“Éste no es mi tiempo para liderar.”
“No tengo los dones espirituales correctos.”
“Liderar/mentorear no es lo mío”.
“No me siento calificada.”
¿Suena familiar? Al reunirme con las mujeres en grupos pequeños y a través de relaciones de mentoría, he escuchado esas respuestas con frecuencia luego de invitarlas a dar un paso adelante para liderar o mentorear.”
¿Por qué las mujeres creen que deben ser completamente perfectas para liderar a otras mujeres? Es cierto que como Sus siervas que sirven a Sus mujeres, debemos ser ejemplo de excelencia al liderar al rebaño, como si lo hiciéramos a Él mismo. Pero no es menos cierto que nadie, especialmente nuestro Padre Celestial, espera que lideremos perfectamente. De hecho, el perfeccionismo puede desviarnos de los mejores planes de Dios para nuestro ministerio. Es mientras lideramos que Dios nos moldea en las líderes que Él nos creó para ser.
A continuación, cinco verdades para impedir que una mujer con tremendo potencial para el liderazgo abandone el servicio antes de empezar:
1. Los grandes líderes aprenden mientras lideran.
Josué, Moisés, Ester. Estos líderes fueron llamados a levantarse en fe mucho antes de que sintieran que estaban listos. Tenían tres cosas en común: corazones enseñables, fe en Dios y una oposición abrumadora. Dios usó batallas y situaciones desesperantes que parecían callejones sin salida para entrenarlos en valentía. No eran valientes por naturaleza ni tampoco líderes que no tuvieran faltas. Dios enseñó a cada uno en la medida en que tomaban pequeños (a veces, gigantescos) pasos de obediencia. Pregúntale a esa intimidada, pero potencial líder en ciernes si quizás el tomar un incómodo paso de obediencia sea parte del entrenamiento que Dios podría tener para ella.
2. Líderes calificados se toman en serio su pecado.
En una ocasión entrevisté a una mujer que tenía un gran potencial para liderar. Discutíamos sobre si estaba lista para mentorear en un programa de nueve meses que requería un gran compromiso. Ella casi se descartó a sí misma debido a su tendencia a una ira incontrolable con su esposo.
Ella admitió su lucha con ese pecado y compartió cómo Dios estaba usando la Palabra para aplicar verdades que destruyeran las fortalezas de ira en su vida. Lo que ella asumía que la descalificaría para el liderazgo, de hecho, era lo que la calificaba y me hizo tener una mejor opinión de su carácter. Su confesión me mostró gran transparencia y humildad. Ella me preguntó que si podía orar respecto al programa de mentoría y salí de nuestra reunión convencida de que ella estaba más calificada que otras que había entrevistado.
¿Por qué? No veía su pecado con despreocupación. Por el contrario, humildemente reflexionó sobre su tendencia a la ira y activamente buscaba la liberación y sanidad de Dios en su lucha con el pecado. Quiero una líder en mi equipo que sea pronta para ver la viga en su ojo y que lo lleve al Único que puede removerla.
Asegúrate de ayudar a una potencial líder a identificar si necesita tratar con su lucha contra el pecado antes de que lidere o si es algo que el enemigo está usando para engañarla o descalificarla. Una líder que es abiertamente vulnerable con sus luchas contra el pecado le da el permiso a quienes lidera para ser auténticas y reales con su pecado. Pero quien no ha tratado adecuadamente con pecado deliberado y no confesado necesita más tiempo antes de estar lista para liderar a otras.
3. Los estilos de liderazgo varían (y eso es bueno).
Debido a que dirijo los discipulados de mujeres en mi iglesia, a menudo visito los grupos pequeños de mujeres. No deja de asombrarme cuán diferente opera cada grupo bajo los mismos valores no negociables de buscar a Dios, estudiar y aplicar Su Palabra y servirse las unas a las otras. Algunas líderes inician sus reuniones con música. Otras, con oración. Otras, con una pregunta para romper el hielo que lleve a una conversación para ponerse al día. Algunas comparten cómo aplicaron la lección que aprendieron en el estudio de la Palabra. Hay tanta variedad de estilos de liderazgo como variedades de flores silvestres. El tapiz de líderes en la iglesia pone en despliegue la belleza, fortaleza y creatividad de Dios ¡no hay dos líderes que sean iguales!
Si una líder potencial se siente desanimada porque no es tan preparada en la Palabra como la “líder A”, o no es extrovertida como la “líder B” o no sabe orar como la “Líder C” que baja el cielo a la tierra, simplemente la animo a identificar las fortalezas específicas que ella brinda al grupo de liderazgo. Puedes también sugerirle hacer un inventario de sus dones espirituales y discutir los resultados juntas.
4. Las líderes crecen cuando se les empuja fuera de su zona de comodidad.
Salir de nuestra zona de comodidad casi nunca es fácil. Con frecuencia, puede ser aterrador, pero también puede ser tremendamente gratificante. Es de gran ayuda que otros nos empujen fuera del nido mientras nos animan a desplegar las alas e intentar volar.
A cada líder de ministerio se le ha pedido (o se le ha dicho) que conduzca un evento, un programa o una campaña que ella temía intentar o nunca soñó que pudiera hacer. Comparte con ellas, las maneras cómo Dios te ha llamado personalmente fuera de tu zona de comodidad hacia áreas que requerían un estirón y todo lo que Él te enseñó. Sé sincera acerca de los miedos y fracasos que acompañaban al nuevo rol o área de reto ministerial. Cuenta las victorias que siguieron a tu obediencia a la dirección de Dios y a descansar en Su fortaleza en lugar de tus propias calificaciones. Esto ayudará a esa líder a ver su propio potencial y le dará permiso para aprender tanto de sus éxitos como de sus fracasos.
5. Las líderes ejemplares se enfocan más en ser que en hacer.
Mi pastor me recuerda constantemente, “El ministerio fluye de ser una persona de Dios”. El liderazgo efectivo y poderoso fluye de pasar tiempo primero con Dios. Identifica mujeres en tu esfera que tienen una relación íntima y vibrante con Dios como un prerrequisito para el ministerio. Es muy posible que aquellas que no vean sus capacidades para ser líderes, sean las más calificadas pues descansan más en a Quién le pertenecen en lugar de definirse a sí mismas por lo ocupadas que estén haciendo cosas del liderazgo.
Si has identificado a una mujer que se siente tentada a no aceptar un llamado al liderazgo, toma un momento y pregúntale por qué. ¿Podría ser que ella está permitiendo que algunos obstáculos le impidan servir con mayor capacidad? Considera agendar una reunión de seguimiento para conversar y escucharla con tu corazón. Una o más de estas cinco verdades podría animarla a elevarse a nuevas alturas, aunque no sea todavía perfecta sino reconociendo que es una obra en progreso de tu equipo del ministerio de mujeres.
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