En el ministerio enfrentamos muchos problemas y desafíos. Desde pequeños caos, como quedarse sin té dulce durante un almuerzo del ministerio de mujeres, hasta más grandes caos como un conflicto entre líderes del ministerio. Los problemas son parte integral de la vida ministerial.
¿Cuáles son algunos de esos problemas?
Problemas potenciales en el ministerio
- Escuchamos murmuraciones acerca del estudio bíblico que fue escogido para el semestre.
- Es difícil encontrar voluntarias que sirvan
- Hay mujeres al margen quienes parece que nunca quieren participar; sin importar cuantas veces las invitemos a hacer algo, simplemente no quieren venir.
- Existe un chisme que se está esparciendo acerca de una de las mujeres en la iglesia y las personas están comenzando a tomar partido.
- Hay una voluntaria que siempre parece llevarse bien con las personas de la manera equivocada. Más y más mujeres se están quejando acerca de esto.
- Todas parecen tener una opinión acerca de lo que ellas piensan que debería pasar en el ministerio, pero pocas personas quieren hacer el trabajo para que esto suceda.
Los problemas pueden parecer como distracciones. Cosas que necesitamos arreglar, obstáculos que vencer, y cosas que solventar para así regresar al verdadero negocio del ministerio. Podríamos abordar los problemas tratando de iniciar otro programa, escoger un estudio diferente que a todas les guste o reemplazar líderes del ministerio con alguien más. Podríamos tratar de apaciguar a las personas, limar asperezas, o agradar a todas. Podemos querer ir más allá de los problemas para poder avanzar hacia adelante con el plan de retirarse o implementar un nuevo programa de discipulado.
Al enfocarnos en los problemas inmediatos, es fácil perder de vista los asuntos reales. Es fácil perder de vista el hecho de que los problemas que enfrentamos no son cosas que tenemos que vencer para regresar al ministerio; los problemas son el ministerio.
Las personas son el ministerio
La verdad es que, el ministerio real, el trabajo real que necesita ser hecho, son las personas. Las relaciones. Los conflictos y malos entendidos. Los asuntos del corazón que conllevan a cosas como el chisme, el descontento, y la amargura. La inmadurez en el conocimiento de Dios. La desunión.
Esto es el ministerio.
El apóstol Pablo usó la imagen del cuerpo humano para explicar cómo funciona la iglesia. Así como el cuerpo está formado por muchas partes, las cuales trabajan juntas para hacer que el cuerpo crezca y funcione, así también el cuerpo de la iglesia está formado de muchas partes las cuales todos necesitan para trabajar juntos para crecer. En Efesios 4, Pablo describe cómo se ve esto:
Yo, pues, prisionero del Señor, les ruego que ustedes vivan de una manera digna de la vocación con que han sido llamados. Que vivan con toda humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándose unos a otros en amor, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también ustedes fueron llamados en una misma esperanza de su vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos. (vv. 1-6)
Debido a que somos uno como Cuerpo de Cristo, debemos trabajar para mantener la unidad. Lo hacemos en nuestra humildad hacia los otros, en nuestra gentileza y paciencia, en nuestro amor los unos por los otros. Pablo sigue diciendo que el liderazgo de la iglesia existe para capacitar al cuerpo de la iglesia para que haga la labor del ministerio y edifique el Cuerpo de Cristo (v. 12)
¿Y cuál es la meta del ministerio?
hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del pleno conocimiento del Hijo de Dios, a la condición de un hombre maduro, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo. Entonces ya no seremos niños, sacudidos por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de doctrina, por la astucia de los hombres, por las artimañas engañosas del error. Más bien, al hablar la verdad en amor, creceremos en todos los aspectos en Aquel que es la cabeza, es decir, Cristo, de quien todo el cuerpo, estando bien ajustado y unido por la cohesión que las coyunturas proveen, conforme al funcionamiento adecuado de cada miembro, produce el crecimiento del cuerpo para su propia edificación en amor. (vv. 13-16)
Madurez espiritual. Crecimiento en el evangelio. Unidad en amor. Estas son las metas del ministerio. Los eventos que organizamos y las actividades que hacemos son los medios para producir cambio en las vidas de las personas. Son los medios para ayudar a las mujeres a crecer en el conocimiento de la Palabra de Dios. Estos son los medios para abrir la puerta para conversaciones necesarias. Son los medios para arrojar luz en áreas en las cuales el evangelio necesita hablar. Son medios para vivir de manera práctica nuestra unidad en Cristo.
Entonces, ¿esos problemas que enfrentamos? No son problemas, sino personas, y ellas son el enfoque de nuestro ministerio. Son parte del Cuerpo, y como nuestro cuerpo humano, cuando algo no está funcionando bien, necesita ser atendido, ya que afecta a toda la iglesia. Las mujeres que residen al margen de nuestro ministerio necesitan ser servidas. Aquellas que chismean o se quejan o causan división necesitan discipulado, mentoreo, y entrenamiento. Aquellas que dudan en ser voluntarias necesitan entender su importancia esencial como parte del cuerpo de la iglesia. Y aquellas a quienes servimos necesitan ser cubiertas en oración diaria.
Cuando enfrentamos problemas en el ministerio (lo cual todas enfrentamos), no seamos prontas a pasarlos y continuar, sino veámoslos como son: oportunidades para edificar el Cuerpo de Cristo en amor.
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