«Si mi debilidad te hará ver a un gran Dios, entonces diré: “Está bien, seré débil. Estoy dispuesta a solo tener un poquito de poder, un poquito de fuerza para que tú puedas ver la grandeza del poder de Dios”». Estas palabras de Nancy DeMoss Wolgemuth de la serie en cuanto a la iglesia en Filadelfia han resonado en mi mente.
Como tú, anhelo que el poder de Dios sea evidente en mi vida; el ser un simple recipiente a través del cual brille Su gloria. Pero en días recientes el Señor me ha estado mostrando que tengo un anhelo y deseo más profundo: el deseo de ser vista como competente, capaz y sentirme suficientemente preparada antes de salir hacia un territorio nuevo.
Ese deseo ha resultado a veces en una mente paralizada por temores de deficiencia y posibles fracasos. Pensamientos de «Y si» han inundado mi mente. ¿Y si no puedo hacer lo que se me ha pedido? ¿Y si me consideran inepta? ¿Y si fracaso o desilusiono o…? Las posibilidades son interminables. El resultado: ¡agotamiento mental, emocional y espiritual!
No es que estoy sorprendida por mí «poca fuerza y habilidad». En realidad, esas verdades me confrontan a diario como una señal fluorescente en mi mente. Lo que es sorprendente es que el Señor no las ve como obstáculo. Yo las he visto así por años, casi como un enemigo que debe ser conquistado. Las palabras de Jesús a la iglesia de Filadelfia proveen una perspectiva completamente diferente:
«Por tanto he puesto delante de ti una puerta abierta que nadie puede cerrar. Aunque tienes poco poder, has guardado Mi palabra y no has negado Mi nombre». -Apocalipsis 3:8
¿Será realmente posible que nuestra poca fuerza y habilidad proveen el recipiente perfecto a través del cual la llenura de la vida de Cristo puede ser exhibida? ¿No es ese nuestro deseo? ¿Que la fragancia de la vida de Cristo en nosotras pueda impregnar la vida de aquellos a quienes Él ha confiado a nuestro cuidado para que puedan ser atraídos hacia una relación más íntima con Jesús?
¡Oh, hermanas! El Señor no nos está pidiendo que tengamos mayor fuerza, mayor habilidad o hasta mayor poder. ¡Él nos está pidiendo que abracemos, nos regocijemos y seamos agradecidas por nuestras debilidades! Suena ilógico, ¿no? Pero son esas mismas debilidades que permiten que el poder de Cristo more en nosotras (2 Cor. 12:9-10). ¡Y cuánto necesitamos esa llenura de Su poder en estos días!
¿Y qué de ti? ¿Hay áreas en las que te sientes completamente inadecuada, con poca fuerza y poco poder? ¿Ha estado Dios empujándote fuera de tu zona de comodidad? ¿Cómo estás respondiendo? ¿Estás dispuesta a abrazar tu debilidad e ineptitud como el diseño de Dios a través del cual la grandeza de Su poder pueda ser maravillosamente desplegado?
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