Aconsejando a la mujer creyente que tiene un esposo no creyente (Tercera parte: Actitud del corazón y el enfoque correcto)

La actitud del corazón

“Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos, de modo que si algunos de ellos son desobedientes a la palabra, puedan ser ganados sin palabra alguna por la conducta de sus mujeres” (1 P. 3:1).

De una forma amorosa y pastoral, Pedro ha estado hablando previamente a los hermanos de cómo relacionarse unos con otros en diferentes escenarios con el fin de ser irreprochables ante los que no conocen al Señor para que, si Dios les visita con salvación, ellos puedan dar un testimonio que glorifique a Dios por la conducta de Sus hijos.

Por eso nos instruye a todos a someternos ante las autoridades que Él ha puesto sobre nuestras vidas: a los gobernantes y a los que nos emplean. Estos últimos pueden ser muchas veces difíciles e insoportables, pero ahí es que un creyente halla gracia de Dios al padecer sin ser culpable. Ese es el contexto para las esposas, de esa misma forma ellas son llamadas a someterse a sus esposos para gloria de nuestro Dios, aún ante aquellos que son incrédulos y difíciles.

Este pasaje permite que ella pueda ver que Dios le ha prometido de una forma especial dar Su gracia cuando sufre por ser como Cristo. Dios está permitiendo un esposo incrédulo con el fin de que ella pueda mostrar el carácter de Cristo, pero al mismo tiempo Dios usa ese dolor para que sea moldeada para parecerse más a Él en cada situación. Y en todo esto, al permanecer sometida sin temor ella puede ganarlo sin palabras con su respeto y manera sabia de convivir.

Por otro lado, es importante que ella entienda que la forma en que ella puede ganarlo para el Señor no es dejándole sermones o mensajes, sino con el adorno de un espíritu sereno, afable, apacible, que es de gran valor para Dios (1ª P. 3:4). Esto la lleva a vivir de una forma prudente, en intimidad con Dios y dependiendo de Su gracia en cada momento, porque separada de Él no lo podrá hacer. El gozo y la paz que ella vive deberá ser algo que su esposo anhele.

El enfoque correcto

Aunque el matrimonio pudiera ser muy difícil para una mujer en esta situación, el ser hija de Dios es lo que la define, no su estatus social, no es si su esposo comparte su fe, ni siquiera que ella padezca aflicciones por esa fe. Dios dice que ella es bendecida, predestinada, adoptada, escogida, perdonada por Dios y sentada en los lugares celestiales con Cristo desde la eternidad pasada (Ef. 1:1-14).

Estas verdades deben ser lo que le dé sentido a su vida y son su gloriosa identidad. Deben ser su esperanza, su gozo cada día y deben moverla a orar para que, si es la voluntad de Dios, su esposo pueda compartir la eternidad junto a ella.

Tener el enfoque correcto, cambia la perspectiva de víctima y dolor a triunfo y esperanza en Cristo.

 

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Sobre el autor

Elba Ordeix de Reyes

Esposa de Roby y madre de tres hijos adultos: Gabriel, Anna Gabriela y Andrés. Abuela de Noël, Lucas, Olivia, Vera y Julia Ann.

Anhela vivir una vida Coram Deo o en Su presencia cada día. Tiene pasión porque las mujeres … leer más …


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