¡Agradecida en medio del dolor!

Por años el dolor ha sido mi fiel compañero de viaje. He aprendido a hacer las paces con él, sin sobresaltos, unas veces medicándolo y otras manejándolo, pero entendiendo que Dios tiene control de mi aguijón y que lo permite para mi bien. 

En días pasados, ante la posibilidad de una evaluación de alergias alimenticias, algo que nunca había explorado, fui a visitar a mi antiguo doctor, que es cristiano. Como parte del  chequeo habitual, me subió en la camilla y comenzó a hacer presiones en mis articulaciones de forma tal que creí que iba a salir disparada.

Todo me dolía, como si sus manos fueran un martillo y un cincel. Por años había evitado y pedido a mis médicos que no me dijeran si padecía Fibromialgia, pero este no lo pensó dos veces y en solo un momento dictó su diagnóstico  en mi cara, diciéndome que sin duda alguna era uno de mis fuertes padecimientos. Varias horas después, mi cuerpo todavía sentía que había salido de un ring de peleas, ¡solo por esos apretones!  

Llegué a casa y pensaba en todos los años que había evitado oír esto como quien rehúsa escuchar una sentencia. La gran mayoría de las mujeres que conozco que la padecen, han cambiado radicalmente su vida, apocándose y relegándose a hacer casi nada, escudadas detrás del dolor.  Pero quiero, y oro por ser útil al Señor  y Su Reino cada día en esta tierra, aunque todos mis huesos duelan y crujan. 

Muchos pensamientos inundaron mi cabeza. Como el salmista, traje a mi memoria las obras del Señor para conmigo (Sal. 77:11). Recordé que por veinte años, con o sin diagnostico,  he padecido de migrañas y dolores en el cuerpo, y en mi debilidad Dios se ha mostrado fuerte (2 Cor. 12:9).   Dios trajo a mi memoria que  este dolor me ha permitido conocerle de una forma cercana, íntima y palpable. Que en esos tiempos Él ha sido mi Consolador y mi refugio porque han sido días de mucha debilidad física y dependencia total de El (Sal.18:1).  Muchas veces las personas  a tu alrededor no entienden el dolor pero Cristo sí entiende y se compadece (He. 4:15). He podido sentir Su cuidado en mi cama.

He dado gracias por esta aflicción tantas veces, pues aunque no quisiera padecerla, sé que Dios la ha permitido para mi bien, consciente de que ella es un instrumento de su gracia, mientras EL forma a Cristo en mi. (Ro.5:3)

Recordé las palabras de una hermana mayor muy amada al saber que debido a la migraña y malestar que sentía, me había marchado antes de tiempo de un  retiro que celebramos, cuando me dijo uno de los halagos mas hermosos: ‘Quien lo diría! Aunque tengas dolor siempre estás sonriendo! Quienes la padecen, muchas veces viven amargadas” ¡Gloria a Dios! 

¡Sólo Su gracia infinita no lo ha permitido así!  Le doy gracias por lo bueno que ha sido conmigo, ¡cómo me ha sostenido en mi debilidad y SIEMPRE provee médicos y medicinas para mi! Su cuidado me asombra! Me ha sido de mucho aliento algo que compartió Kim Wagner en un programa de Aviva Nuestros Corazones,  y es  que solo  de este lado del cielo puedo alabar a Dios en el dolor y en la prueba, porque al llegar a casa, al cielo, solo le alabaré en medio del gozo!

¡Hoy levanto esta canción y elevo un altar de acciones de gracias como un memorial por Su fidelidad para conmigo! (Josué 4:19-24)

¿Tienes un altar que levantar en medio del dolor hoy? Comparte con nosotras.

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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com 

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Sobre el autor

Elba Ordeix de Reyes

Esposa de Roby y madre de tres hijos adultos: Gabriel, Anna Gabriela y Andrés. Abuela de Noël, Lucas, Olivia, Vera y Julia Ann.

Anhela vivir una vida Coram Deo o en Su presencia cada día. Tiene pasión porque las mujeres … leer más …


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