Te criaron con un entendimiento de quién es Dios, lo que significa Su Palabra y cómo se supone que debes vivir, pero últimamente el fundamento de tu fe se siente un poco. . . fracturado. Algo que has leído, experimentado o sentido te ha cambiado. Es como si llevaras un par de anteojos nuevos. Todo lo que pensabas que sabías acerca de Jesús de repente se ve muy diferente.
En secreto (o públicamente), te has preguntado:
- ¿Es esto cierto?
- ¿Es real?
- ¿Se puede confiar en la Biblia?
A nuestro mundo le encanta etiquetar las grandes ideas. Nos ayuda a colocarlas en pequeñas cajas que podemos organizar. Otras personas con grandes preguntas sobre la fe y la Biblia han anunciado que están «deconstruyendo». Esto podría convertir en deconstruccionistas a todos los que tienen grandes preguntas sobre la fe. Excepto que no es tan simple.
Quizás tengas un pie en dos lugares. Está Jesús, tu Biblia, tu iglesia y tus amigos. Significan mucho para ti. Tus experiencias con Jesús también significan mucho para ti. No estás lista para marcharte. Luego, están aquellos fuera de los muros de la iglesia que tienen preguntas como tú. Sus voces te siguen hablando a través de podcasts, libros y conversaciones. ¿Saben algo que tú no? ¿Están iluminados de la manera que deberías estarlo tú? Sientes que estás llegando a tu límite. Es incómodo. ¿A dónde puede acudir una mujer con preguntas legítimas sobre Dios y la Biblia?
Dios nunca te llamó a una fe ciega
Piensa en Abraham. El primer libro de la Biblia registra el relato de Dios pidiendo a Abraham que sacrificara a su hijo como holocausto. En respuesta, las Escrituras nos dicen: «Abraham se levantó muy de mañana, aparejó su asno y. . . fue al lugar que Dios le había dicho» (Génesis 22:3). ¡Esto parece fe ciega! Sin embargo, no fue así.
Hebreos 11:19 declara que Abraham, «consideró» (algunas traducciones dicen que «razonó» o «concluyó») que «Dios era poderoso para levantar aun de entre los muertos [a Isaac]». No fue sino hasta que Abraham sopesó los hechos y consideró lo que sabía que era cierto sobre el carácter de Dios que dio el primer paso de fe y obediencia. Si el «padre Abraham», a través de quien Dios dio a luz a Su nación escogida, pudo contemplar el carácter de Dios antes de responder a la Palabra de Dios, ¡tú también puedes hacerlo!
Romanos 1:19-20 es uno de mis pasajes favoritos. Mi mente vuelve ahí a menudo cuando las grandes preguntas comienzan a surgir dentro de mí.
«Pero lo que se conoce acerca de Dios es evidente dentro de ellos, pues Dios se lo hizo evidente. Porque desde la creación del mundo, Sus atributos invisibles, Su eterno poder y divinidad, se han visto con toda claridad, siendo entendidos por medio de lo creado, de manera que ellos no tienen excusa».
El mundo que nos rodea está lleno de pistas sobre quién es Dios. Su intención es que miremos, percibamos y pensemos.
No existen los «no preguntes»
Abre tu Biblia en los Diez Mandamientos que se encuentran en Éxodo 20. Encuentra el mandamiento «No preguntes. . . ». No está ahí, por supuesto. No existe tal mandato en una sola página de la Biblia. En cambio, Dios nos invita a pedirle que aumente nuestro entendimiento.
Santiago 1:5 no tiene el tono de un dictador totalitario que se pone rígido ante la menor pregunta sobre su liderazgo. El tenor de este versículo refleja el resto de las Escrituras y suena más como un maestro talentoso al que le encanta ver las bombillas parpadear sobre las cabezas de sus alumnos a medida que alcanzan nuevos niveles de conocimiento.
«Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada».
«Sin reproche». Mastica esas palabras por un momento. Esta es la respuesta de Dios a tu perplejidad. Cuando tenemos preguntas, Él no se eriza ni se distancia. Él no te regañará ni te reprenderá por querer comprenderlo. La «sabiduría» del mundo no ofrece la misma promesa; si no aceptas la «verdad» del día, se te considerará mal informada y mezquina. Recuerda a Nicodemo. Era un hombre de fe que, para usar el lenguaje actual, estaba «deconstruyendo».
«Había un hombre de los fariseos, llamado Nicodemo, prominente entre los judíos. Este vino a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro, porque nadie puede hacer las señales que Tú haces si Dios no está con él”» (Juan 3:1-3).
Presumiblemente Nicodemo no se acercó a Jesús al amparo de la oscuridad porque temía la reacción de Jesús, sino porque era un líder religioso. Él estaba luchando con el hecho de que lo que siempre había creído acerca de Dios no concordaba con lo que veía en Cristo. No sabemos cómo reaccionaron sus compañeros fariseos. Dios no consideró necesario preservar eso en las Escrituras. Sabemos cómo respondió Jesús: escuchó. Respondió a las preguntas de Nicodemo. Pacientemente reveló los misterios de la salvación.
Me recuerda lo que Dios le dijo al profeta Isaías: «“Vengan ahora, y razonemos”, dice el Señor, “Aunque sus pecados sean como la grana, Como la nieve serán emblanquecidos”» (Isaías 1:18). En otras palabras: hablemos de esto.
Desde los profetas mayores hasta los evangelios y las epístolas, la respuesta de Dios a nuestras preguntas es coherente: «ven», «pregunta», «busca».
