Texto para meditar: Jeremías 2
"Considerad, llamad a las plañideras, que vengan; enviad por las más hábiles, que vengan; que se apresuren y eleven una lamentación por nosotros, para que derramen lágrimas nuestros ojos y fluya agua de nuestros párpados. Porque voz de lamentación se oye desde Sion: "¡Cómo hemos sido arrasados! En gran manera estamos avergonzados." —Jeremías 9:17–19
“Cuando leemos artículos sobre los registros que llevan las mujeres en la universidad sobre todas sus actividades sexuales, o cuando veo a los hombres cristianos que conozco batallar para evitar mirar el desfile de mujeres con poca ropa delante de ellos en algún centro comercial o en un restaurante, o cuando tengo que voltear en los estantes del supermercado algunas 10 revistas para mujeres porque mis sobrinas ya pueden leer sus encabezados con contenido de pornografía suave –me encuentro más que horrorizada; me siento profundamente apesadumbrada. ¿Acaso es esto lo que el feminismo ha hecho para mejorar el estatus de la mujer? Ciertamente constituyó un intercambio muy pobre." —Carolyn McCulley*
Quizás la transformación cultural más perturbadora que se desprendió del movimiento feminista de los años ‘60 y los ‘70 fue la revolución sexual. El intercambio de roles en los géneros ya no estuvo limitado a los asuntos concernientes al lugar de trabajo, a las responsabilidades compartidas en los hogares, o a la equidad política y social; la agenda feminista encontró su camino a la alcoba. Incluso algunas feministas están ahora espantadas de ver hasta dónde ha llegado su revolución. Una de sus autoras notó lo siguiente: “El lado negativo de esto es que hemos levantado una generación de mujeres jóvenes –y de hombres- que no entienden la ética sexual, como por ejemplo: no te acuestes con un hombre casado; no te acuestes con una mujer casada… Ellos no ven el sexo tan sagrado ni siquiera tan importante ya. Eso se ha perdido.”**
El libro de Jeremías se escribió como un mensaje de amonestación y juicio para el pueblo de Dios. El pueblo había adoptado las prácticas depravadas de la cultura pagana que les rodeaba y se habían involucrado en una flagrante adoración de ídolos. El pueblo de Judá hacia tiempo que ya había perdido su identidad como el pueblo de pacto de Dios, en la medida en que su moralidad comenzó a ser formada por las filosofías desprovistas de Dios y las opiniones sensuales de Asiria y Babilonia. En el capitulo 9, Dios llama al pueblo a lamentarse y gemir por la condición espiritual y moral de la nación.
¿Alguna vez has considerado lo que Dios le diría a tu país hoy en día? ¿Cómo ve Él nuestra condición moral, nuestra actitud casual hacia el sexo prematrimonial y fuera del matrimonio, nuestra avaricia y nuestra lujuria por tener “más”, nuestros abortos, nuestra adoración a la moda, y nuestro apetito insaciable por el placer sensual? ¿Qué le diría a Su iglesia? ¿Somos una novia sin mancha, o acaso nos hemos ido a la cama con la cultura inmoral?
Jeremías llamó a las mujeres de sus días a lamentarse y a sufrir sobre las cosas que eran dolorosas para el corazón de Dios. ¿Dónde están las mujeres gimientes, las “plañideras”, de nuestros días? Seamos mujeres que verdadera y profundamente se preocupan por lo que carga el corazón de Dios.
Tómate tiempo para reflexionar
¿Te has acostumbrado o te has vuelto indiferente al estado de nuestra cultura? Ora que la iglesia sea quebrantada debido a la necesidad espiritual que nos rodea. Lee el capitulo 2 de Jeremías y considera lo que Dios pudiera querer expresar hoy a Su pueblo.
¿Está tu corazón clamando a Dios para que haga un trabajo en tu vida y en la vida de los que amas? Hay muchas cosas en la cultura que causan consternación y angustia, pero Dios no volverá la espalda a nuestros llantos pidiéndole ayuda.
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