¿Necesito un método específico para estudiar la Biblia?

Todo creyente, desde el mismo inicio de su conversión, desea comprender aquellas verdades en las que ha puesto su fe e impulsado por el Espíritu Santo no solo empieza a leer la Biblia, sino que por igual busca el sentido de todo lo que lee en ella.

Al igual que los de Berea (Hch. 17:10-11), no solo recibimos la Palabra con solicitud, sino que empezamos a escudriñar cada día las Escrituras para constatar que lo que se nos ha predicado realmente es así. Sin importar nuestro nivel de educación o entendimiento sabemos que la Biblia es poder de Dios para salvación puesto que algo maravilloso ha sucedido, y es que se nos ha dado un nuevo corazón y una esperanza que no perece.

Escudriñar la Biblia con la Biblia

En la medida que vamos creciendo en fe deberíamos ir creciendo en el conocimiento profundo de la Biblia, puesto que también tiene el poder para santificarnos, es decir, para asemejarnos cada vez más a Jesucristo. Escudriñar las Escrituras requiere tiempo, compromiso y esfuerzo. La misma Palabra nos llama a examinar, inquirir, investigar y averiguar cuidadosamente. En Lucas 1:1-4 nos encontramos con un ejemplo de esto, el pasaje dice lo siguiente:

«Por cuanto muchos han tratado de poner en orden y escribir una historia de las cosas que entre nosotros son muy ciertas, tal como nos las dieron a conocer los que desde el principio fueron testigos oculares y ministros de la palabra, también a mí me ha parecido conveniente, después de haberlo investigado todo con diligencia desde el principio, escribírtelas ordenadamente, excelentísimo Teófilo, para que sepas la verdad precisa acerca de las cosas que te han sido enseñadas».

Creo, sin duda alguna, que esta misma cuidadosa labor debería ser la nuestra al estudiar la Palabra, de manera que la enseñemos a aquellas mujeres que Dios ponga en nuestro camino para discipularlas.

Aunque no se nos dice explícitamente, vemos que implícitamente hay un método a seguir en nuestro pasaje: observación, interpretación y aplicación. En otras palabras, es hacernos las

siguientes preguntas: 

¿Qué dice la Biblia? 

¿Qué es lo que la Biblia quiere decir? 

¿Cómo se aplica esta verdad a mi vida?

El método es: lee la Biblia con propósito

Dios es un Dios de orden y nos dejó Su Palabra de una manera ordenada, los hechos históricos, las profecías entrelazadas y la confirmación de las mismas en Cristo y Su Iglesia. No le hace falta ni una jota ni una tilde, con el fin de que lo conozcamos a Él. Sin embargo, es cierto que hay pasajes complicados y algunas cosas secretas que solo pertenecen al Señor porque no son importantes para nuestra santificación, pero todo lo que se nos ha revelado es para que lo analicemos, entendamos y apliquemos.

En Su sabiduría, Dios también capacitó hombres que tradujeron las Escrituras de sus idiomas originales a otros idiomas con el fin de que la esencia se mantuviera inalterable a lo largo de los siglos. Otros hombres han escrito comentarios llamados exegéticos, es decir, que nos enseñan la interpretación de un texto según lo escribió el autor inspirado por el Espíritu Santo con el fin de comprender el significado original y la intención del escritor. 

Hoy en día contamos con pastores que cada domingo nos exponen la Palabra fielmente, no solo para que la conozcamos, sino para que vivamos conforme a ella y seamos dignas representantes del evangelio de Jesucristo. Muchos estudiosos de la Palabra han sugerido diferentes métodos para estudiarla; sin embargo, todos ellos tienen las mismas reglas o principios que evitan que ella sea malinterpretada. ¿Por qué? Porque la Biblia es un libro escrito hace miles de años y en diferentes géneros literarios. 

Cada método observa, interpreta y aplica. No importa si estudiamos la Palabra por libro, por tema, por autor, por personaje o cronológicamente, todos ellos nos llevan al mismo lugar: 

¿Qué dice la Biblia? 

¿Qué es lo que la Biblia quiere decir? 

¿Cómo se aplica esta verdad a mi vida?

Las preguntas son lógicas inclusive en cómo nosotras interpretamos nuestra vida diariamente: observamos algo y lo interpretamos para ponerlo en acción. Sin embargo, escudriñar las Escrituras no es un proceso meramente académico o de información, sino que es conocer a Dios en lo que Él mismo ha revelado para transformar nuestros corazones.

Así que, aunque es sumamente importante conocer las Escrituras porque ellas son nuestra vida, necesitamos vivir conforme a ellas. Mucho conocimiento sin aplicación nos lleva al fariseísmo, y seguramente ninguna de nosotras desea tener ese espíritu. Más bien, deberíamos hacer de nuestro lema las palabras de Jeremías 9:23-24:

«Así dice el Señor:

“No se gloríe el sabio de su sabiduría,

Ni se gloríe el poderoso de su poder,

Ni el rico se gloríe de su riqueza;

Pero si alguien se gloría, gloríese de esto:

De que me entiende y me conoce,

Pues Yo soy el Señor que hago misericordia,

Derecho y justicia en la tierra,

Porque en estas cosas me complazco”, declara el Señor”».

Procura habitar en la Palabra

¿Qué deseamos dejar en nuestras mentes a la luz de todo lo visto? Que conforme a los talentos que el Señor te otorgó, leas tu Biblia cada día, que no lo hagas a la ligera, sino con disposición anhelante de conocer más al Dios que de gracia te salvó; que las memorices y guardes en tu corazón porque ella es tu mayor tesoro. 

Estar en la Palabra es lo que te ayudará a reconocer cómo cada carta, cada libro y cada salmo están escritos; encontrarás el propósito y el carácter de Dios para vivir conforme a él. Sobre todo, habitar en la Palabra te dará palabras para hablar a tu familia y a tus hermanas que discipulas. No te afanes por el método, tener el método correcto no es el fin, sino conocer a Dios para ser transformada por el Espíritu Santo. El mero hecho de sentarte a leer la Biblia un capítulo tras otro capítulo sin cesar te pavimentará el camino para entenderla.

Y más aún si la lees completa, de tapa a tapa. Comprenderás la historia de la redención, el por qué de muchas enseñanzas y cómo Su Palabra sigue estando viva, no ha pasado de moda y se identifica con nosotras para correr a los brazos del Padre. Así que, en tu grupo pequeño, no te afanes por tener las mejores preguntas o responderlas bien, que el método o preguntas que uses solo sean una guía para escudriñar Su Palabra y guardarla en tu corazón.

Recuerda esta hermosa promesa de Daniel en 12:3:

«Los entendidos brillarán como el resplandor del firmamento, y los que guiaron a muchos a la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad».

Cada una de nosotras será la Biblia que muchos leerán, no nos cansemos de estudiarla para que el mensaje que transmitamos sea un testimonio más de que Dios ha hablado y sigue hablando a través de Sus hijas e hijos porque sus vidas dan fruto de quién es Él. 

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Sobre el autor

Margarita de Michelén

Mejor conocida por Maggie, recibió por la gracia de Dios a Jesucristo como su Señor y Salvador en el año 1980. Está casada con Eric Michelén desde 1981. Ambos desde su juventud han servido en Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo. … leer más …


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