3 recordatorios para el tiempo de prueba

Recientemente pasé por un tiempo difícil al tener que mudarme de país. Estoy casada y tengo dos pequeños. Cuando decidimos que teníamos que mudarnos de Estados Unidos a México, mi bebé tenía 2 meses, y al mudarnos, él iba a tener solo 4 meses. Todo pasó muy rápido, los días se iban volando y sentía que no podía con el mar de emociones que estaba atravesando. ¡Y la transición apenas comenzaba, el Alfarero había decidido que ese era el momento para comenzar el quebrantamiento!

Acabábamos de comprar una casa, y mi esposo estaba entregando al proyecto de la plantación de una iglesia. Trabajamos este proyecto por dos años con nuestra iglesia local, que ahora nos enviaba allí. Finalmente, en el 2024, todo ese proceso se concretó, en mayo comenzaríamos nuestras clases de membresía, para en agosto, tener nuestro primer servicio como iglesia. Sin embargo, nuestro soberano Dios y Señor tenía otros planes.

El domingo que tendríamos nuestra primera clase de membresía, le dimos la noticia al «equipo plantador», de que por razones ajenas a nosotros, teníamos que mudarnos de país y el proceso de la plantación de la iglesia tendría que ponerse en pausa. Hubo muchas lágrimas y dudas. No estaba segura de cómo el Señor quería que respondiera o qué hiciera. Y esto era solo la primera parte.

Tuvimos que empacar lo que consideramos necesario para mudarnos de país en seis maletas. ¿Puedes imaginarte eso? Llegamos a México y ahora estábamos nuevamente en el proceso de buscar una casa y comenzar desde cero. El Señor nos proveyó, y dos semanas después, ya estábamos en un nuevo hogar.

Tenía muchas cosas que pensar, maletas por empacar, y decidir qué llevarme o qué dejar, despedidas, buscar casa y electrodomésticos para nuestro nuevo hogar. Cuando los días ajetreados se apaciguaban, se puso en manifiesto cómo me sentía. Estaba afligida y me preguntaba si habíamos hecho lo correcto. Le decía a Dios: «¿Qué quieres de mí? No sé cómo se supone que responda ante cómo me siento, no puedo con esto».

Tenemos seis meses en México, por la gracia del Señor, el ritmo de vida en casa luce más «predecible», pero no puedo negar que hay días en los que sigo haciéndole preguntas a Dios, ocasiones en las que me pongo triste. En momentos silenciosos del día, me doy cuenta de que si no soy intencional en presentarme delante del Señor, mi mente y corazón divagan fuera de Cristo más fácil y rápido de lo que pienso.

¿Cómo luce tu «quebrantamiento» en este momento? Quizá sea un matrimonio difícil, un hijo pródigo, conflictos interpersonales, el divorcio de tus padres, la división de una iglesia, inestabilidad laboral o un futuro incierto. Amada, si eres hija de Dios, si has reconocido a Cristo como tu único y suficiente Salvador, tu final en esta tierra es seguro y tienes una esperanza no solo para el futuro, sino para el presente, para la lucha del aquí y ahora.

Quiero compartir contigo 3 realidades que me han ayudado a mantenerme aferrada al Ancla inconmovible en este tiempo:

  • Dios está usando tu adversidad con un propósito, y estoy segura de que tú deseas que Su propósito se cumpla en tu vida (Heb. 10:23).

Probablemente, muchas de nosotras hemos orado pidiendo al Señor que Su propósito se cumpla en nuestras vidas. Quizás has pedido al Señor que haga lo que tenga que hacer en tu vida a fin de que le conozcas de una manera más profunda, estas son oraciones que llamaríamos «peligrosas». ¿Y sabes qué? Yo oré así recientemente. Y cuando el quebrantamiento llegó, no me resultó muy placentero, el «conocer más a Dios» se presentó a mí de una manera que no esperaba. 

La primera semana que comenzamos este tiempo de prueba, mi esposo y yo lloramos mucho. Así que fue difícil, pero gracias a Dios por Su Espíritu Santo que nos mantuvo firmes, recordándonos que no servimos a un Dios de confusión, sino a Uno que es fiel a Sus promesas; así, en medio de la prueba, puedo mantener firme mi esperanza en Él sin vacilar, pues Él está usando la adversidad con un propósito. Su evangelio son buenas nuevas de salvación no solo para el futuro, sino para el presente.

