Cuándo escuchas a las personas hablar sobre el discipulado de Tito 2, ¿qué imagen te viene a la mente? ¿Te imaginas a una mujer mayor de pie junto a una pizarra, instruyendo a un pequeño grupo de mujeres? ¿Te imaginas a una mujer mayor enviando correos electrónicos semanales a sus pupilas con pasajes bíblicos para leer y memorizar? ¿Lo ves como un estudio bíblico, pero con menos mujeres?
Ciertamente, el discipulado de Tito 2 implica instrucción, estudio bíblico y posiblemente hasta memorización. No es menos que eso. Pero también es más. Mucho más.
Cuando el discipulado y la vida real se unen
Hace dos Navidades, mi esposo tropezó con un mueble y se cayó, fracturándose el tobillo. Cualquier hueso roto es problemático, pero un tobillo roto casi siempre requiere cirugía. Y así fue.
En ese momento yo estaba en un grupo de discipulado Tito 2. Le conté a mi grupo lo que había pasado y pedí oración. La coordinadora de mi grupo y mentora espiritual era enfermera. Ella se comunicó conmigo durante las semanas previas a la cirugía de mi esposo para saber cómo podía orar por él y por nuestra familia. Utilizó sus conocimientos como enfermera para aconsejarme en su cuidado.
Cuando llegó el día de la operación, me dijo que quería venir al hospital y pasar tiempo conmigo mientras esperaba. Sabía que estaba nerviosa y quería animarme. Se sentó conmigo en la sala de espera y habló de mis preocupaciones e inquietudes sobre la operación. Conocía al personal del hospital y estuvo pendiente de la evolución de mi esposo.
Almorzamos juntas y luego fuimos a la capilla del hospital donde ella oró en voz alta por mi esposo, el cirujano y mi propio corazón. Mientras oraba, sus palabras me discipulaban recordándome la soberanía de Dios y Su control sobre todas las cosas. Sus palabras me señalaron la bondad, la fidelidad y el amor inamovible de Dios.
Ciertamente, mi mentora podría haberme dicho estas verdades por teléfono. Podría haberlas compartido durante nuestro tiempo de oración con mi grupo de Tito 2. Sin embargo, ella fue más allá. Ella se tomó el tiempo para acompañarme y conocerme en mis preocupaciones. Ella aplicó la verdad de la Palabra de Dios a mi situación específica recordándome dónde está mi esperanza. Su dedicación me impresionó mucho más que si simplemente me hubiera dicho un domingo por la mañana: «Estoy orando por tu esposo».
Una vida compartida
Cuando Tito enseñó a las mujeres mayores para que instruyeran o entrenaran a las más jóvenes «a que amen a sus maridos, a que amen a sus hijos, a que sean prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos» (2:4-5), lo hizo en el contexto de la iglesia local. Estas mujeres habrían sido vecinas y compañeras en la iglesia, hermanas en el Señor. La instrucción se daba en el contexto de una relación de compañerismo.
El discipulado de Tito 2 es más que una simple instrucción. Es más que enseñar un concepto bíblico. No es solamente una sesión de estudio o una clase bíblica. Si eso era todo lo que necesitaban las mujeres, Tito podría haberlas instruido desde el púlpito. Más bien, es una enseñanza en el contexto de una vida compartida. El discipulado de Tito 2 implica que una mujer mayor ayude a una más joven a aplicar el evangelio a su vida cotidiana.
Esto significa que la mujer mayor tiene que conocer a la mujer más joven a la que sirve. Tiene que estar dispuesta a involucrarse en los problemas de la vida de la joven. La mujer mayor tiene que meterse en las trincheras con su aprendiz, no escuchar desde la orilla. Tiene que conocer los retos, las luchas, los pecados y las tentaciones de la joven. Su relación tiene que ir más allá del aula y entrar en la sala de estar, en el día a día real de esa mujer.
Al hacerlo, la mujer mayor puede ayudar a la más joven a aplicar el evangelio a los retos a los que se enfrenta. Desafíos como:
- ¿Cómo se aplica el evangelio a una madre con un hijo autista?
- ¿Cómo se aplica a una mujer cuyo esposo tiene algún tipo de adicción?
- ¿A una mujer que ha sufrido un aborto?
- ¿A una mujer lastimada por la vida?
- ¿A una mujer que se excede en la televisión, las compras u otra cosa?
Mujeres mayores, las mujeres más jóvenes de nuestra iglesia las necesitan. Necesitan que caminen con ellas por la vida y compartan lo que han aprendido sobre el evangelio en su propia vida. Necesitan que entren en sus hogares y en los lugares donde pasan sus días, mostrándoles cómo vivir el evangelio en sus vidas cotidianas y ajetreadas.
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