Persiste en la oración cuando te quieras dar por vencida

Escrito por:

Nicole Furno

¿Alguna vez has orado por algo o alguien tanto tiempo que te viste tentada a rendirte? ¿Te has cansado de orar en tu carne pero en tu corazón sabes que debes continuar?

Si te ha pasado, no estás sola. Me he sentido así muchas veces. La Bíblia nos anima a seguir firmes por medio de las historias de hombres y mujeres que enfrentaron pruebas o desafíos prolongados, pero no dejaron de orar.

Ejemplos de persistencia de oración en la Biblia

Abraham persistió en oración por Sodoma (Gn. 18:23-33). Moisés perseveró en la oración por Israel (Ex. 32:21-32; Deut. 9:25-29). Ana continuaba rogando al Señor por un hijo (1 Sam. 1:10-11). En Salmos 40:1, David escribió: «Esperé pacientemente al Señor, Y Él se inclinó a mí y oyó mi clamor». Y Salmos 116:1-2 dice: «Amo al Señor, porque oye mi voz y mis súplicas. Porque a mí ha inclinado Su oído; por tanto le invocaré mientras yo viva».

El apóstol Pablo animaba a orar en todo tiempo en el Espíritu (Efesios 6:18), perseverar (Col. 4:2) y a dedicarnos a la oración (Rom. 12:12); instaba a no estar afanosos por nada sino que las súplicas fueran dadas a conocer mediante la oración (Fil. 4:6). Él dijo que se hicieran rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias por todos los hombres y que en todo lugar los hombres oraran (1 Tim. 2:1-2, 8). También escribió que orar sin cesar es la voluntad para nosotros en Cristo Jesús (1 Tes. 5:17-18).

Jesús enseñó y modeló la persistencia en la oración

Jesús le dijo a Sus discípulos una parábola de una viuda persistente. Empieza con la explicación de su significado: ellos debían orar en todo tiempo, y no desfallecer (Lucas 18:1). «Desfallecer» significa «perder la motivación de continuar un patrón que deseas seguir de conducta, perder el entusiasmo, desanimarse».

Cuando Lucas escribió este pasaje, quería que el mensaje de Jesús quedara muy claro: ser persistente en la oración era importante aunque los discípulos enfrentaran oposiciones duras, perdieran su motivación de orar, se desanimaran, y fueran tentados a rendirse. Jesús sabía que sus futuros discípulos, tú y yo, también necesitaríamos este ánimo. 

También leemos en el libro de Lucas cómo Jesús con frecuencia «se retiraba a lugares solitarios y oraba» (5:16) y tenía el hábito de ir al monte de los Olivos a orar (22:39). Durante Su corto tiempo en la tierra, Jesús modeló la importancia de tener tiempos a solas consistentes con Su Padre.

Jesús persistió en una oración sincera y humilde y al mismo tiempo se sometía a la voluntad de Dios por sobre la Suya. Si Jesús modeló esto estando en la tierra antes de Su prueba más difícil, ¿qué tanto más deberíamos nosotras estar orando, particularmente durante los momentos más difíciles?

¿Cómo persistimos en la oración?

¿Cómo es posible persistir de manera práctica en nuestra vida de oración? ¿Cómo continuamos orando por alguien o alguna circunstancia luego de semanas, meses o incluso años de orar sin ver resultados? Te daré cuatro recomendaciones para persistir en la oración.

1. Persistimos por el poder del Espíritu Santo

El poder de persistir en la oración viene de la motivación y capacidad que nos da el Espíritu Santo. En las últimas palabras registradas de Jesús en Su ascenso en Hechos 1:8, Él le dice a los discípulos: «…recibirán poder cuando el Espíritu Santo venga». En Romanos 15:13, Pablo oraba: «El Dios de la esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en esperanza por el poder del Espíritu Santo».

Cuando oramos al Dios de toda esperanza, es Su Espíritu que provee el poder para persistir y abundar en esperanza, aun cuando estemos desanimadas o la respuesta a nuestra oración se demore. Con oraciones llenas del poder del Espíritu no desfalleceremos, sino tendremos la fuerza para perseverar orando al Dios que «es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos» (Efesios 3:20).

Si no oramos con fe y esperanza que Dios no solo oye nuestras oraciones sino que también tiene el poder y habilidad de contestarlas, perderemos nuestra motivación por la oración. La oración persistente es posible cuando es impulsada por el Espíritu y ofrecida en fe a nuestro Dios que hace milagros y contesta nuestras oraciones.

