Hay esperanza cuando el ministerio trae decepción

Existen innumerables razones por las que las maestras del ministerio de mujeres pueden sentirse decepcionadas en el ministerio. He tenido una buena cantidad de decepciones y estoy convencida que tú también las has tenido. Es cierto, no importa cuánto trabajemos, muy a menudo las cosas no son simplemente como las planeamos o como esperamos que sean. 

  • El proyecto donde pusiste tu corazón se viene abajo.
  • Las personas simplemente renuncian y te quedas en apuros.
  • No puedes ver el fruto de las incontables horas invertidas.
  • Una relación de trabajo tensa llega a un punto crítico. 
  • Tu contribución al ministerio no es valorada.
  • Estás en desacuerdo con otros líderes sobre la visión y dirección futura. 
  • Careces de una amistad de mentoría que deseas desesperadamente.
  • Las exigencias del ministerio incrementan la tensión en el hogar.
  • Hay una rotación interminable de voluntarios
  • Te piden que te quedes al margen en el ministerio cuando tienes muchos deseos de participar.

Juan el Bautista pudo haber sentido el dolor de la desilusión mientras estaba sentado tras las rejas de la prisión mientras el ministerio avanzaba sin él (Lucas 7:18-23). 

¿Luchó con la duda de por qué Dios lo dejaría languidecer en prisión mientras había tanto trabajo por hacer?

¿Cuestionó la soberanía de Dios?

¿Se preguntó si Jesús se preocupaba por él?

¿Cuestionó si Jesús era realmente el Mesías?

El ministerio de Jesús no estaba resultando ser lo que Juan esperaba. Jesús estaba convirtiendo el agua en vino y sanando a los paralíticos en lugar de agitar el bieldo para limpiar la era y recoger el trigo en Su granero (Lc. 3:17). Seguramente Juan no contempló el ser encarcelado por reprender públicamente el matrimonio ilegal de Herodes Antipas con la esposa de su hermano, Herodías (Lucas 3:19-20). Tal vez, como Juan, conoces ese sentimiento desalentador cuando el ministerio no resulta como esperabas.

El ministerio no será como esperamos

Durante mi tiempo de diecisiete años de servicio en el ministerio experimenté casi todo tipo de desilusiones. El ministerio rara vez es lo que imaginamos que será porque vivimos bajo la maldición de un mundo roto y pecaminoso. No puedo ser la servidora humilde y desinteresada que anhelo ser, y hay momentos en los que mi lucha es el resultado directo de mi orgullo y de tratar de trabajar a través del esfuerzo humano, en lugar de confiar en el Espíritu.

También hay una tendencia a creer que si estamos haciendo las cosas «correctas» por las razones «correctas», entonces el ministerio irá de acuerdo con nuestras expectativas. Si estás en el ministerio, estás haciendo sacrificios diarios para servir a Jesús, lo que puede llevar a una creencia falsa de que merecemos un ministerio que se desarrolle sin problemas. Olvidamos que Dios está más interesado en moldearnos que en usarnos en el ministerio. Es a través de navegar sobre olas tumultuosas que la resistencia, el carácter y la esperanza del evangelio nos entrenan para caminar de manera digna de nuestro llamado (Ro. 5:3-5).

¿Es Cristo digno?

En la década de 1960, Helen Roseveare era una médica misionera inglesa que prestaba servicio en el Congo. Hubo momentos en la vida de Helen en los que admitió sentirse desilusionada e incapaz para esa tarea. Cada vez que el ministerio se volvía particularmente difícil, se preguntaba: «¿Vale la pena?». Hubo un momento en el que se le aconsejó enfáticamente a Helen que abandonara el país debido a las guerrillas y la guerra civil que se avecinaba. Helen decidió quedarse en el Congo a pesar del peligro amenazante.

Lo que inicialmente se temía, se convirtió en una horrible realidad. Las aldeas fueron saqueadas y la gente aterrorizada. Los soldados rebeldes golpearon a Helen, la humillaron, la agredieron, le rompieron los anteojos, destruyeron sus libros y la mantuvieron cautiva durante cinco meses. Completamente desconsolada, Helen clamó angustiada al Señor: «¿Vale la pena?». El Señor le dijo suavemente en su corazón: «Helen, la pregunta no es: ¿Vale la pena? La pregunta es: ¿Soy digno?».

