sus corazones estuvieran rotos por el dolor de una prueba, problema o desgracia. Pareciera que el rey quería huir de las tristes realidades de un mundo caído. Pero bien dijo Jesús que en el mundo tendríamos aflicción (Juan 16:33).

Entonces reflexioné que, si ante un rey terrenal y mortal no se debía estar triste porque le resultaba ofensivo, ¿cómo se sentirá Dios, el Rey de reyes cuando no estoy gozosa y alegre ante Su presencia, así como por Su Señorío y gobierno sobre mí? 

Si bien es cierto que la tristeza, la decepción, la pena y el dolor son parte de la vida a causa del pecado que dañó todas las esferas del vivir humano, no menos cierto es que nuestro glorioso Señor, Creador y Salvador nos ha dado un tesoro de promesas, que de atesorarlas y creerlas, serán fuente de una alegría perdurable y eterna que nada ni nadie nos podrá robar.

A continuación comparto algunas de estas promesas, esperando que sean de bendición como lo han sido para mí luego que el Espíritu trajo a mi mente y corazón eso que llamo «hacer conexiones bíblicas» cuando se nos enseña la Palabra. 

Estas promesas incluyen:

- Gozo que surge de conocer a Dios y confiar en Él (Salmos 4:7).

- Alegría por el perdón recibido porque no hay pecado demasiado grande que Él no pueda perdonar (Salmos 51:8).

- Alegría por la justicia, la rectitud y santidad (Salmos 51:8).

- Alegría por la certeza y esperanza que nos ha traído el Admirable Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno y Príncipe de Paz (Is. 9:6).

- Alegría y gozo perpetuo cuando huyan para siempre el gemido y la tristeza (Is. 35:10).

- Alegría porque Él consuela nuestra soledad y cambia nuestro desierto en paraíso (Is. 51:3, Is. 55:12). 

- Gozo porque Él nos presentará delante de Su Gloria con gran alegría (Judas 1:24-25).

Ciertamente tenemos sobradas razones para estar alegres ante nuestro Rey y Señor. Recordemos: Él se goza con nosotras con gran alegría. Ante tal verdad, ¡nosotras deberíamos saltar de sumo gozo!

¿Puedes pensar en alguna situación en la que en medio de tu tristeza puedas experimentar alegría?

¿Qué pasos darás hoy para ser una persona que se alegra en Dios?

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Sobre el autor

Margarita de Michelén

Mejor conocida por Maggie, recibió por la gracia de Dios a Jesucristo como su Señor y Salvador en el año 1980. Está casada con Eric Michelén desde 1981. Ambos desde su juventud han servido en Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo. … leer más …


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