Texto para meditar: Salmo 92
“Aun en la vejez darán fruto; estarán vigorosos y muy verdes, para anunciar cuán recto es el SEÑOR, mí roca, y que no hay injusticia en El.” —Salmos 92:14–15
“La perseverancia es la evidencia más segura de la sinceridad.” —Matthew Henry*
¿Alguna vez has pensado cómo deseas ser recordada por otros cuando hayas partido? ¿Has hecho la determinación de terminar bien la carrera? ¿Le estás pidiendo a Dios que te haga espiritualmente fructífera mientras tengas vida?
El Salmo 92 provee un contraste entre aquellos que permanecen en comunión cercana con el Señor y aquellos que han rechazado a Dios. Los que buscan ser rectos delante de Dios reciben esperanza y aliento para el futuro. Aunque los malvados y los impíos puedan gozar de prosperidad y de una vida abundante en el sentido mundano, ésta es temporal y se compara a la hierba del verano que brota rápidamente pero que tiene corta vida. En contraste a esto, la ilustración sobre los rectos es la de una palma florecida y los cedros (Salmos 92:12), simbolizando permanencia, fortaleza, una belleza noble y frutos perpetuos.
Nota el lugar donde estos árboles fueron plantados –en la casa del Señor (Salmos 92:13). Es en Su presencia que recibimos alimento espiritual, la habilidad para dar fruto, fortaleza, gracia y longevidad.
De manera similar, Jesús usa la imagen de la vid y los pámpanos para transmitirnos la verdad sobre la necesidad de permanecer en Él. Su promesa de ser fructíferos es otorgada como resultado de una íntima comunión, de la obediencia a Sus mandamientos, y de la disposición de dar nuestras vidas a favor de los demás, siguiendo el ejemplo supremo de Cristo (Juan 15).
Una cosa que aprendemos de todo esto es que el dar frutos envuelve dos cosas: la santificación y la multiplicación. Oye bien, esas son palabras GRANDES, pero son importantes y ricas en significado.
Puesto de forma sencilla, la santificación es el proceso de crecimiento espiritual mediante el cual, con la ayuda de la gracia de Dios, el fruto del Espíritu se hace evidente, maduro, y prolífico, en la vida de cada creyente. Es el hermoso proceso de cambio que toma lugar en aquél que coopera con el Espíritu Santo, quien hace que la persona muera cada vez más al pecado y que refleje cada vez más la naturaleza y la belleza de Cristo (Romanos 8:12–13).
La multiplicación es el proceso de plantar la semilla de la verdad en las vidas de otras personas, ya sea introduciéndolos a Cristo y/o guiándolos y discipulándolos a través del proceso de santificación. Es invertir en las vidas de los demás para verlos transformados, permaneciendo en Cristo y reflejándole, para que toda la tierra pueda ser testigo de la gloria de Dios.
“Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: ¡Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones! ¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo; porque TODAS LAS NACIONES VENDRAN Y ADORARAN EN TU PRESENCIA...” (Apocalipsis15:3–4).
Tómate un tiempo de reflexionar
Medita en el Salmo 92 y en Juan 15. ¿Deseas ser fructífera? ¿Qué puedes hacer hoy para permanecer en Cristo, obedecer Su Palabra, rendirte por completo a Su control, e invertir en las vidas de otros? Pídele que te permita dar “mucho fruto” para Su gloria.
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Este artículo procede del Ministerio Aviva Nuestros Corazones ® www.avivanuestroscorazones.com
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