Ninguna de las personas que aterrorizadas presenciamos los atentados del 11 de septiembre olvidaremos a los primeros en acudir al lugar de los hechos. De las 2,977 víctimas que murieron aquel fatídico día, más de 412 eran trabajadores de emergencias que acudieron a ayudar. Este recuerdo gráfico es una imagen de lo que significa ser llamada al ministerio.
No somos solo maestras de la Biblia, somos más que planificadoras de eventos. No somos simplemente coordinadoras. Somos las primeras en responder.
En primera línea: misión de emergencia
Todas estamos propensas a desviarnos de nuestra misión. Es muy fácil olvidar por qué estamos sirviendo en primer lugar, por eso estoy tan agradecida de que Jesús diera una declaración de misión tan concisa:
«Acercándose Jesús, les dijo: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que les he mandado; y ¡recuerden! Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”». -Mateo 28:18-20
Esta es nuestra doble misión, entregada justo antes de la ascensión de Cristo. (La llamamos «La Gran Comisión» porque estamos en co-misión con Él).
- Que los no discípulos se conviertan en discípulos.
- Enseñar la Palabra de Dios a los discípulos.
No importa cómo sirvas específicamente, esta es la misión: hacer discípulos, enseñar la Palabra de Dios, y reflejar e imitar a Cristo hasta que Él vuelva.
La Iglesia es el plan «A» de Dios para llevar el mensaje del evangelio al mundo. No hay Plan B. Que nunca lleguemos a ser tan «salvos» que olvidemos lo que significa estar perdido.
Cuando planeamos eventos para que sólo asistan las mujeres de la iglesia. . .
Cuando apoyamos «grupos cerrados». . .
Cuando no damos prioridad a llegar a las mujeres que son diferentes, que están desilusionadas y están buscando ayuda. . .
…olvidamos que somos las primeras personas en responder. Nuestra misión principal es correr hacia las personas que están muertas por sus pecados y delitos.
Corriendo hacia la Iglesia
Hay otra forma en que las coordinadoras ministeriales están llamadas a ser las primeras en responder: en la forma en que servimos a los santos.
Por desgracia, estar en Cristo no significa que no tengamos necesidades. Echa un vistazo por los asientos los domingos por la mañana y verás:
- Crisis matrimoniales
- Padres con hijos pródigos
- Diagnósticos médicos agobiantes
- Dolor desgarrador
- Depresión devastadora
- Anhelos profundos
La Iglesia no se duele sin esperanza, pero sí duele. Si tienes el alto honor de servir en un ministerio de tu iglesia, conoces bien el dolor. El constante sufrimiento en el Cuerpo puede hacer que queramos mirar hacia otro lado, que nos volvamos insensibles o que levantemos las manos abrumadas por la derrota. No lo hagamos, seamos las primeras personas en responder.
Corramos hacia el sufrimiento que vemos en el cuerpo de Cristo, manteniendo alto el estandarte de la esperanza que se encuentra en la Palabra de Dios. Abracemos a los que sufren, sentémonos con los que sufren, oremos como si fuera nuestro trabajo (porque, amigas, lo es). Mientras los muros se derrumban en las vidas de los santos, apresurémonos con la verdad infalible de que Cristo es suficiente y no nos fallará.
No estoy diciendo que nuestro trabajo sea correr hacia cada crisis, pensando que podemos arreglar las cosas; somos demasiado débiles y necesitadas para eso. La responsabilidad de salvar a las mujeres de las penas de este mundo no recae sobre nuestros hombros, pero hemos sido llamadas al ministerio del consuelo (2 Cor. 1:3-5).
Eso significará cambiar constantemente nuestras listas de tareas para dar prioridad a las personas sobre los proyectos, significará un flujo ministerial marcado por los inconvenientes, significará pedirle al Señor un corazón blando en lugar de uno endurecido por la exposición constante al dolor. Los corazones blandos duelen más, pero también responden con más gracia.
Sin embargo, Cristo es digno, y también lo es Su novia. Que cuando las cosas se pongan difíciles, sigamos avanzando hacia ellas.
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