Aprende a amar tu Biblia entera
Estoy segura de que has experimentado la frustración de que se saque de contexto algo que dijiste. Es cierto, usaste esas palabras, pero no de esa manera, y el resultado final no fue lo que pretendías.
No adoptes el mismo enfoque de la Palabra de Dios extrayendo un versículo que parece contradecir a otro y luego arrojas toda la Biblia por la borda. Este no es un enfoque prudente y cuidadoso para aumentar la comprensión. No es justo para la Palabra de Dios y no es justo para ti.
¿Hay partes de tu Biblia que entendiste de una manera, pero ahora las entiendes de otra manera? ¡Bien! Estás creciendo. ¿Has visto el punto de vista de Dios sobre un tema o idea a través de un lente estrecho y ahora quieres verlo de manera panorámica? Ve por ello. Pero no dejes de leer tu Biblia. No cambies la Palabra inspirada de Dios que se ha mantenido durante milenios por un presentador de podcast convincente.
La Biblia es grande. Es compleja. Hay partes que son difíciles de entender. Hay partes que son fáciles de entender, pero difíciles de vivir. El problema no es la Biblia; somos nosotras. Tenemos muchos defectos. Cuando algo parece extraño en las Escrituras, se rompe el lente, no la Biblia en sí.
Toma lo que creas que sabes acerca de la Palabra de Dios y ponlo bajo un microscopio. Busca lo que se perdió. Crece. Madura. Pero no dejes de leer tu Biblia. ¿Qué otra fuente puede hacer (y mantener) promesas como esta?
«La suma de Tu palabra es verdad, y eterna cada una de Tus justas ordenanzas» (Sal. 119:60)
Quédate con los santos
Mi esposo y yo estuvimos una vez en medio de una pelea épica, una para todas las edades. Él estaba enojado. Yo estaba enojada. Él estaba llorando. Yo estaba llorando. Hablamos en círculos una y otra vez. Los problemas de raíz eran los mismos con los que habíamos luchado unas mil veces antes. Parecía que estaríamos atrapados en el vórtice de nuestra frustración para siempre. Luego me miró a los ojos y dijo: «Vas a tener que decidir que no soy tu enemigo. Yo estoy aquí para ti».
Lo hice. En ese mismo momento decidí que estaba en mi equipo. No hizo que nuestro matrimonio fuera perfecto, pero hemos detenido un poco más las peleas. Mis plumas no se agitan tan fácilmente cuando recuerdo que él está de mi lado, y él se frustra menos porque sabe que jugamos en el mismo equipo.
Menciono esto porque muchos de los que están deconstruyendo tienen una relación complicada con otros cristianos. Ha habido heridas genuinas y pecados graves. Si la iglesia se siente como unncampo de batalla, es fácil cuestionar la bondad del Dios que representamos. En nuestro mejor día, la iglesia es un grupo de pecadores. Tropezamos y caemos de muchas maneras y muy a menudo hay daños colaterales. Pero estamos unidos por una cuerda inquebrantable: la gracia de Jesús. Debido a Su obra en nuestras vidas, somos los guardianes de una comisión tan grande que sigue cambiando el mundo. Acércate, querida lectora. Imagíname sosteniendo tu cara entre mis manos. Estamos para ti.
Lo siento mucho si te hemos lastimado. El dolor del conflicto interpersonal tiene la mala costumbre de distorsionar cómo vemos todo y a todos. Pero, así como aprendí a soltar las armas en el matrimonio eligiendo ver que mi esposo y yo estamos en el mismo equipo, te invito a que veas que la iglesia no es tu enemiga. Lo repito, estamos para ti. Eres un miembro valioso y estimado del rebaño de Cristo.
Deconstruye humildemente
Si Job estuviera hoy en Instagram, algunos lo etiquetarían de deconstruccionista. El sufrimiento lo llevó a hacer grandes preguntas sobre los caminos de Dios. Creo que las respuestas de Dios a esas preguntas no eran las que esperaba Job (Job 38-41). No podemos obligar a Dios a que nos responda a nuestra manera y en nuestro tiempo. Aun así, en su lucha, Job llegó a una conclusión acerca de Dios que es esencial para todos los que luchan.
«Estos son los bordes de Sus caminos; ¡Y cuán leve es la palabra que de Él oímos!» (26:14).
¿Nos acercamos humildemente a conocer a Dios y Su Palabra, plenamente convencidas de que somos finitas y que (de este lado del cielo) siempre tendremos lagunas en nuestro entendimiento? ¿O cuestionamos a Dios cuando no encaja en nuestras nociones preconcebidas? Desde nuestra limitada visión de la tierra, solo podemos ver los bordes de Él. Siempre hay más por descubrir. Si tienes preguntas, baja, no subas. La humildad es la única postura con la que podemos acercarnos a la Palabra de Dios y entender Su carácter.
El Nuevo Testamento registra muchos ejemplos en los que las expectativas de un Mesías que tenían los judíos del primer siglo fueron desafiadas por quién era Jesús. Buscar a Jesús los obligó a deconstruir todo lo que pensaban que sabían sobre Dios y la fe. Fueron llevados a su límite para aumentar su comprensión a medida que se dio a conocer el misterio de Cristo. Aquellos que humildemente renunciaron a sus nociones preconcebidas fueron cambiados por el Dios Viviente. Aquellos que abordaron sus preguntas e inquietudes acerca de Jesús desde una postura de orgullo tratando de encajarlo en una caja de su propia creación, lo perdieron por completo.
Haz preguntas. Excava más hondo. Crece. Estírate. Cambia. Pero acércate a la fe con humildad, no como un acertijo que tú o cualquier otra persona pueda resolver, sino como un regalo en el que puedes seguir creciendo.
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