  • En tu adversidad, Él te provee de lo que necesitas (Flp. 4:19).

En este tiempo de prueba, mi necesidad más evidente ha sido espiritual. Muchas veces he llegado a sentir que estoy desprovista de las herramientas que necesito para luchar contra los pensamientos negativos y las dudas. No sé decirte cuántas veces me he despertado antes de que los niños se despierten para poder pasar un tiempo en la Palabra y terminar ese tiempo creyendo que no hubo provecho alguno. 

¡Qué reconfortante ha sido recordar en tiempos de más lucidez espiritual que no es así! Dios siempre nos da Su porción que trae fruto en Su tiempo. Dios provee para todas mis necesidades, conforme a Sus riquezas en gloria en Cristo Jesús, puedo venir tal como soy delante del Señor y saber que Él no me rechaza, Él recibe al que viene con un corazón humillado ante Su santidad. Donde sea que te encuentres en este momento, búscale, medita en Su Palabra, escucha alabanzas que te recuerden Su carácter. 

¡Oh Señor! Ayúdanos a ser intencionales y diligentes en buscar Tu rostro, recordando que no logramos el crecimiento en nuestras propias fuerzas, y que podamos confiar en Tu obra perfecta en nosotros.

  • Da gracias por cualquier medio que Dios use para hacerte más como Cristo (1 Tes. 5:23-24).

Cuando pasamos por momentos de prueba, el proceso de santificación no nos resulta tan placentero, no fluye de nosotras el agradecimiento, tampoco suele ser algo que nos produzca «sumo gozo» como Santiago nos enseña, ¿no es así? El quebrantamiento causado por el Señor muchas veces duele, trae consigo duda, temor, incertidumbre. Pero también trae vaciamiento de nuestro yo, uno puede darse cuenta de cuán egoísta, autosuficiente y arrogante es. 

Pero mira lo que dice Pablo a los tesalonicenses, el proceso de santificación hace que todo tu ser, alma y cuerpo sea preservado irreprensible para la venida de Aquél en quien has puesto tu esperanza. ¿No es esto maravilloso? Él nos preserva. Está total y completamente a favor de que estemos bien física y espiritualmente, nos ha llamado suyas y nos preservará hasta el final. ¡Oh Padre! Y si para ello tenemos que ser quebrantadas, que así sea, Tú eres fiel a Tu llamado y cumplirás Tu propósito en nosotras. Por ello, te damos gracias.

No sabemos lo que el Señor tenga en el futuro para nosotras. Lo que sí sabemos es que Él es nuestra ancla firme, el puerto seguro, la Roca inconmovible. 

Frases que me han sido de aliento en tiempo de prueba. Si alguna de ellas te es de bendición, te invito a anotarla en algún lugar al cual puedes volver y leerla cuando lo necesites. Hacerlo me ha resultado muy beneficioso:

«En cualquier momento de la vida, en las altas y en las bajas, en la cima de la montaña y en el valle más profundo, donde sea que Dios te encuentre, Él sigue siendo bueno, Su fiel amor y Su misericordia permanecen para siempre». —Nancy DeMoss Wolgemuth.

«Nuestras circunstancias son los medios de manifestar lo maravillosamente perfecto y extraordinariamente puro que es el Hijo de Dios». –Oswald Chambers.

«Puedes gastar tu vida y tus esfuerzos tratando de hacer tu vida fácil, o puedes someterte a la mano de Dios, a las circunstancias que Él trae a tu vida». —Nancy DeMoss Wolgemuth.

«Debo recordarle a mi corazón que Dios no se deleita en mi lucha, sino que la lucha es buena porque está produciendo algo bueno en mí que es muy útil». –Mark Vroegop.

«No tratemos de evitar las copas de Dios; aunque nos sepan amargas, el final es el camino de bendición». —Nancy DeMoss Wolgemuth.

Recursos adicionales que te recomiendo para seguir anclada en Cristo en tu adversidad:

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Sobre el autor

Débora Cázares de Rivera

Débora es originaria de Coahuila, México, pero actualmente reside en Nuevo Mexico, junto a su esposo Jordan Rivera y sus dos hijos.

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