Criar hijos puede ser un reto para el mejor de los matrimonios, pero un hijo con necesidades especiales puede empujarnos hasta el límite.
Hace tres años, nuestro hijo más joven fue diagnosticado con Síndrome de Asperger. Este diagnóstico lo coloca en el espectro del autismo. Él tiene dificultades extremas para regular sus emociones y manejar las relaciones sociales. Aunque intelectualmente está bien avanzado, Jacob es lento emocionalmente lo que hace que se le dificulte encajar en cualquier sitio.
Este diagnóstico significó un duro golpe para Daniel y para mí. ¿Cómo sabríamos cómo criar a este precioso, maravilloso e increíblemente complicado pequeño?
El Señor lo sabía y nos lo iba a mostrar.
Como ocurre con muchos padres, Daniel y yo tenemos estilos de crianza diferentes. Hubiera resultado fácil criticarnos el uno al otro debido a que veíamos las cosas tan diferentes, pero en Sus formas regularmente sorpresivas, Dios ha usado la dificultad de nuestra familia para unir más nuestros corazones.
A continuación, seis maneras en las que puedes crecer en tu matrimonio mientras caminas a través de las etapas de una crianza difícil:
1. Aprender a respetar la perspectiva del otro.
Sin la perspectiva y autoridad firmes de Daniel, probablemente Jacob estaría dirigiendo este equipo y yo estaría vagando en las calles toda desaliñada con un murmullo ininteligible.
Sin mi deseo insaciable de buscar todo tipo de ayuda para Jacob, él podría no haber recibido la intervención temprana que lo ha ayudado a crecer tanto.
¡Daniel y yo hemos aprendido que nos necesitamos el uno al otro desesperadamente!
2. Dejar que tu matrimonio se convierta en un lugar de refugio.
Existe algo dulce en colapsar en los brazos del otro al final de una jornada difícil o en encontrarnos en nuestro restaurante favorito para almorzar a mediados de la semana. En nuestra alocada agenda, los eventos más ordinarios pueden parecer como momentos robados.
3. Aprender a orar como una fuerza unida.
Cada uno de nuestros tres hijos necesita cosas diferentes y hemos aprendido a orar como un equipo, pidiéndole a Dios por las mismas cosas para nuestros hijos. Todavía nos sorprendemos cuando comparamos notas y descubrimos que el Espíritu Santo nos había dado perspectivas similares o respondido nuestras oraciones de manera tangible. Ver al Señor obrar nunca pasa de moda.
4. Soltar tus ilusiones de control.
Cuando tu hijo te esté gritando groseramente con todas tus fuerzas en público, te sentirás humillada rápidamente. Nos sentimos como un desastre y sabemos ¡que necesitamos a Jesús! Hay libertad y alivio en soltar nuestras fachadas.
5. Aprender a confiar más en Dios en la medida en que experimentamos Su presencia en medio del sufrimiento diario.
«Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón, y salva a los abatidos de espíritu.» Salmo 34:18. Este versículo ha sido tan real para nosotros, una y otra y otra vez.
6. Recordar que Cristo es tu tesoro; una familia perfecta y un hijo bien portado no lo son.
Daniel y yo buscamos a Jesús juntos, y hemos encontrado que Su carga es ligera. Él es tierno con nosotros y da descanso a nuestras almas. Es nuestro Maestro, nuestro más grande tesoro y está con nosotros en cada paso del camino.
¿Dios te ha mostrado Su bondad en medio de la dificultad en la crianza de tus hijos? Anímanos diciéndonos cómo lo ha hecho. Nos encantará saberlo.
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