Hace solo unos días, la gente estaba llena de esperanza por el comienzo de una nueva década. La amenaza de una pandemia global no estaba por ninguna parte en nuestra imaginación más salvaje. Ahora, un virus microscópico se aloja en la vanguardia de nuestras mentes, causando que forjemos nuevas fronteras en el ministerio.
En tiempos de crisis, Cristo llama a las mujeres que son valientes por Su causa. ¿Recuerdas las mujeres que velaron en el Gólgota durante seis horas mientras Jesús colgaba de la cruz? María Magdalena, Salomé y María de Nazaret estaban entre los fieles cuando los discípulos y curiosos dejaron la horrible escena. Estas devotas seguidoras no retrocedieron.
Hoy en día, cuando nuestras iglesias y comunidades se enfrentan a riesgos sanitarios y desastres económicos sin precedentes, necesitamos que mujeres con el mismo corazón se levanten. Dios las ha preparado para este momento de la historia. No es un error que Él te haya puesto justo donde estás en el ministerio; pero, ¿cómo podemos servir en un momento como este?
Aquí hay seis sugerencias que te ayudarán cuando te encuentres en medio de una catástrofe.
¿Cómo ministrar en medio de una crisis?
- Sirve bajo autoridad
Si estás sirviendo en una iglesia local o en una organización ministerial, no te vayas por las ramas. Dios nos ha puesto bajo autoridad para nuestra protección (He. 13:17). Es sabio dar un aporte humilde a nuestros líderes, pero resistirse o ignorar su dirección es una necedad. Aunque tu opinión sea diferente, muéstrate dispuesto a dejar de lado tu preferencia para mantener un frente unido. La gente que vea tu sumisión aprenderá una valiosa lección al confiar en las autoridades dadas por Dios.
- Ministra en oración
Los tiempos de desesperanza requieren una oración desesperada. El arma de la oración es poderosa para combatir a todos los enemigos, ya sea un principado o una pandemia (2 Co. 10: 3-5).
Enseña a las mujeres que sirves a llevar sus ansiedades a un Dios que las ama y tiene el poder de mantenerlas a salvo. Solo si es seguro, reúnanse en parejas o tríos para orar, o utilicen videollamadas o FaceTime. Crea un espacio para compartir peticiones de oración online. Haz como el profeta Joel, que llamó a la gente de su tiempo a volver al Señor en ayuno y oración (Jl. 2:15–16).
- Guíalas a Cristo
Cristo es nuestra ancla de esperanza en la tormenta torrencial (He. 6:19). Dondequiera que la tormenta lleve nuestra pequeña barca, Cristo es el Capitán y podemos confiar en que nos llevará a donde Él quiera que vayamos. Cristiana, si una pandemia global lleva nuestros cuerpos desfallecidos a las puertas del cielo, tenemos la confianza absoluta de saber que nos despertaremos en el paraíso para mirar a los ojos de Jesús (Ro. 14:8).
Sé creativa para llevar la verdad a los corazones de aquellos a quienes sirves. Sigue señalándoles la Palabra que no cambia en un mundo que cambia a una velocidad vertiginosa. Compárteles las Escrituras sobre el carácter de Dios y las promesas para que puedan memorizar.
Considera la posibilidad de crear un plan de lectura de la Biblia para unificar a todo el mundo mientras no se puedan reunir. Lean un libro de la Biblia, un capítulo cada día (como Esdras o Nehemías para suplicar por la iglesia y su retorno a la adoración; Hebreos para aferrarse a la fe en tiempos turbulentos; o Mateo para arraigarnos en Cristo y su gobierno soberano) o lean varios versos de un Salmo (como el 27, 46 o 91) por día para unir sus corazones. Si es posible, organiza un foro digital para que las mujeres registren sus respuestas y oraciones.