2. Persistimos pidiéndole ayuda a Dios

Cuando pedimos a Dios que nos ayude a perseverar en la oración, sabemos que esto va conforme a Su voluntad y podemos confiar en que es una petición que Él se complace en responder (1 Juan 5:14-15). Podemos pedirle que nos llene de Su Espíritu para dar poder a nuestras oraciones, de modo que seamos «fortalecidos con todo poder según la potencia de Su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo» (Col. 1:11) en nuestra vida de oración. ¿No te alegra que podamos persistir con Su fuerza y no con la nuestra?

3. Persistimos orando juntas

He descubierto que es útil pedir a otros que se unan a mí para llevar una carga de oración. Por ejemplo, recientemente me cansé de orar por la salvación de alguien, mientras que una de mis compañeras de oración estaba cansada de orar para que Dios la sanara físicamente. Mientras orábamos por las necesidades de la otra, descubrí que ella me daba nuevas cosas por las que orar y nuevos versículos por los que orar, lo que me dio una pasión renovada para orar por mis propias peticiones. Como dice Eclesiastés 4:12: «Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente». Nuestras vidas de oración no se romperán rápidamente cuando oremos por otras y unas con otras.

4. Persistimos resistiendo al diablo

Créeme cuando digo que Satanás quiere engañarnos y hacernos pensar que nuestras oraciones no tienen poder, son innecesarias y no son eficientes para que nos demos por vencidas. Pero como Pablo explica en Efesios 6, podemos ser fuertes en el Señor poniéndonos toda la armadura de Dios (Ef. 6:10-17), que nos permite estar firmes cuando Satanás ataca. Luego de explicar cada parte de la armadura, Pablo les dice que oren en todo tiempo en el Espíritu, y así, velen con toda perseverancia y súplica por todos los santos (v. 18). Es por medio de la oración que nos ponemos la armadura de Dios y que nos protege de las artimañas de Satanás.

Recientemente fui a una conferencia para madres en oración, una organización que tiene reuniones de oración para nuestros niños y sus escuelas. El fundador, Fern Nichols, compartió esta foto para ilustrar el poder que puede tener la oración cuando los creyentes oran juntos.3

Cuando oramos juntos como el cuerpo de Cristo, somos más fuertes y difíciles de vencer. Al alzar nuestros escudos de la fe juntos, extinguiremos las flechas de dudas o desesperanza que puedan venir. Podemos estar firmes ante Satanás cuando estamos protegidas por la armadura de Dios y el apoyo de nuestros hermanos y hermanas en Cristo. 

Sigamos adelante

Tal vez alguna vez has orado por algo y pareciera que Dios no te respondió. O tal vez te dio una respuesta que no te gustó o intervino de una manera que no fue lo que tú pediste. Aquí entra la sumisión a Dios que Jesús modeló en el jardín de Getsemaní. No podemos orar según el deseo de nuestro corazón (Rom. 10:1), pero debemos rendir nuestra voluntad, sueños, esperanzas, ambiciones, planes, incluso nuestros deseos, al Dios soberano que todo lo sabe. Podemos confiar en que Sus caminos y Sus planes para nosotras son siempre lo mejor. 

He tenido muchas peticiones de oración que me permiten persistir en la oración. Tengo dos hijas y un hijo, pero por la infertilidad, cada embarazo vino después de años de oración, ¡y no exagero cuando digo que fueron años de oración! He orado y seguiré orando por la salvación de familiares y otros seres queridos. También oro por las peticiones de otros que no han sido respondidas: salud de amigos, salvación de esposos, restauración de matrimonios, retorno de hijos pródigos, resolución de problemas económicos, y adicciones. 

¿Ha habido alguna situación donde te has visto tentada a dejar de orar? No es coincidencia que estés leyendo esto hoy. Dios quiere que perseveres en tu oración… ¡y yo también! 

Mi oración por ti hoy es que no pierdas tu pasión, motivación o entusiasmo en la oración. Ya que siempre cosechamos lo que sembramos, continuemos plantando semillas en nuestras propias vidas y en la de otros, porque sabemos que cosecharemos lo que sembramos si seguimos trabajando (Gal. 6:7-9). Seamos mujeres que «corren con paciencia» en nuestra vida de oración (Heb. 12:1).

Sigamos pidiéndole a Dios Su ayuda, permitiendo que Su Espíritu nos dé poder, y orando unas con otras y unas por otras mientras llevamos puesta toda la armadura de Dios, para que podamos resistir cualquier tentación del enemigo de rendirnos. Hoy me vuelvo a comprometer a persistir en mis peticiones de oración de larga duración. ¿Te unes a mí?

1 W. Arndt and F.W. Danker, A Greek-English Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 3rd ed. (Chicago: University of Chicago Press, 2000), 272.

2 Curtis Mitchell, “The Case for Persistence in Prayer,” Journal of the Evangelical Theological Society(June 1984): 162.

3 https://www.kcbi.org/one-shield-of-faith-isnt-enough/

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