La necesidad de una mentora en la iglesia

Aún recuerdo el día cuando asistí por primera vez a la iglesia, recién había conocido al Señor, y cuando me dirigía a llevar a mis niños al área de cuna, se me acercó una hermana mayor. Ella me preguntó mi nombre y me invitó a participar en un grupo de oración el que se leía y se oraba la Palabra de Dios. Gracias al Señor respondí a esa invitación y allí comenzó la gran bendición de conocer a alguien quien influyó mucho en mi crecimiento espiritual. Una amada hermana cubana con una hija espiritual colombiana con diferencias culturales, pero unidas en el Señor.

La palabra mentora aún no se mencionaba, ni era popular, pero sin conocer la definición ni el concepto, ella fue mi mentora y mi madre espiritual. Una mujer del Señor con pocos estudios, que no hablaba inglés, tampoco no sabía conducir. Ella no había asistido a un instituto, ni a un seminario, pero siempre estaba sumergida en la presencia de Dios, a sus pies, meditando la Palabra, orando, ayunando, siendo mi amiga, confidente y quien me pedía cuentas de mi andar. .

Ella vivía lo que dice Tito 2:3-6 «Asimismo las ancianas deben ser reverentes en su conducta no calumniadoras ni esclavas de mucho vino que enseñen lo bueno que enseñen a los jóvenes a que amen a sus maridos, a ser prudentes, puras hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos para que la Palabra de Dios no sea blasfemada.»

Muchos años después salí al campo misionero (ya este año cumplimos 16 años) y aún a través de la distancia, sigo aprendiendo de ella, y ella sosteniéndome en oración y ofreciéndome sus consejos. Por eso estoy tan agradecida al Señor por Oneida Rodriguez, ya casi a sus noventa años, es obediente a la Palabra e invirtió en mí y en la siguiente generación. Ella ha sido otra abuela para mis hijos porque se involucró en el día a día en nuestras vidas junto a su esposo.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque como ayuda idónea de mi esposo en la plantación y replantación de Iglesias en diferentes países y viviendo en estos tiempos tecnológicos ante la gran necesidad que hay entre diversas hermanas, ya sea esposa de pastor, hermanas en general, necesitamos ancianas que inviertan en la vida de otras mujeres y esto debe suceder en el contexto de la iglesia local.

En la carta de Tito, Pablo delega a Tito quedarse en la isla de Creta para terminar el trabajo allí, para que nombrara ancianos en la iglesia y que fomentará la enseñanza correcta.

¿Que es un mentoría bíblica?

Es un principio básico, lo podemos ver en Proverbios 1, ahí se nos enseña que tenemos que aprender de otros. «…. las palabras de los sabios» Proverbios 1:6. Jesús fue nuestro mayor ejemplo, él fue el mentor de sus discípulos, él pasaba tiempo con en ellos en la vida diaria para enseñarles con sus palabras y con su ejemplo. Otro ejemplo lo tenemos en Noemí, suegra y mentora de Rut, que caminó con ella para enseñarle sabiduría en el diario vivir.

«La gloria de los jóvenes es su fuerza, y la honra de los ancianos, sus canas» Proverbios 20:29

Tenemos el ejemplo de Moisés con Josué y el de Pedro con Juan Marco (1 Pedro 5:13).

La mentoría bíblica se trata de relaciones que tenemos unas con otras para poder enseñar el mensaje de la Palabra con el propósito de ponerlo en práctica en nuestra vida diaria.

La Iglesia necesita mujeres de carácter bíblico.

Es mucho más que abrir un libro de discipulado, se trata de vivir nuestros días relacionándonos con otras mujeres y de enseñar de forma práctica cómo aplicar las verdades bíblicas en la vida cotidiana.

Aquí comparto algunas de las áreas de necesidad de mentoría en la iglesia local:

  1. Acompañar a hermanas en el proceso de aprender a rendirse en la presencia del Señor. Por medio de la Palabra y modelo de vida. Tito 2:3-5
  2. Discipular a aquellas jóvenes que acaban de conocer al Señor y son la primera generación de cristianas en necesidad de ser ayudadas en su crecimiento espiritual.
  3. Ayudar a las mujeres cuyos esposos no son creyentes. Enseñándoles a orar y crecer en piedad como dice:1 Pedro 3:1-2.
  4. Invirtiendo en otras vidas que puedan dar el testimonio de Cristo en el mundo.
  5. Acompañar a hermanas en el sufrimiento o en la enfermedad. 2 Corintios 1:3-6
  6. Acompañar a hermanas en la crianza de sus hijos.
  7. Acompañar a hermanas en el proceso de hijos enfermos y en pecado.
  8. Acompañar a hermanas en el proceso de consejería bíblica.
  9. Acompañar a hermanas en el proceso de aprender a cuidar de su hogar, enseñándoles a limpiar, a cocinar etc.
  10. Confrontar el pecado en amor y gracia con el fin de sanar el cuerpo de Cristo. Santiago 1:6

Cada día, mi oración es que muchas mujeres puedan ser intencionales en crecer en la sabiduría del Señor e invertir en otras vidas, pues es un mandato del Dios. Sin importar la edad, pues siempre habrá hermanas más jóvenes en quienes invertir tu vida.

Recordemos, Mateo 28:19-20 «Id y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»

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