¿Ha terminado Dios con tu nación? ¿Se ha lavado las manos con tu país?
El declive de los asuntos nacionales y el auge del secularismo podrían sugerirlo. No es de extrañar que muchos cristianos sienten que se desvanece la esperanza de que las naciones vuelvan alguna vez a Dios. Pero con Dios en el trono, nunca está bien abandonar la esperanza. Hasta que Jesús regrese en gloria, siempre hay tiempo para el avivamiento y la restauración.
En el segundo capítulo de Joel se nos recuerda que nuestro Dios, quien cumple pactos, nunca se da por vencido con los pueblos rebeldes. Él advierte y Él llama. La invitación sigue en pie: «Rasguen su corazón (arrepentimiento genuino, quebrantamiento de corazón) y no sus vestidos (tristeza superficial, a medias). Vuelvan ahora al Señor su Dios, porque Él es compasivo y clemente, lento para la ira, abundante en misericordia, y se arrepiente de infligir el mal. ¿Quién sabe si reconsidere y se apiade, y deje tras de sí una bendición…» (Joel 2:13-14, explicaciones añadidas). ¡Una gloriosa oferta de esperanza!
El curso de la historia se invirtió varias veces en el pasado cuando el pueblo de Dios respondió a la llamada de Dios de volver y arrepentirse. ¡Él puede hacerlo otra vez hoy en día! Los cristianos deben tocar la trompeta y hacer sonar la alarma para que los ojos de su nación se abran para temer al Señor y para que sus corazones se derritan para inclinarse ante Su Majestad.
¡Respondamos a la urgente llamada a la oración (2 Cro. 7:14)! Usando Salmos 33:8-12, unamos nuestros corazones en oración con fe audaz para que Dios se compadezca y bendiga nuestra nación.
Un guía de oración para la nación
«Tema al Señor toda la tierra; tiemblen en Su presencia todos los habitantes del mundo. porque Él habló, y fue hecho; Él mandó, y todo se confirmó». -Sal. 33:8-9
- Padre, entramos a Tu trono con humildad y temor reverente. La sangre de Jesús cubre el camino hacia Ti. Estamos invitadas a Tu presencia a través de Él, pero aun más, nos invita a venir con valentía, no con timidez. Con confianza y no cobardemente. Oh, Dios, ¡tan abundante misericordia y gracia inmerecida! Te damos gracias porque somos tus hijas (Heb. 9:11–14; 1 Jn. 3:1).
- Estamos asombradas de Tu gran poder que abrió el Mar Rojo para el rescate de Tu pueblo y levantó a Jesús de la tumba para la redención de Tu pueblo. ¡No hay ningún Dios como Tú! Solo Tú eres digno de nuestra adoración y alabanza (Ex. 15:21; Col. 2:12; Sal. 86:8).
- Nada puede resistir el poder de Tu Palabra. No puede fallar en cumplir su propósito. Serás exaltado en toda la tierra (2 Cro. 20:6; Is. 55:11; Sal. 46:10).
«El Señor hace nulo el consejo de las naciones; frustra los designios de los pueblos». -Sal. 33:10
- Hacemos una pausa para que Tú nos escudriñes. Muéstranos nuestros pensamientos, actitudes y acciones equivocadas que te entristecen. Confesamos todo pecado que obstaculiza una relación contigo e interfiere en nuestra intercesión. Limpia nuestras manos y purifica nuestros corazones (Sal.139:23–24; 66:18–19; 24:3-4; Stg. 5:16).
- Reconocemos que el declive moral de nuestra nación refleja el declive espiritual de Tu Iglesia. Perdónanos, Padre. Levántate y limpia a Tu Novia por amor de Tu Nombre y gloria. El juicio empieza con nosotros. Derrama un espíritu de humildad y arrepentimiento sobre nuestras iglesias y nuestra tierra. Ten misericordia de nosotros (1 Pd. 4:17; 5:5).
- En Ti depositamos toda nuestra confianza. La seguridad no se encuentra en los pasillos del gobierno, las sedes de los tribunales o las bóvedas de las instituciones financieras. Nuestro futuro está en Tus manos (Sal. 20:7).