- Ministra con amor
La gente reacciona de manera diferente durante una crisis masiva. Algunos con pánico, otros con imprudencia. Algunos permanecen esperanzados; otros se paralizan por el miedo. Mi propio corazón es una mezcla de miedo y fe, e imagino que el tuyo también. Podemos amar a nuestras hermanas en la situación en la que se encuentren con la compasión de Jesús (Mt. 9:36). Cuando ponemos sus necesidades antes que las nuestras, recordamos que nuestro gentil Salvador no rompió una caña magullada ni apagó una mecha ardiente (Is. 42:3) mientras siguió el plan de su Padre. Modela la confianza que tienes en Jesús y se animarán a seguir tu influencia.
Haz una lluvia de ideas con tu equipo para encontrar formas creativas de mantener a la gente conectada durante los períodos de aislamiento. Cuando se interrumpen las reuniones regulares del Cuerpo de Cristo, utiliza otras herramientas que están a nuestra disposición como el correo electrónico, las redes sociales como grupos y chats de Facebook, las plataformas de reuniones digitales, los mensajes de grupo y las aplicaciones.
Depende de nosotros reunirnos alrededor de nuestras hermanas más débiles para asegurarnos de que tienen todo lo esencial que necesitan: comida, medicinas y suministros para el hogar. Da lo que puedas, ya sea un viaje rápido a la tienda, una nota escrita o una llamada telefónica para aliviar su soledad. En la medida de lo posible, mantengan el curso de sus estudios y ministerios aunque eso signifique que no puedan reunirse físicamente. En tiempos de caos, es tranquilizador tener tanta normalidad como sea posible.
- Guíalos al evangelio
Con el constante bombardeo de los medios de comunicación, nuestras mentes están saturadas de malas noticias. Por eso, los vecinos y familiares perdidos están más preparados que nunca para las buenas noticias. Busquen todas las oportunidades para compartir de la esperanza y paz en Jesús. Ofrécete a orar con y por las personas que encuentres que están pereciendo y necesitan la gracia salvadora.
- Ministra en santidad
Dios usa líderes que son humildes y obedientes a Él (Is. 66:2). Si queremos que Él envíe un avivamiento y un despertar espiritual en estos días oscuros, debemos primero revisarnos para determinar si estamos listas.
El segundo libro de Crónicas 7:14 nos presenta cuatro requisitos para el avivamiento del corazón: humillarnos, orar, buscar a Dios y abandonar el pecado. Preparando mi corazón para un avivamiento es una herramienta útil para evaluar la condición actual de tu propio corazón. Después de que hayas trabajado en oración a través de las preguntas, compártelo con otros como preparación para ser usado como sus instrumentos en el mundo.
Una crisis es el terreno fértil para un avivamiento
Ministrar en medio de una crisis no es fácil. Si se nos diera a elegir, podríamos optar por acurrucarnos arropadas con nuestras familias en casa y sugerirle a las mujeres que se valgan por ellas mismas; pero tú no ministras así. Los días extraordinarios están hechos para un ministerio extraordinario.
En 1857, Jeremías Lamphier era un laico de la Iglesia Reformada Holandesa de la ciudad de Nueva York que sintió la necesidad de reunir a la gente para orar. Solo dos semanas después de que comenzara a hacer reuniones de oración al mediodía en la calle Fulton, el mercado de valores se hundió. Miles de personas se declararon en bancarrota de la noche a la mañana. Los mendigos se alineaban en las calles. La gente desesperada buscaba respuestas a su desesperanza y se veía obligada a orar. En seis meses, 10 mil personas se aglomeraron en las iglesias para orar. El avivamiento estalló y se extendió por todo el mundo. Se estima que un millón de personas se salvaron y otro millón de cristianos fueron avivados durante el Gran Avivamiento de Oración de 1857.
Hermanas que sirven a otras, tenemos una extraordinaria oportunidad ante nosotras. Mientras vemos al mundo detenerse lentamente, oremos para que Dios visite a su pueblo. Pidamos que Dios avive a su iglesia y despierte a los perdidos.
Hubo una frase popular acuñada durante el Avivamiento de Gales: «Doblega a la iglesia y salva al mundo». Traigámosla de vuelta. Que la Esposa de Cristo se postre humildemente en arrepentimiento y luego se levante en esplendor contra el telón de fondo de un mundo temeroso.
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