Antes de la muerte de Helen en 2016, ella ofreció algunas reflexiones finales sobre la vida y el ministerio:

Todos nosotros tenemos el privilegio de ser llamados a ser Sus siervos. Jesús dijo que Él mismo no vino para ser servido, sino para servir y dar [lo cual debemos guardar] en el fondo de nuestros corazones todo el tiempo. No hemos sido llamados a una gran cosa externa, sobre la cual escribir o publicitar; estamos llamados a servirle. Le servimos porque le amamos. Lo que sea que estemos haciendo, lo estamos haciendo para Jesús y para que Él sea exaltado…

Cuando hay un problema y sientes que has llegado al final de tus fuerzas, Él está ahí. Él sabe. Ha pasado por todo. Él está allí para animarte, fortalecerte, ayudarte y guiarte en todo el camino. Incluso si no puedes ver ningún sentido en lo que estás haciendo, y a veces parece bastante inútil, sin embargo, es para Él. Él sabe lo que está haciendo y por qué.

Helen Roseveare, Juan el Bautista y tantos otros se unen al ejército de santos que corrieron bien su carrera, no porque no hubo momentos de decepción, sino porque Cristo es digno.

Los héroes de la fe mencionados en Hebreos 11 nos dan testimonio a nosotras que todavía corremos nuestra carrera de que la gracia de Dios da las fuerzas para sufrir la desilusión sin buscar una vida más fácil.

Todos estos hombres y mujeres murieron aferrándose a la esperanza sin recibir las promesas de Dios en la tierra porque vivían para un propósito superior. Se les conoce como aquellos «de quienes el mundo no era digno» porque sus testimonios gritaban al mundo: «Cristo es digno».

Lleva tu decepción a Jesús

Como el precursor elegido de Jesús, Juan el Bautista pudo haber luchado con la duda, pero tenía una cosa clara. Sabía exactamente adónde llevar sus decepciones: directamente al Salvador. Jesús apuntó a Juan a la Verdad para encontrar la esperanza de que todo iba exactamente de acuerdo al plan. Jesús le dijo a Juan que todas las profecías y promesas acerca de Él mismo, proclamaciones de buenas noticias y del juicio venidero, se cumplirían en el tiempo perfecto de Dios (no del hombre). 

La fuente de consuelo de Juan para la decepción es exactamente lo que tú y yo también necesitamos.

He comenzado una lista de versículos a los que aferrarse cuando buscamos esperanza en nuestro llamado ministerial. Personaliza esta «lista de esperanza» agregando tus propias Escrituras favoritas:

«Mantengamos firme la profesión de nuestra esperanza sin vacilar, porque fiel es Aquel que prometió» (Heb. 10:23).

«Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito» (Ro. 8:28).

«Yo sé que Tú puedes hacer todas las cosas, y que ninguno de Tus propósitos puede ser frustrado» (Job 42:2).

«Pues Su divino poder nos ha concedido todo cuanto concierne a la vida y a la piedad, mediante el verdadero conocimiento de Aquel que nos llamó por Su gloria y excelencia.Por ellas Él nos ha concedido Sus preciosas y maravillosas promesas, a fin de que ustedes lleguen a ser partícipes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo por causa de los malos deseos» (2 Pedro 1:4-4).

«El Señor cumplirá Su propósito en mí; eterna, oh Señor, es Tu misericordia; no abandones las obras de Tus manos» (Sal. 138:8).

«Porque por esto trabajamos y nos esforzamos, porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios vivo, que es el Salvador de todos los hombres, especialmente de los creyentes» (1 Timoteo 4:10).

Hermanas, pueden consolarse sabiendo que la desilusión es parte de nuestro programa de capacitación como siervas del Dios vivo. Pero no dejes que te derrote. Las decepciones nunca desaparecerán, pero podemos encontrar una esperanza duradera cuando nos volvemos a Jesús y le entregamos nuestras decepciones como un acto de fe y adoración. Tomemos una lección de la gran nube de testigos que nos alientan en la fe. . . corre a Jesús por la esperanza del evangelio que nunca decepciona cuando el ministerio te traiga decepción.

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Sobre el autor

Leslie Bennett

Leslie Bennett se desempeñó como Directora de Ministerios de la Mujer durante doce años antes de unirse a Revive Our Hearts en las iniciativas del ministerio de mujeres. También es la administradora de contenido del blog Revive Our Hearts 'Leader … leer más …


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