- Oramos para que nuestros líderes a nivel local, estatal y nacional sean hombres y mujeres de integridad y honor que gobiernen con sabiduría de lo alto. Que juzguen con compasión y equidad (Stg. 3:17; Prov. 14:34; Miq. 6:8).
- Guía a nuestro presidente y a los funcionarios del gobierno para que busquen y acepten consejos sabios. Vuelve sus corazones hacia Ti y dirige sus decisiones (Prov. 11:14; 15:22; Is. 30:21).
- Enciende un avivamiento espiritual en nuestro presidente y miembros del congreso. Lleva a muchos líderes a una fe salvadora en Jesucristo (Sal. 85:4–7; Ro. 13:1; Hch. 2:21).
- Que los ciudadanos afronten el privilegio de votar con responsabilidad y oración. Si los resultados de las elecciones son decepcionantes, que recordemos que Tú sostienes el corazón del rey y no debemos temer (Mt. 22:21; Is. 41:10; Prov. 21:1).
- Oramos para que la verdad prevalezca en una cultura de mentiras, engaños y calumnias. Que busquemos la verdad en Ti y no en nosotros mismos. Te pedimos que los medios de comunicación reporten con imparcialidad e integridad (Prov. 3:5–6; 6:16–19; Jn. 8:32).
- Derriba los ídolos de avaricia e independencia y poder. Haz que un santo temor de Dios invada nuestra nación. Da a los líderes de nuestra nación la valentía para tomar las decisiones correctas, sin temer a los hombres ni a lo políticamente correcto (Ef. 4:17–20; 2 Cro. 19:7; Prov. 29:25).
- Dios de Luz vence las tinieblas del odio, la maldad, la violencia y la inmoralidad sexual que asolan nuestro país con amor genuino, bondad, compasión y pureza (Ro. 13:12–14; Col. 3:12; 1 Jn. 3:3).
«El consejo del Señor permanece para siempre, los designios de Su corazón de generación en generación». -Sal. 33:11
- Recordamos que mientras los hombres hacen sus muchos planes, Tu propósito permanecerá para siempre. Nada puede frustrar Tus planes (Prov. 19:21; Is. 46:10).
- Oramos que los cristianos defendamos la verdad sin concesiones. Que nuestro testimonio atractivo muestre la belleza y poder del evangelio. Señor, permítenos hacer mucho de Cristo en un mundo que se burla de Él (Jn. 17:17; 15:18; Ro. 1:16).
- Oh Dios, sé misericordioso y perdónanos por reclamar el derecho de destruir la vida. Cambia la corriente contra el aborto y el infanticidio. Haz que atesoremos toda la vida desde el momento de la concepción hasta la tumba. Haz que valoremos toda vida como un precioso regalo de Ti (Sal. 139:13–16; Gn. 1:27).
- Que seamos fervientes en la oración por nuestros funcionarios electos para que los cristianos puedan vivir vidas pacíficas y piadosas, y así el evangelio avance a los confines de la tierra (1 Ti. 2:1–4; Mt. 24:14).
«¡Bienaventurada la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que Él ha escogido como Su herencia!». -Sal. 33:12
- Jesús, cantamos alabanzas porque Tú reinas en los cielos y pondrás a todos los enemigos del Padre bajo Tus pies (1 Cor. 15:24–25).
- Desde el principio de los tiempos, Tu plan incluía todas las naciones para que formaran parte de tu herencia (Sal. 2:8).
- ¡Nos regocijamos en que un día toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Jesús es Señor! (Flp. 2:9–11). Anhelamos ese día en que una multitud de cada tribu y nación clamará unida (Ap. 7:9–12):
«¡La salvación pertenece a nuestro Señor, quien está sentado en el trono, y al Cordero!...Porque el Cordero en medio del trono será su pastor, y Él los guiará a fuentes de agua viva, y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos» (Ap. 7:10, 17).
¡Ven, Señor Jesús! Amén.
Ayúdanos a llegar a otras
Como ministerio nos esforzamos por hacer publicaciones de calidad que te ayuden a caminar con Cristo. Si hoy la autora te ha ayudado o motivado, ¿considerarías hacer una donación para apoyar nuestro blog de Maestra Verdadera?
Donar $3
Únete a la conversación