Escritora invitada: Maresa DePuy
La primera palabra de Pablo a los Efesios es la piedra angular del avivamiento personal:
«Gracia y paz a ustedes de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo». -Efesios 1:2
Predicarnos y orar el evangelio a nuestras almas es una labor fundamental en nuestra (a veces) árida y cansada tierra del ministerio de mujeres. A menos que estemos continuamente llenas y asombradas por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, no ministraremos desde el sencillo pero profundo evangelio; en su lugar, serviremos desde nuestra propia fuerza y justicia. Ahora que estamos por iniciar un nuevo año, te invitamos a unirte a esta oración.
Oración por avivamiento personal
Padre nuestro que estás en los cielos,
Te alabamos, Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos has bendecido en los reinos celestiales con toda bendición espiritual en Cristo. Qué milagro que hayamos sido elegidas en Cristo antes de la creación del mundo para ser santas e irreprensibles ante ti y para ser tus hijas adoptivas.
Padre, gracias por incluirnos en Cristo enviando a otros a compartir tu mensaje de verdad, el evangelio de nuestra salvación. Gracias por marcarnos, sellarnos y ungirnos por tu Espíritu Santo. ¡El hecho de que seamos llamadas tu posesión más preciada nos trae gran alegría!
Recuérdanos las profundidades del pecado de las que nos has rescatado para que podamos celebrar la altura, profundidad, anchura y longitud del amor redentor de Cristo. Como aguas crecientes en nuestras almas, envía Tu amor para saturar los lugares secos, complacientes y cansados donde el ministerio nos ha drenado y agotado.
Líbranos, oh Dios, de ministrar desde el vacío, que da paso al cansancio y al agotamiento. Cultiva el autocontrol en nuestros corazones y mentes para decir no a la actividad infructuosa y al ajetreo. Ayúdanos a reducir el hacer por Ti y a pasar más tiempo contigo. Reserva para nosotras «tiempos de comida» sagrados, festejando en la mesa del banquete de tu Palabra, bebiendo de tu agua viva, y siendo lavadas y avivadas por la Palabra para que rebosemos del fruto de tu Espíritu.
Reordena los afectos de nuestros corazones: el éxito en el ministerio, agradar a los demás, el materialismo, los pasatiempos ociosos, y sí, incluso las cosas buenas como nuestros hijos y cónyuges. Deseamos que Tú, Jesús, seas el objeto supremo de nuestro afecto. Alto Rey del cielo, solo Tú eres digno de sentarte en el trono de nuestros corazones. Abre los ojos de nuestros corazones para captar la esperanza de nuestro llamado a ser completamente tuyos. Ven y gobierna nuestras vidas hoy y todos los días para que digamos con alegría «sí, Señor» a cada una de tus invitaciones.
Que Tú, el Dios de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Padre de gloria, des a cada maestra o coordinadora de ministerio que está orando esto un espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Jesús. Padre, ¡anhelamos conocer a Tu Hijo más íntimamente! Creemos que cuanto más lo conozcamos, más confiaremos en Él; y cuanto más confiemos en Él, más desearemos obedecer Su voz de verdad.
Padre, has dado a tu Hijo una posición celestial que está muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, hoy y siempre (Ef. 1:21). Él reina sobre todo, incluidas nosotras. Nos inclinamos humildemente ante la plenitud de Aquel que lo llena todo en todos los sentidos. Que todo lo que hagamos traiga honor y gloria a nuestro Rey de reyes.
En el nombre de Cristo oramos,
Amén
Ahora es tu turno para clamar
- Dedica un tiempo a permitir que tu glorioso Padre te ministre. Ora Efesios 1:17-19 pidiéndole que te llene de nuevo con «el Espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él».
- Ora para que la verdad del evangelio puro te recuerde la libertad que Cristo Jesús compró para ti en el Calvario.
- Pide a Dios que te revele el objeto de tus afectos que te están llevando por mal camino. Confiesa y arrepiéntete, reconociendo a Jesús como tu primer amor (Ap. 2:3-4).
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