Entren por Sus puertas con acción de gracias, y a Sus atrios con alabanza. Denle gracias, bendigan Su nombre. — Salmo 100:4
Si estuviéramos sentados alrededor de la mesa podrías decirme qué te roba la paz ahora mismo sin tener que pensarlo mucho. Puede que estés sufriendo una pérdida que nunca se escapa de tus pensamientos conscientes. Puedes estar llorando hasta dormirte por la noche por una situación con un hijo o hija que está más allá de tu capacidad de control: un matrimonio fracasado, un pequeño sometido a pruebas médicas de diagnóstico, quizás una rebelión abierta contra Dios y contra sus decisiones como padres.
Sabemos que podemos y debemos orar por estos asuntos. Pero orar no es todo lo que podemos y debemos hacer. «Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Filipenses 4: 6-7)
Para decirlo de forma más simple: En cada situación: oración + acción de gracias = paz. Cuando la oración se une a la gratitud, cuando abrimos los ojos lo suficiente para ver las misericordias de Dios incluso en medio de nuestro dolor, y cuando ejercemos la fe y le damos gracias incluso cuando no podemos ver esas misericordias, Él nos encuentra con su paz indescriptible. Es una promesa.
Robert y yo hemos estado experimentando esto de una manera fresca en los últimos meses. Justo antes de que empezara a someterse a tratamientos de quimio, hablamos de la importancia de dar las gracias de forma intencionada durante esta dura prueba. Decidimos tomarnos unos minutos cada día para registrar las bendiciones específicas de ese día en notas post-it. Los marcos de las ventanas de la terraza se llenan rápidamente con esas notas multicolores... esto se ha convertido en nuestra «sala de gratitud» donde se nos recuerda diariamente la bondad y la misericordia del Señor hacia nosotros. Al hacer nuestras peticiones a Dios con acción de gracias, Él nos verdaderamente nos sostiene con una paz sobrenatural e inexplicable.
La oración es vital, pero para experimentar plenamente su paz, debemos acudir a Él con gratitud. Gratitud difícil. Gratitud costosa. La que confía en que Él trabaja para nuestro bien, incluso en circunstancias desagradables...una gratitud que protege nuestros corazones y mentes atribulados con su paz.
¿Te enfrentas a una o más situaciones caóticas e inestables? ¿Está tu alma cansada por el esfuerzo, el estrés y la tensión? Hay paz, mi amiga, la paz de Dios, esperándote justo más allá de las puertas de la gratitud deliberada. Pero la única manera de encontrarlo es ir allí y verlo por ti mismo. La paz de Dios es una de las muchas bendiciones que viven al otro lado de la gratitud.
Únete a mujeres de todo el mundo en súplica a Dios para un avivamiento en el reto de ¡Clama!, una llamada a la oración durante un mes.¡Inscríbete para el reto en el siguiente enlace.
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