Con la Navidad a la vuelta de la esquina, apresúrate a adquirir tu copia del nuevo devocional de Adviento de 31 días de Nancy DeMoss Wolgemuth, Considera a Jesús, el cual está disponible como regalo por cualquier cantidad que dones para Aviva Nuestros Corazones. — Yamell de Jaramillo
«Daré gracias al Señor conforme a Su justicia,
Y cantaré alabanzas al nombre del Señor, el Altísimo».(Salmos 7:17)
Nunca olvidaré una temporada de mi vida, hace unos dieciséis años, cuando nuestra familia fue golpeada por una cosa tras otra. El peso de las cargas de mis seres queridos amenazaba con hundirme emocional y espiritualmente. Me aferraba a mi tiempo a solas con Dios en las mañanas cuando meditaba en los salmos y en mi diario de oración clamaba a Él por un progreso en estas situaciones o simplemente por un rayo de esperanza.
Un día, mientras escribía el Salmo 121 en mi diario, el Espíritu Santo puso en mi corazón que siguiera el ejemplo del salmista y ofreciera un sacrificio de alabanza a Dios. Recuerdo que me sorprendió, pues en medio de mi dolor, Dios quería que me sumergiera en adoración y acción de gracias.
Estaré eternamente agradecida de haber elegido obedecer y adorar a Dios con alabanzas y gratitud aquel día, pues desde entonces me ha servido para poder atravesar el dolor y las pruebas cuando amenazan con abrumarme. Todavía tengo el diario, y puedo regresar a ese día, 10 de junio del 2003, cuando comencé mi viaje de alabanza y gratitud, sin importar lo que pudiera enfrentar en esta vida terrenal.
Esa mañana temprano, mientras lloraba, con mi letra temblorosa escribí una lista de los motivos por los que estaba agradecida. La lista incluía:
- Verdad
- Momentos de gozo, paz, consuelo
- Esperanza
- La Palabra de Dios y su poder para transformar vidas
- Quebrantamiento
- Lágrimas que curan
- Paz más allá del entendimiento
- Gozo en la tormenta
- El poder de Su resurrección
- La esperanza del cielo
La Biblia lo llama un «sacrificio de alabanza» en Hebreos 13:15, «Por tanto, ofrezcamos continuamente mediante Él, sacrificio de alabanza a Dios, es decir, el fruto de labios que confiesan Su nombre».
El salmista David nos modeló esto en muchos de los salmos que escribió. A menudo mientras corría por su vida huyendo del rey Saúl y sus hombres o de su propio hijo Absalón (Salmos 3), David escribía cantos de adoración y acción de gracias, incluso mientras se escondía en cuevas (Salmos 57 y 142), ¿Te imaginas huyendo por tu vida, escondiéndote en una cueva oscura y húmeda, y a pesar de ello volverte en alabanza y adoración?
El Salmo 57 es un ejemplo tan hermoso de un sacrificio de alabanza en medio del dolor o temor. Te animo a que leas todo el salmo en voz alta. Observa cómo David clama a Dios por sus terribles circunstancias pidiendo misericordia y protección, pero también elige alabar y adorar a su Dios, incluso mientras lucha contra el miedo. Este hermoso canto de lamento, unido a la alabanza, se convierte en un clamor de acción de gracias:
«¡Despierta, gloria mía! ¡Despierten, arpa y lira! ¡A la aurora despertaré! Te alabaré entre los pueblos, Señor; Te cantaré alabanzas entre las naciones. Porque grande, hasta los cielos, es Tu misericordia, Y hasta el firmamento Tu verdad. Exaltado seas sobre los cielos, oh Dios; Sobre toda la tierra sea Tu gloria» (vv. 8–11)
Siempre me he preguntado si David cantó esta alabanza a sus hombres para ayudar a calmar sus temores mientras estaban aterrorizados en la cueva. O tal vez fue solo entre él y su Dios mientras escribía las palabras en las primeras horas de la mañana, aferrándose a la esperanza de que sus vidas serian salvadas.
Querida hermana, tal vez estés en medio de tu propia «cueva» de desesperación en este momento. O como parte del ministerio de mujeres de tu iglesia local, sabes que muchas de las mujeres a las que sirves están sufriendo y tu corazón está cargado por ellas. Oro para que también puedas elegir un sacrificio de alabanza, incluso cuando estás afligida o clamando en oración.
Eso no significa que el sufrimiento terminará, pero te prometo que ayudará a que tu corazón se vuelva más hacia Dios, Aquel que es Alto y Sublime, que está sentado en el trono, pero siempre cercano a tu corazón quebrantado (Isaías 57:15).
Sé que a menudo es difícil enfocar nuestros pensamientos cuando vienen las pruebas, y mucho más difícil es elegir alabar a Dios. Pero puedes tomar prestada mi esperanza por ahora, si es necesario. Estas son algunas de las formas prácticas que me ayudan a enfocar mi corazón y mi mente en la alabanza y la adoración, fueron mi apoyo aun cuando pensaba que las tormentas me hundirían:
- Anota tus oraciones de lamento, acción de gracias y alabanza siguiendo el ejemplo de David. Mi diario de esa temporada difícil de mi vida, 2003–2005, se ha convertido en un tesoro porque llené sus páginas con los clamores (y llantos) de mi corazón, pero también con sacrificios de alabanza la mayoría de los días.
- Escribe tus salmos favoritos, aquellos que te traen consuelo y también ofrecen alabanza. El meditar en esas palabras antiguas y sagradas infundirán aliento en tu historia de hoy mientras ayudan a crear un ritmo de alabanza en tu vida diaria. Algunos de mis favoritos son: Salmos 91, 103, 119 y 139.
- Cuando el miedo o la tristeza amenacen con abrumarte, intenta quedarte dormida con música de adoración, capturando tus pensamientos con letras que se enfoquen en Su majestad, poder y protección.
- Prueba el «Alfabeto de alabanza», comenzando tu tiempo de oración enfocándote en Sus nombres y atributos a medida que lees el alfabeto. Mi esposo y yo solíamos hacer esto en los viajes por carretera con nuestras hijas cuando eran pequeñas o mientras las acostábamos por la noche. Es una práctica que todavía sigo cuando me resulta difícil conciliar el sueño ahora que mi nido está vacío. Por ejemplo, «Padre Celestial, te adoro como mi Dios Alto. Eres Bueno. Eres Compasivo. . .»
El Salmo 145 es uno de mis favoritos dentro de las alabanzas de David. Mediante la inspiración del Espíritu Santo, el poderoso rey pastor tejió una obra de arte, en la que cada verso comienza con las letras sucesivas del alfabeto hebreo.
Como parte de tu propio tiempo de adoración hoy, te animo a que busques ese hermoso salmo y lo ores en voz alta mientras te unes al salmista en alabanza, comenzando con…
«Te exaltaré mi Dios, oh Rey, Y bendeciré Tu nombre eternamente y para siempre. Todos los días te bendeciré, Y alabaré Tu nombre eternamente y para siempre». (vv. 1–2)
¡Que así sea en nuestras vidas cada día!
Me encantaría saber acerca de ti. Siéntete libre de compartir formas prácticas en las que vuelves tu corazón hacia la adoración aun en medio del dolor. O déjanos saber cómo podemos orar por ti en tu propio viaje de dar un sacrificio de alabanza.
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