¿Te ha pasado que cuando oras por una petición personal, al momento de decir «Señor, que se haga tu voluntad», te das cuenta que la realidad de tu corazón es que quieres que se haga lo que tú deseas? Sinceramente, a mí me ha pasado varias veces. Esta es de esas oraciones en las que más que presentar mi petición, como enseña Filipenses 4:6: «en toda oración y ruego con acción de gracias», mi actitud es la de presentarle a Dios por escrito mi gran plan para que Él solo firme y yo pueda continuar con mis increíbles proyectos. Es decir, no hay una oración genuina, ni un ruego y mucho menos acción de gracias.
En los últimos dos años, he tenido transiciones como graduaciones, moverme de casa, mudarme de un estado a otro estando en un país que no es el mio, despedirme de maravillosos amigos, conocer nuevas personas, e incluso comenzar una relación de noviazgo a distancia.
En medio de cada transición, me he acercado al Señor en oración compartiéndole cómo creo que el proceso se haría más fácil. Y quizá adivinaste lo siguiente: el cómo se ha dado la mayoría de estas transiciones no sucede como yo pedí; por el contrario, el proceso muchas veces ha sido difícil. Pero ¿sabes?, al final, el Señor cumple su propósito, el cual no es precisamente responder mi petición o hacer las cosas como yo le pido, sino atraerme hacia Él, entregarle mi «plan perfecto» una vez más, para que entonces, yo pueda decir de corazón: «Señor, haz tu voluntad».
No te imaginas la cantidad de razones que he tenido al final de cada proceso para agradecer a Dios por hacer las cosas «a su manera». Agradezco y glorifico a Dios por su sabiduría, misericordia, amor, gracia abundante, paciencia y todas esas cosas que él es al momento de dirigir mi vida.
Hay específicamente tres cosas por las que agradezco a Dios al final del camino y quisiera compartirlas contigo con el propósito de que en medio de esa situación que parece no tener sentido, o crees que harías las cosas mejor de lo que Dios las hace, agradezcas también al Señor:
1. Dios sabe lo que es mejor para ti
Seguramente has leído Jeremías 29:11: «“Porque Yo sé los planes que tengo para ustedes”, declara el Señor, “planes de bienestar y no de calamidad, para darles un futuro y una esperanza”».
En el contexto en el que este versículo es escrito las cosas no marchaban de manera ideal. Jeremías les está escribiendo a los exiliados de Jerusalén, los cuales Nabucodonosor había tomado para hacerlos sus siervos. Así es, muchos de ellos probablemente tenían familia y una vida estable en Jerusalén, pero fueron tomados para ser llevados a Babilonia.
Falsos profetas venían a ellos prometiéndoles que estarían pronto con sus familias en Jerusalén; sin embargo, Dios a través de Jeremías les dice que estos hombres no eran enviados de él, que lo mejor era que se pusieran «cómodos» en Babilonia porque ahí estarían por un buen rato, de hecho por 70 años (Jer. 29:10). Es en esta situación no muy favorable, desde su punto de vista, que el Señor habla estas palabras a los judíos dejándoles saber que él sabía los planes que tenía para ellos, que eran planes para darles un futuro y una esperanza.
Quizá nosotras muchas veces queremos escuchar a los falsos profetas, los cuales nos prometen que todo estará bien y que la situación por la que estamos pasando pronto terminará; no obstante, nos es necesario recordar que así como Israel estaba fuera de casa, nosotras también estamos «fuera de casa» y me refiero a nuestra verdadera casa, la nueva Jerusalén. Y mientras estemos en el tiempo de espera para estar nuevamente con nuestro Padre, esta es la promesa que Dios tiene para nuestra vida, él sabe los planes que tiene para nosotros, «planes de bienestar y no de calamidad, para darnos un futuro y una esperanza». ¡Por esto te damos gracias Padre!
2. Él es el Buen Pastor
¿Recuerdas cómo comienza el Salmo 23? Así es, dice: «El Señor es mi pastor».
Leí acerca de cuál es el oficio de un pastor de ovejas y cuál es su relación con su rebaño, cada cosa que aprendo me maravilla. Una de las características que tienen las ovejas es que no pueden ver con facilidad lo que está a su alrededor, normalmente ven solo lo que está al frente de ellas, por esto es necesario que el pastor les guíe al lugar donde pueden encontrar verdes pastos y alimentarse.
Te cuento que tengo miopía. Es decir, me resulta muy difícil ver las cosas lejanas (aunque pensándolo bien también las cercanas). De hecho, sin lentes, solo puedo ver claramente objetos a 20 cm. de distancia (ya te imaginarás como veo algo a 4 metros de distancia, si es una persona ni siquiera puedo distinguir sus facciones faciales… Lo sé, estoy muy mal ja, ja). Y, si así es con mi vista física, no me imagino cómo veo espiritualmente.
Muchas veces creo tener claro lo que pasará y, según mi criterio, doy pasos firmes hacia el futuro; pero cuando menos pienso ya estoy tambaleando en el proceso. Es en esos momentos cuando el Señor vuelve mi mirada hacia Él y recuerdo «El Señor es mi pastor», el cual puede ver lo que yo no puedo ver ni a 20 centímetros de distancia y Él sabe cuál camino es el mejor. Entonces, puedo decir ¡gracias porque tú eres el que me guía!
3. Él permanece fiel
Por aquí hay otro pasaje que quizá conozcas, es 2 Timoteo 2:13: «si somos infieles, Él permanece fiel, pues no puede negarse a sí mismo».
Varias veces he leído la historia de cuando Pedro negó a Jesús (Mt. 26:69-75) y una y otra vez me siento identificada con Pedro. Me pongo a pensar y llego a la conclusión de que si hubiera estado en su lugar, muy probablemente yo también hubiera negado a Jesús. De hecho, muchas veces lo he hecho al querer tomar mis decisiones sin consultar al Señor, pues cuando hago esto como su hija, niego su sabiduría y soberanía y la gran verdad de que Él sabe lo que es mejor para mí.
Sin embargo, en esas ocasiones, el Señor no ha dejado de ser fiel a sus promesas, no me ha dejado a pesar de mi infidelidad al ir tras mis deseos o tras lo que yo creo que es lo mejor, si no que cada vez me ha atraído hacia Él con amor y a pesar de mi, Él permanece fiel. Este es un gran motivo para estar agradecida.
Te animo, en medio de la situación o transición por la que estés pasando puedes agradecer al Señor su presencia en tu vida. Recuerda y escribe atributos que le caracterizan como el único Dios verdadero y dale la gloria por estar en control de tu vida cuando nada parece tener sentido.
«Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús».
1 Tesalonicenses 5:18
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