Texto para meditar: Marcos 9:33-41
“Y cualquiera que se ensalce, será humillado, y cualquiera que se humille, será ensalzado.” —Mateo 23:12
“El hombre y la mujer se complementan en sus roles dentro del ministerio. El verdadero enriquecimiento, tanto para el hombre como la mujer cristiana, se produce como consecuencia de llenar estos roles mientras van caminando hombro con hombro, uno junto al otro. El ministerio de la mujer es primariamente maternal en su característico sabor y estilo, mientras que el del hombre es primariamente paternal. Esta maravillosa y rica distinción en los roles debe ser celebrada y reflejada. Es un ministerio basado en la colaboración.” —Joni Eareckson Tada*
La mujer fue creada para llenar un rol vital en la vida del hombre, sirviendo como co-regente sobre la creación y funcionando como su ayuda idónea. Algunas mujeres reaccionan al concepto de ser ‘ayudas’ como si se tratase de una posición inferior. Pero es todo lo contrario; este rol de ayuda es honroso, vital y puede ser abrazado cuando es visto como un complemento necesario para el hombre.
Veamos por un momento al “ayudante” que Jesús elogió como el profeta más grande del Antiguo Testamento:
En los recuentos de los Evangelios, Juan el Bautista se distingue como un jugador principal, único y necesario para preparar el camino al Rey que vendría. ¿Pero qué dijo Juan acerca de Jesús y con respecto a él mismo? “Él debe crecer y yo debo menguar”. (Juan 3:30). ¿Por qué no se aferró Juan a la fama? ¿Por qué no se quejó al perder los seguidores que había adquirido durante su ministerio en el desierto? Porque había entendido el principio de que “Se trata de Él; no se trata de mí”.
¿Acaso vemos a Juan como menos que el importante proclamador que realmente fue porque simplemente jugó un rol secundario al entrar en escena el Hijo del Hombre? No, lo estimamos aun más por haber tomado su justa posición como el que “preparó el camino” mientras al mismo tiempo se rehusaba a ser llamado “El Camino”.”
En vista de esto, ¿por qué será que nosotras las mujeres en ocasiones nos ofendemos al ser consideradas actrices secundarias en lugar de tener el rol protagónico a la hora de la asignación de los roles dados por Dios? De alguna forma nos hemos convencido de que esta posición es menos valiosa, y por lo tanto vemos nuestro rol como humillante, o menos significativo que el del hombre. ¿De dónde viene tal pensamiento? ¿Quizás de un diálogo que ocurrió en el Edén? Mañana echaremos un vistazo a ese intercambio fatídico.
Tómate tiempo para reflexionar
¿Cómo respondió Jesús en Marcos 9:33-37 al espíritu competitivo de Sus discípulos? ¿Compites con los hombres que te rodean, o tratas de usar tus dones y habilidades para complementarlos? ¿Buscas honrar a los hombres de forma respetuosa y apropiada, o tienes una actitud de menosprecio hacia ellos? Pídele a Dios que abra tus ojos a tus propias actitudes y conductas.
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