Adora a Dios mientras cantas

Escrito por: Patricia Pérez de Villa

«Que la Palabra de Cristo habite en abundancia en ustedes, con toda sabiduría, enseñándose y amonestándose unos a otros, con Salmos, himnos y canciones espirituales, cantando a Dios con acción de gracias en sus corazones». -Colosenses 3:16

¿Qué produce en tu corazón y tu mente cantar salmos, himnos y canciones espirituales? Creo que, si somos redimidas por Cristo y salvadas por gracia, produce adoración y gratitud.

Muchas veces, en medio de mis labores de casa, me encuentro llorando cuando alabo al Señor al cantar. Mientras entono algún himno, canto o alabanza, pienso lo que voy oyendo, pues la Palabra de Dios dice que hay que cantar con el espíritu, pero también con entendimiento (1 Cor. 14:15).

Es también la Palabra de Dios el alimento más importante en nuestra vida como creyentes. Ahí encontramos todo lo necesario para la vida y la piedad. Ahí conocemos a Cristo y Su voluntad para nosotras. Es Su Palabra la que Dios usa para traer luz y entendimiento para salvación (1 Cor. 1:21).

Un himno como «Mi Salvador en Su bondad» me lleva a reconocer la preciosa obra de Cristo en la cruz, y decir: «¡Gracias Señor!».Una alabanza como «Santo por siempre» me lleva a ver quién es Dios, exaltar Su nombre, reconocer Sus atributos únicos y decir: «¡Cuán admirable y hermoso eres Señor!».Aun cuando mi comprensión de Sus atributos es muy limitada, no deja de sorprenderme Su persona y Su carácter.

Es muy importante que los himnos y cantos que escuchamos nos hablen del evangelio, nos recuerden que somos pecadoras salvadas por gracia, esa gracia admirable que fue mostrada cuando estábamos perdidas, pero Cristo nos buscó, nos perdonó y nos levantó. «¡Cuán bella Su gracia fue en mi ser, la hora en que creí! Pues nuestro Señor, es Dios que perdona aún al más vil pecador».

Antes de conocer a Dios, Él usó hermosos himnos para mover mi corazón, llevándome a meditar en la obra de Cristo en la cruz y que sintiera necesidad de Él, pues estaba ciega.

Vengo de un contexto católico, y ahora puedo ver que el Señor me buscaba desde niña. Él usó un canto que quedó grabado en mi mente y corazón, y que con los años, supe por la Palabra del Señor, que era el Salmo 25:1 y 7 que expresa estas bellas palabras: «A Ti Señor levanto mis ojos; a Ti que habitas en el cielo.A Ti Señor levanto mis ojos, porque espero en Tu Misericordia».

Considero necesario y muy importante, para estar enfocada en la Verdad día a día, tener el evangelio de Jesucristo presente. Y los himnos, cantos y alabanzas nos ayudan a recordarlo. Son prácticos, útiles, fáciles de grabar y Dios los puede usar para mover el corazón más duro, como lo fue en mi caso. 

También en la Palabra vemos este tipo de adoración a Dios. En 1 Samuel 2 leemos que brotó un cántico del corazón de Ana cuando Dios le concedió un hijo, tambiénel cántico de Moisés en Deuteronomio 32 antes de entrar a la tierra prometida y los salmos de David.

En casa tenemos un piano, un regalo con una historia muy bella, que quizá pueda contarte en otra ocasión. Me fascina cuando mi esposo se sienta a tocar, dejo de hacer lo que sea que esté haciendo y corro a cantar. Él me pregunta: «¿Qué himno quieres?».

Siento gratitud al Señor por hombres y mujeres redimidos que escribieron himnos hermosos, como Fanny Crosby alabando al Señor con «Lejos de mi Padre Dios», John Newton con «Gracia Admirable», Martín Lutero con «Castillo fuerte es nuestro Dios», etc.Necesitaría mucho tiempo para contarte la historia de cada himno que ha bendecido y alentado mi alma y corazón. Pero te hablaré de uno que nunca puedo cantar sin llorar, y es: «Estoy bien con Mi Dios».

Antes de que el Señor rindiera mi voluntad a la Suya, en mi poco entendimiento, lloraba al cantarlo, pues sabía dentro de mí que no estaba bien con Él, que si me llamaba a cuentas, iba sola, sin nada que cubriera mis pecados y culpas.Hoy que por Cristo soy hija Suya, puedo decir que estoy bien con mi Dios. ¡He sido reconciliada ante el Padre! Si me llama, voy con mi abogado Jesucristo; Su sangre ha cubierto todo pecado y culpa en mí. Soy justificada por el único verdaderamente Justo: Cristo. Hoy lo canto llorando, pero de gratitud.Pues «De paz inundada mi senda ya esté, o cúbrala un mar de aflicción. Mi suerte cualquiera que sea diré ¡Aleluya! Estoy bien con mi Dios. Ya estoy bien con mi Dios. ¡Gloria a Cristo! Alcancé salvación».

Canto siempre, más cuando estoy triste o desanimada. Muchas veces le digo a mis amigas en su necesidad que canten, adoren, alaben y mediten en la maravillosa obra que Cristo ha hecho en la cruz para salvarnos. Y hoy te lo digo a ti, ya sea que estés alegre o estés triste, adora al Señor cantando las verdades bíblicas. Esto te traerá alegría, paz y confianza a tu alma y corazón, pues fortalecerá tu fe al saber en quién has creído. «Bueno es dar gracias al Señor, y cantar alabanzas a Tu nombre, oh Altísimo» (Sal. 92:1).

«¡Gloria cantemos al Redentor, que por nosotras vino a morir; y que la gracia del Salvador, siempre dirija nuestro vivir!».

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